No tengas prisa por crecer

Introducción

Cuando Jessica cumple los 10 años, aunque en general su vida no haya sufrido grandes cambios y ella, por su parte, tampoco tenga un especial interés en que se produzca, no habrá un cambio significativo en su mentalidad; parece que de pronto le entran las prisas por creer o que se acentúa esa necesidad o curiosidad por saber.

En su diario esta vez no habla de ningún acontecimiento relevante, no habla de nada de lo que se supone es su 4.º curso de primaria (4th Course), 1990-91, que sea demasiado relevante.

No ha tenido ningún nuevo percance con los chicos del parque, aunque admite que se sigue escapando a jugar con estos de vez en cuando. Incluso confiesa que no ha abandonado esa mala costumbre de conseguir la ropa que le gusta por medios poco tradicionales u oficiales, que eso de conseguir ropa de niños por medio del St. Clare’s no se contempla, ni siquiera por medio de las donaciones.

Lo que parece reforzarse en su día a día es su mayor confianza con Ana, que frente a ese recelo de la infancia de confiar en la gente, con Ana parece que se está dando una oportunidad. Tan solo es su tutora/cuidadora, pero ello no le provoca el rechazo de esa posible familia de acogida, dado que, además, ha encontrado ese punto de entendimiento y de complicidad.

Ana con su teléfono móvil// Copilot

Evasión o espera

He hablado con Ana y le he preguntado cómo averiguar algo sobre Daddy, sobre mi padre biológico, porque de mi madre no quiero nada, ya que creo que fue quien me abandonó. Además, no tengo ningún dato sobre ella. Me ha aconsejado que sea paciente y espere hasta que cumpla los 18 años o al menos hasta que sea un poco más mayor para que tenga más claro lo que quiero. Que, si mi interés por Daddy se debe a que no me siento bien en el St. Clare’s o a cualquier otro tipo de problema, esa búsqueda o encuentro con Daddy tal vez no sea la solución que necesito.

Jessica ya habla de manera más abierta de su deseo de dejar el St. Clare’s, de que su vida y su realidad se aproximen más a lo que son sus sueños o frustraciones, para lo cual su padre, su «Daddy», sigue siendo una pieza vital. Se avivan sus inquietudes de niña desamparada que reclama un cariño que no recibe, sin que se quiera dejar vencer por la adversidad.

Encontrar a su «Daddy» va a suponer un gran cambio en su vida y Ana, como su tutora, como responsable de su bienestar, se teme que el hecho de darse de bruces con la realidad pueda ser mucho más doloroso de lo que ésta se imagina, al menos no tanto como el hecho de ser paciente y darse un tiempo hasta estar mentalmente preparada para afrontarlo.

A mí no me ha querido nadie y cuando ha habido alguna ocasión de conocer a unos padres adoptivos, he preferido irme a jugar con los chicos del parque, porque a quien espero es a Daddy. No quiero que me entreguen a cualquier familia, aunque aseguren que es buena gente y que me tratarán muy bien.

Jessica es una niña de diez años que vive demasiado anclada en su realidad, que no termina de superar sus traumas de la infancia, que hasta ahora no ha confiado en nadie, de manera que tampoco parece ser demasiado consciente de las repercusiones que pueda tener el hecho de recoger sus escasas pertenencias y marcharse.

A Ana le preocupa que se termine por hacer daño a sí misma, que esos cambios que Jessica anhela se produzcan en su vida y se conviertan a corto plazo en la peor de sus pesadillas, que se esté ilusionando en balde con algo que tal vez no tenga sentido.

Sin noticias de su «Daddy».

Se mantiene el misterio en torno al origen de Jessica. Sigue sin haber ninguna explicación al hecho de que la abandonaran en la cuna del hospital. No se ha identificado a los responsables y es evidente que es un asunto que a Jessica le afecta y cohíbe de manera especial, porque crece sintiendo ese rechazo por parte de su madre.

De igual modo, tampoco se sabe nada de su futuro, de dónde hay que llevarla, si su «Daddy» tiene alguna constancia de la existencia y nacimiento de Jessica, como no se tiene ninguna certeza de que éste sea alguien real, que la poca información que se tiene de éste se corresponda con alguien real, que esté vivo y pudiera asumir esta paternidad.

Lo que Ana le intenta hacer ver a Jessica, con su cabecita de niña, es que no todo es tan simple ni tan sencillo como a ella le parece o le gustaría que fuera. Que está bien que tenga sueños, anhelos e ilusiones, pero que no por ello se deje arrastrar por expectativas que no le llevan a ninguna parte.

De todas maneras, no creo que Daddy sea tan malo como para que no me quiera, en cuanto sepa que le busco. Tengo la impresión de que a los padres les gusta eso de tener una pequeña princesita en casa.

Perdiendo la ingenuidad

El caso es que Jessica se hace mayor. Ya no solo hace preguntas y reclama la atención, también busca respuestas y argumentos a todo eso que parece inalcanzable o para lo que se le pide paciencia.

Ya no es una niña que se crea los cuentos al pie de la letra. Podemos entender que a esta edad eso de creer en los Reyes Magos o en el hombre del saco ha dejado de ser una creencia ciega por la confianza de que los adultos no mienten. Se ha dado cuenta de que lo hacen tanto como ella para justificarse por sus pequeñas travesuras.

Si ella es capaz de contar medias verdades para explicar que aún se sigue escapando a jugar al parque con los niños o que entre su ropa aparecen prendas de dudosa procedencia, se empieza a temer que todo eso que le han contado o le ocultan con respecto a su «Daddy» tenga la misma veracidad y credibilidad: ninguna.

Sin embargo, Ana intenta ser sincera. Se ha comprometido con Jessica a mostrarse dialogante y no tener secretos en todo lo que a ésta le afecta y preocupa de manera particular, de manera que tampoco quiere que pierda del todo la ilusión, se sienta desengañada, por mucho que ello pudiera hacer que superase sus traumas infantiles y empezase a actuar como una niña normal.

Si no me he marchado hasta ahora es porque no sé cómo se llega hasta el otro lado del océano. No me parece tan fácil que una niña pueda viajar sola en avión ni en barco. Además, tampoco sé muy bien por dónde buscar. Ana solamente me ha dicho que Daddy vive muy lejos y que es mejor que no quiera saber mucho más mientras no sea un poco más mayor. Aunque sabe que envidio la suerte que tienen algunas de las chicas porque se van los fines de semana a casa de alguna tía o de la abuela, mientras que yo no tengo a nadie.

Origen