Te diré dónde vas

Introducción

Wednesday, October 19, 1994 (07:55 am)

El hecho de que Jessica pretenda pasar desapercibida o que no se la relacione de manera tan directa con las niñas del St. Clare’s desde primera hora de la mañana choca con un pequeño problema: el uniforme del colegio.

El vestuario que se exige en el colegio, en el caso de las chicas, es un uniforme de falda, ya sea plana o plegada estilo frontal, suéter y chaleco de color azul claro o blanco, blusa de manga corta o larga, calcetines o mallas azul marino hasta la rodilla.

Lo bueno que tiene para las tutoras del St. Clare’s e incluso para las niñas es que se evitan las discusiones y las dudas con respecto a qué ponerse para ir al colegio. Raro será que alguna se confunda o que pretenda tener un toque de originalidad. Es el mismo vestuario para todas, con independencia de su edad, el curso al que asistan e incluso cómo de buenas sean sus calificaciones tras cada evaluación.

Se asume que el único cambio admisible viene condicionado por la época del año y la climatología. De manera que, según el frío o el calor, podrán estar más o menos abrigadas, pero en esencia el uniforme siempre es el mismo, para que no haya discriminaciones ni distinciones sociales entre ellas, para que cada cual intente destacar por sus méritos y esfuerzo personal, más que por la apariencia.

Y sí, Jessica se ha de atener a estas normas de vestuario igual que el resto, sin dejarse ninguna prenda por el camino ni inventarse un tonto intercambio como si se tratase de cromos, dado que el uniforme de los chicos es algo diferente. Ellos llevan pantalones. Sin que en ese sentido se admitan mezclas extrañas ni originales.

Como se da a entender en la novela, pretender o esperar un conformismo sumiso con las normas por parte de niñas adolescentes resulta una utopía. Siempre tiene que dar la nota y evidenciar de alguna manera esa rebeldía natural, esa capacidad suya de demostrar que están tomando conciencia de su realidad y se pueden permitir tener sus propias opiniones sobre cualquier cuestión que les afecte.

Ana: Seguro que también te quejarás porque no me gusta cómo te vistes, pero si no te pido que te cambies tres veces antes de salir es porque lo hago una cuarta. – Me responde.

Se trata del uniforme del colegio, del mismo tipo de ropa que se lleva poniendo desde los tres años, cuando la llevaban al jardín de infancia, con la única diferencia de que han pasado diez años y ella ha crecido, con ello las tallas de la ropa, pero en esencia sigue siendo lo mismo, rutina y monotonía que tan solo se altera los días que no hay colegio y porque se le ofrece una mayor libertad y variedad.

Vestir a una adolescente

Sin embargo, una cuestión es pensar de manera teórica en cómo vestir a los no más de trescientos alumnos que acuden a este colegio cada día, que pensar en el caso particular de cada uno, porque no son fotocopias ni clones que vayan saliendo por el compartimento de una máquina. Unos vienen de sus casas y esas quince niñas de la casa de acogida, que hay unos centenares de pies más arriba del colegio, por esa misma calle.

Jessica, sin considerarse como tal una rebelde, en el peor sentido de la palabra, porque en el fondo es una muchacha bastante obediente, lo del uniforme lo acepta, pero no le agrada pensar que ello pueda ser parte de su identidad. Tener algo que la diferencie del resto es su manera de evadirse de la realidad, de lograr esa huida mental que en el fondo tampoco la lleva muy lejos.

Ella es la chica que se salta las clases de Spanish, aunque se la identifique más como una de las niñas del St. Clare’s y entre quienes la conocen aun resuenen ecos de sus orígenes, fue un bebé abandonado al nacer. Es una chica que no termina de integrarse del todo en ningún grupo y que tiene como marca personal eso de jugar con los chicos, más que con las chicas.

Es alguien en lucha con sus circunstancias, más que con su realidad, que a su manera pretende pasar inadvertida, pero que con su comportamiento muchas veces consigue justo lo contrario.

Una muchacha que vive demasiado condicionada por sus propias historias y aún no ha terminado de encontrar su lugar en el mundo. porque para ella ese lugar es donde se encuentre su padre, su anhelado «Daddy», un lugar conocido como «Toledo (España)», pero del que prefiere no saber nada o menos.

Nada de esa mentalidad puede expresarse a través de un vestuario impuesto por las normas del colegio, aunque con cierta permisividad por parte de las tutoras del St. Clare’s, en particular de Ana, siempre haya cabida para darle un toque personal que no infrinja las normas ni sea motivo para que le llamen la atención.

Que una chica que no es demasiado amiga de los espejos se preocupe por su imagen resulta un tanto contradictorio, pero no quiere parecer demasiado acobardada. Ella es una rebelde a su manera. No es tímida, pero tampoco desinhibida. Es una chica que se convierte en una mezcla de realidad y frustraciones.

Es una chica, de eso que no le quepa la menor duda a nadie, aunque en sus gustos personales o particulares a la hora de vestirse más casual, le guste eso de hacer combinaciones con algunas prendas que se consideran más propias de los chicos. Nada demasiado estrambótico, tan solo que le gusta darle su toque personal y que no le haga parecer una muñeca.

Origen

  • Esperando a mi Daddy. Wednesday, October 19, 1994.docx
  • Reflexiones personales