Es peligroso escaparse

Verano de 1989.

Introducción

Nadie soporta ocho semanas, o lo largas que llegan a ser las vacaciones de verano, con ese inquebrantable «buenismo«, sin que en ese sentido Jessica sea la excepción. Ella necesita disfrutar de su independencia, no reprimir en exceso su rebeldía. Por lo cual, en ocasiones necesita recuperar su esencia y no ser una niña tan obediente; se escapa a jugar al parque con los niños.

Reconozco que, si mis escapadas no fueron muy frecuentes, se debió a que me agradaba la compañía de Ana y, hasta cierto punto, en alguna ocasión tuve la impresión de que contaba con su condescendencia, aunque a mi vuelta me echara en cara que me hubiera ido sin su permiso y recordase los peligros a los que me enfrentaba.

Sin embargo, a diferencia de cómo han sido esas escapadas, esas salidas sin permiso del St. Clare’s, esta vez se entiende que Jessica lo hace con un poco más de conciencia de que su modo de proceder no es correcto. Se encuentra con la tesitura de tener que elegir entre su propia libertad o conservar la confianza de alguien con quien se está entendiendo, cuya compañía le agrada.

La tesitura está entre quedarse en el St. Clare’s haciendo tareas con la excusa de mantenerse ocupada y entretenida mientras Ana está ocupada en sus asuntos o disfrutar de la oportunidad de relacionarse con niños de su edad y hacer algo que le resulte más entretenido y divertido.

Asumimos que Ana se esfuerza por ganarse la confianza de Jessica, por conseguir que esta convivencia de verano sea una grata experiencia para las dos y no se plantee como si fuera un castigo ni algo que Ana haya asumido con resignación porque a la señorita no le apetece ir al campamento de verano ni que le busquen una familia de acogida. También hay momentos de ociosidad y relajación, para las risas y la complicidad.

¿Se va así, sin más?

Puede parecer un poco irresponsable que una niña de ocho años, y ya sabemos que aún menor, ande por ahí sin la supervisión de un adulto, por mucho que se pueda considerar que el barrio es tranquilo. Sin embargo, la realidad es que las acompañan incluso para ir o volver del colegio que se encuentra a algo más de cien metros de distancia.

Jessica, 8 años

La calle en la que se encuentra el St. Clare’s está en pendiente descendente y serpentea un poco, aparte de que es una calle radial del barrio y con relativo tráfico procedente de la avenida. Por aquí circula todo tipo de vehículos, aunque se considere que este es barrio residencial. Además, el acceso a la autovía interestatal se encuentra cerca.

Calle del St. Clare’s// Diseño 3D propio

Para llegar hasta el parque hay que atravesar una amplia y transitada avenida con tres carriles en cada sentido, con un tráfico denso, con vehículos que se dirigen hacia el acceso a la interestatal o cruzar el túnel para pasar o volver del otro lado de la interestatal.

Plano de la zona

Es decir, el paseo hasta el parque, de unos cuatrocientos metros (0,2 millas), en principio no parece que sea tan seguro ni confiable como para que una niña vaya sola y a su aire. Casi es una suerte que hasta ahora sus heridas y rasguños se hayan debido a las peleas o caídas que a un casi seguro accidente de tráfico. En ese sentido, Jessica demuestra bastante prudencia y no ir de manera demasiado alocada.

Ana no se queda impasible.

Como es lógico, Jessica es la primera en reconocer que Ana le demuestra su inquietud y preocupación por su bienestar, dado que de estas escapadas se puede derivar un serio problema y, en consecuencia, poner en riesgo la continuidad de la entidad al desentenderse de una menor que tiene a su cargo.

En cualquier caso, lo que no está bien es que Jessica se marche sin más y aprovechando el primer despiste; que no sea un poco más sensata y comedida con estos impulsos y arrebatos de libertad. Ana se confía en que ella se queda relajada y tranquila haciendo alguna pequeña tarea, sin tener que vigilarla en todo momento, pero se encuentra con que Jessica se escapa cuando menos se lo espera.

Jessica se aprovecha de que, para quince niñas y al menos dos cuidadoras, quizá la casa se quede un poco limitada de espacio. Sin embargo, y con solo una tutora, la casa se convierte en un espacio inmenso y silencioso por donde resulta fácil pasar desapercibida cuando se sale al pasillo o se pretende salir a la calle sin ser vista. Esta casa es como un laberinto del que Jessica se conoce todas las salidas y vías de escape.

Escaparse con permiso tácito

Nos podemos plantear que Jessica no es tan lista ni osada como piensa y que algunas de esas escapadas no han sido tan improvisadas como éste pudiera suponer.

Conocer sus posibles vías de escape es la mejor manera de saber dónde tomar medidas para que no lo tenga tan fácil la siguiente ocasión que lo intente. Ya que no le vamos a negar a Jessica que algo de inteligencia sí tiene, aunque no siempre la utilice para lo correcto.

Es una manera de aprender y comprender que es todo aquello que le aburre y motiva a que sea tan decidida e impulsiva, dado que, aun siendo consciente de que su comportamiento tendrá represalias, no es capaz de reprimirse, que prefiere esa media hora de libertad, aunque después la castiguen. Le merece la pena, dado que además esos castigos son una manera de saber que ha captado la atención.

Quizá lo más relevante y que le puede inquietar a Ana sea descubrir qué hace, a qué juega Jessica en el parque cuando se reúne con los niños, sus motivaciones para querer pasar tiempo con ellos, que, sin embargo, no demuestra el mismo interés por reunirse con las niñas del barrio, que por esas escapadas no hay que castigarla porque no se producen.

Lo que está claro es que Jessica no acude al parque tan solo a sentarse en un banco y mirar cómo los niños se divierten. Esta niña solitaria y algo introvertida se implica y participa de esos juegos como una más, queriendo integrarse y sentirse aceptada, hasta el punto de no tener reparo en ponerse a la altura de los chicos en los momentos en que sube la tensión.

Ella es una niña

Con estos espionajes y controles a las escapadas de Jessica al parque, a esos momentos y situaciones en las que ella se muestra menos cohibida por el entorno, más ella misma, aunque de algún modo vaya disfrazada de niño para no destacar ante éstos y sentirse tratada como una más, lo que Ana descubre es que en el fondo lo que Jessica busca es reafirmarse en su propia identidad en todos los sentidos.

Lo que evidencia es que se trata de una niña que aún no ha aprendido a gestionar su propia realidad, no tiene unos referentes claros, a pesar de vivir en un hogar de acogida para niñas o el hecho de acudir a un colegio donde coincide con gente de diferentes edades.

Es más la sensación de que ella se mira ante el espejo y aún no se reconoce; no quiere ser como la niña que ve reflejada, pero tampoco encuentra en sus limitaciones e inocencia la manera de que esa imagen de sí misma le termine de agradar, la identifique como quién es.

Y sí, cuando juega con los chicos, se siente menos coaccionada por el entorno. En los juegos de los niños no son tan fuertes esas normas sociales de los mayores, de los adultos. Por lo que le resulta mucho más fácil asimilarlas. Las entiende y parece tener criterio para decidir qué le agrada o le desagrada según el caso. Qué ha de acatar con resignación para sentirse aceptada y qué rechaza por considerarlo inapropiado para ella, como la niña que es.

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