Si seguimos con la mentalidad de reinterpretar la novela «Esperando a mi Daddy» como la historia de una «super girl», sin desviarnos del argumento ni de la trama de la novela, hay un detalle al que ya he aludido, pero al que hasta ahora no le he dado la suficiente importancia.
El traje de superhéroe
¡Ah, el traje! En las historias de superhéroes, el traje es mucho más que una prenda de vestir. Es una extensión del héroe, un símbolo que encapsula su esencia y su misión.
Desde un punto de vista narrativo, el traje es un recurso vital que define y distingue al personaje. No solo sirve para ocultar la identidad del héroe, permitiéndole llevar una vida doble y proteger a sus seres queridos, sino que también es un emblema que inspira esperanza y miedo a partes iguales. La iconografía del traje es poderosa: los colores, el emblema, los accesorios, todo tiene un significado profundo que refuerza la narrativa.
Tomemos el ejemplo de Batman. Su traje oscuro y su capa inspirada en murciélagos están diseñados para infundir miedo en los corazones de los criminales de Gotham. Cada detalle, desde las orejas puntiagudas hasta el cinturón de herramientas, está pensado para maximizar su efectividad tanto psicológica como física.
Por otro lado, en personajes como Superman, el traje representa ideales más elevados. La «S» en su pecho no es solo su inicial, sino un símbolo de esperanza para todos. El rojo y el azul evocan fuerza y confianza, y su capa ondeante sugiere un tipo de nobleza casi regia.
En la construcción de un relato, el traje también puede ser una metáfora visual para la evolución del personaje. Al igual que Peter Parker pasa de un disfraz improvisado de Spider-Man a un traje elaborado, el héroe crece y se adapta a sus desafíos. Este cambio en el traje refleja su desarrollo personal y la aceptación de su identidad y responsabilidad como superhéroe.
Spiderman // Copilot designer
Además, los trajes suelen estar imbuidos de historia y tradición, heredados de generaciones pasadas o creados con un propósito específico en mente. A veces, incluso, el propio traje puede ser un personaje, como en el caso del simbionte Venom en Spider-Man, que tiene su propia voluntad y agenda.
El traje, entonces, es un elemento fundamental en las historias de superhéroes, una pieza de arte narrativo que va más allá de la función práctica para convertirse en un símbolo de todo lo que el héroe representa y lucha por proteger.
Jessica con «supertraje»// Copilot designer
La ropa del St. Clare
Primero y fundamental, aclarar que Jessica no tiene ningún traje de superhéroe como tal, pero la cuestión de la ropa tiene una cierta relevancia para ella y forma parte de su personalidad, de su manera de ser y de afrontar sus circunstancias personales del día a día.
Como ya he comentado en entradas anteriores, la ropa que ella consigue de manera oficial se la proporciona el St. Clare’s, prendas donadas de manera altruiste y desinteresada por parte de la gente del barrio, ya sea de manera directa o a través de la parroquia. El presupuesto en general y el destinado a vestuario es bastante ajustado y ella no cuenta con una familia de acogida que supla esa deficiencia.
Esa ropa, esa manera de vestir, aparte de que haya de cumplir con las normas de vestuario impuestas por el colegio, donde el uniforme es obligatorio, marcan el hecho de que ser «una de las niñas del St. Clare’s» es algo que resalta, que se ve a cientos de miles de millas de distancia.
Vestida con el uniforme del colegio// Copilot designer
Es decir, que para vestirse de manera formal o informal se le imponen unas normas y limitaciones. Hay lo que se puede considerar «ropa para niñas» única y exclusivamente, lo que coarta y condiciona su rebeldía, su personalidad, su querer ser ella misma sin imposiciones y destacar sobre el resto, su protesta tácita por no tener noticias de sus padres.
¿El supertraje?
Esta preciosidad de niña lo que hace es trapichear con su ropa, buscarse las mañas para conseguir su propio vestuario, saltándose las normas y asumiendo el hecho de que este comportamiento puede tener consecuencias, dado que la ropa en el St. Clare’s se lava y revisa.
La ropa no es de un solo uso. La que se rompe y se puede reparar, se repara y las prendas que le quedan pequeñas a una niña, quizá le queden grandes a la siguiente. Aparte de que, como ya he comentado con anterioridad, en el St. Clare’s hay una preocupación e interés porque todas tengan buena salud y presencia, que no parezcan desatendidas, aunque no haya presupuesto para caprichos ni para derrochar.
De manera que Jessica se encuentra con la tesitura de tener que ingeniárselas, tanto para conseguir aquellas prendas que a ella le interesan como para que estos ocasionales trapicheos no le delaten ni le acaben causando más problemas de los debidos, que ella lo único que pretende es quitarse ese «sanbenito» de que se la identifique con el St. Clare’s.
A ella le encanta eso de escaparse al parque para jugar con los niños, sentirse una más con esos y evadirse así de su realidad durante un rato, con la creencia de que estos la aceptan como uno más. Aunque hay secretos que no se pueden mantener en el tiempo y, a pesar de todo, ella no deja de ser una niña jugando con niños.
Jessica con ropa de niño// Copilot designerVestida con el uniforme del colegio
Los niños hacen cosas de niños y lo suyo no es más que un mantener las apariencias. Además, cuando llegan los problemas, las peleas, ella es la primera en ser consciente de que tiene una lógica desventaja física, que por mucho que se vista con ropa de niños, ella no se transforma en lo que no es. Los niños son más rápidos, golpean más fuerte y su ventaja está en que siempre van a por el miembro más débil del grupo.
Ella es lo bastante espabilada como para salir a la carrera, de regreso al St. Clare’s, en cuanto ve la primera ocasión, a veces perseguida por alguno de esos niños malos que buscan asustarla y dejarla en evidencia delante de sus «llamémosles» amigos.
Al menos, en esos casos, la ropa que se ensucia y rompe es la «ropa de niños», su «traje de superhéroe», de niña rebelde que intenta llamar la atención y destacar de alguna manera sobre el resto de las niñas del St. Clare’s. Sobre todo porque rehuye la idea y expectativa de que la vistas de princesa, de niña buena y adaptada al entorno y sus circunstancias.
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