Introducción
Tras un verano de 1989 lleno de cambios, casi como una metamorfosis psicológica o mental, aunque dado con pasos pequeños y algo tímidos, sin grandes expectativas previas por parte de Ana y menos aún de Jessica. Sin embargo, menos es nada y lo conseguido es un mundo. Llega el momento de sentarse y hablar de lo realmente importante.
A mediados de septiembre, a comienzos de curso, me pidió que acudiera al despacho y allí me dijo que me hablaría de mi padre, de Daddy. Ya me consideraba con edad suficiente como para que entendiera mi situación y no pensara que la vida me trataba tan mal.
A sus ocho años y cuatro meses, Jessica ya tiene edad, y se supone que madurez suficiente, como para hablar con ella de ciertos temas con la suficiente sinceridad y eso es justo lo que Ana intenta, consciente de que asimilar la realidad no tiene porque ser un proceso fácil ni inmediato. Son demasiados sueños los que se pueden frustrar y mucha la confianza que se puede perder.

Lo primero es confirmarle lo que ya le han dicho y sabe de cierto, que se sabe más bien poco y que la información que se tiene de su padre resulta un tanto confusa. De ahí la dificultad para localizarlo, la falta de noticias y de respuesta por parte de éste, porque es casi como buscar a ciegas o seguir pistas que no son seguras y que no llevan a ninguna certeza.
Toledo es una localidad española, un lugar que existe, pero que no se encuentra ni se vislumbra a simple vista si te asomas por la buhardilla del ático y miras hacia el horizonte, ni aun subiendo hasta la parte más alta de las montañas que hay en la reserva natural, a las afueras de Medford. Está mucho más lejos de lo que alcanza la vista. No se puede llegar en coche ni en tren. El viaje más corto sería en avión.
Jessica podría localizar Toledo en un mapa, pero se niega. Se resiste, dado que cualquier pista al respecto es cómo resaltar el hecho de que su padre se encuentra lejos. Éste no parece saber de su existencia y, por lo tanto, será poco probable que venga a buscarla y la lleve con él.
Toledo tiene que ser un lugar perdido, de difícil acceso, incomunicado del mundo; un lugar recóndito y desconocido dentro del territorio de ese país llamado «España«. ¿Porque, si no, por qué nadie ha contactado con su Daddy aún? Jessica está segura de que casi nadie sabe dónde se encuentra Toledo; de lo contrario, a lo largo de estos años, alguien habría ido a preguntar.
¿Por qué no la va a querer su padre?
Tampoco es que Ana pretenda quitarle la idea y desilusionarla al respecto, porque entiende que el golpe puede ser fuerte. Más cuando el objetivo es que Jessica empiece a mostrarse como una chica más afable y sociable, cooperante. No que se encierren en su pequeño mundo interior y empeoren sus traumas infantiles de tal manera que ya no confíen en nadie.
Queda claro que quien la abandonó lo hizo con intención de que ella fuera llevada a su padre, que ejerciera esa mediación, hasta el punto de pensar que éste debe ser alguien bueno, porque ninguna madre, aun llevada por la desesperación de sus circunstancias, entregaría a su bebé recién nacida a un mal padre. Lo más lógico es pensar que quisiera protegerla y garantizarse esa mediación.
Sin embargo, Jessica se ha mentalizar de que, aunque para ella sea un gestión muy sencilla, que no se trata de entregar una carta, ni aunque se tratase de un envío certificado y con acuse de recibo. Se trata de entregar una niña a alguien que nadie sabe de antemano si la aceptará ni si estará en disposición de cuidar de ella en las debidas condiciones y con las suficientes garantías.
Aunque sea como retomar la idea del perrito, Ana le sugiere que intente empatizar y que piense cómo sería adoptar un perrito. Sobre todo en el sentido de que hasta ahora Jessica se ha estado comportando como una niña un tanto rebelde, como «un saco de problemas«. Lo cual a ella no le favorecía en nada, de tal manera que ante la tesitura tal vez su padre prefiriera un perrito, en caso de tener que acoger a alguien en su casa y en su vida.

Lo cierto es que esta idea del cachorro le dejará bastante marcada y años después, cuando empiece a ser un poco más autosuficiente, lo pondrá en práctica, aunque ello no estará exento de complicaciones. Pero no adelantemos acontecimientos porque aún falta mucha novela para que se vea ante esa disyuntiva.
La mejor edad para hablar de los padres
Como psicólogo infantil, (Copilot), es importante abordar el tema del abandono de manera cuidadosa y respetuosa. No hay una edad específica que sea ideal para todos los niños, ya que cada niño es único y se desarrolla a su propio ritmo. Sin embargo, aquí hay algunas pautas generales para considerar:
- Etapa preescolar (3-5 años): A esta edad, los niños comienzan a comprender conceptos básicos sobre la familia y las relaciones. Puedes introducir el tema de manera sencilla y positiva, explicando que algunas familias son diferentes y que ella es muy querida en su familia adoptiva.
- Edad escolar (6-12 años): Durante esta etapa, los niños tienen una mayor capacidad para comprender conceptos más complejos y pueden hacer preguntas más profundas. Es importante ser honesto y abierto, respondiendo a sus preguntas de manera apropiada para su edad. Puedes explicar que sus padres biológicos no pudieron cuidarla, pero que su familia adoptiva la ama y la cuida.
- Adolescencia (13-18 años): Los adolescentes tienen una mayor capacidad para reflexionar sobre su identidad y origen. Pueden tener sentimientos más intensos y preguntas más detalladas sobre sus padres biológicos y las circunstancias de su abandono. Es fundamental proporcionarles un apoyo emocional sólido y estar dispuesto a escuchar y responder a sus inquietudes.
En cualquier etapa, es importante crear un ambiente de confianza y seguridad, donde la niña se sienta cómoda para expresar sus sentimientos y hacer preguntas. Si no estás seguro de cómo abordar el tema o necesitas orientación adicional, considera buscar la ayuda de un profesional en salud mental especializado en adopción y desarrollo infantil.
Recuerda que la comunicación abierta y honesta es clave para ayudar a la niña a comprender su historia y a desarrollar una identidad positiva y saludable.
Origen
- Esperando a mi Daddy. September 1989
- Reflexiones personales
- Conversacion con Copilot

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