¡Me aburro!

Introducción

Wednesday, October 19, 1994 (09:00 am)

De poco nos sirve acompañar a Jessica en uno de sus días normales de clase, en vez de esperar a que encuentre un momento para escribir en su diario y nos cuente sobre sus divagaciones mentales, si nos encontramos con que quien se ausenta en esta ocasión es el profesor de una de las asignaturas. No se aclara quién, pero se deduce que no es de la asignatura de Spanish (español).

  • · English/Spelling
  • · Literature/Vocabulary
  • · Writing skills/Preparation of a portfolio
  • · Mathematics
  • · Foreign Languages: Spanish (español)
  • · Social Studies: Geography / History
  • · Physical Education · Art / Music
  • Religion

Como no ha venido el profesor de esta clase, ha venido el de guardia y nos ha dicho que aprovechemos para estudiar, pero que no salgamos del aula, salvo que pidamos permiso, pero, de momento, no tengo ninguna excusa para moverme de mi pupitre.

Nosotros que esperábamos ver cómo le empezaba a salir humo por las orejas, por eso de tener que estar concentrada y atenta en clase a las explicaciones; que confiábamos en conocer la dinámica de las clases, en esta ocasión al menos nos quedamos con las ganas.

¿Hay un aula para cada asignatura? ¿El grupo se mantiene compacto o se redistribuye con cada asignatura? ¿Cómo con los profesores? ¿Cuál es su método para impartir su asignatura? ¿Cómo son los ejercicios que se hacen en clase? ¿Se manda tarea para casa?, etc., etc.,…

Lo único que sabemos es que al menos un profesor en concreto, el de la segunda hora, no se ha presentado y, ante la duda, el profesor de guardia ha pasado el aviso para que se rebaje la tensión y no haya una espera en balde. No va a acudir. La única manera de mantener el orden es que los alumnos no se muevan del aula, no se dediquen a bajar por los pasillos.

Un aula// copilot designer

¿Qué hacer en estos casos?

A Jessica no le apetece ponerse a estudiar ni a repasar esta ni otras asignaturas; por supuesto, la de Spanish, ni en sueños, entre otras razones porque ha de mantener la pantomima de que ella está exenta, aunque en el St. Clare’s, y bajo la atenta supervisión de Ana, quienes se creen sus mentiras, aún no han puesto un pie por allí y no le queda otro remedio que hincar los codos.

Su opción ante esta situación sería que se mostrase un poco más afable y sociable, al menos con sus compañeras, porque no tiene un obsesivo interés hacia los chicos y menos después de que se ha vuelto un poco más consciente de sus últimos encuentros y la sensación de que ya no tiene tan buen concepto de ella. Aparte de que los chicos hablan de cosas de chicos y para una chica eso son bobadas casi siempre.

Podría buscar un acercamiento con sus compañeras, con las chicas, considerando que entre estas se encuentran Jodie y Brittany, quienes también son chicas del St. Clare’s, han sido sus compañeras de dormitorio hasta el pasado mes de junio y mantiene con ellas una buena relación. Es fácil encontrar esa complicidad y afinidad cuando hay una convivencia.

Sin embargo, están en el colegio y allí la manera de actuar es distinta a la del St. Clare’s. Es más fácil sentir ese juicio social, el peso de que todo el mundo conoce sus manías. Tampoco es que haya grupos cerrados, pero si lo habitual es que Jessica vaya un poco por libre, las demás tampoco van a forzar la situación, ese acercamiento.

Jessica prefiere quedarse en su pupitre y dedicarse a divagar como siempre en busca de soluciones imposibles a problemas que nadie le ha planteado. Se evade en su mundo de fantasía y rehuye ese contacto social, aunque tenga la misma necesidad que sus compañeras por compartir confidencias de chicas. Sin embargo, prefiere pasar desapercibida, que la dejen tranquila.

¿Salida al patio?

Los chicos preferirían que, en ausencia del profesor, nos dejasen salir al patio y les dieran un balón para que jugasen al baloncesto o al soccer. Por parte de las chicas, la opinión mayoritaria es que la salida al patio tampoco es mala solución, porque a estas horas tenemos el patio para nosotras y no hay que rivalizar con las chicas de otros cursos por los bancos ni los rincones donde sentarse a hablar de nuestras cosas.

El profesor de guardia les ha dicho que se queden en el aula, que aprovechen para repasar, pero por lo que Jessica nos da a entender, ella es la única que ha tomado uno de sus cuadernos y se ha puesto a escribir, como intentando pasar inadvertida, aunque parte de su atención está en las conversaciones ajenas. en no aislarse del todo y así poder «hablar» consigo misma a través de su diario.

Por lo que ella entiende, los chicos necesitan poco para entretenerse, un poco de espacio y un balón para que organicen un partido de lo que sea, baloncesto o fútbol europeo (soccer). No sabemos si esta mañana la asignatura de deporte está incluida, pero no parece que eso les importe demasiado. El hecho de llevar el uniforme no parece un impedimento para darle botes o patadas a un balón, incluso para mancharse.

Las chicas, por su parte, parece que se plantean esta hora libre, esa hipotética salida al patio, de una manera mucho más relajada. A ellas sí les preocupa eso de vestir con el uniforme y el riesgo de ensuciarse, incluso tener una mala caída y sufrir algún percance. Que les proporcionaran un balón no les serviría de mucho. En cualquier caso, sería para algún deporte mucho más relajado que el de los chicos.

Ellas aprovecharían esta hora de descanso adelantado para acaparar los bancos del patio, para formar pequeños grupos y sentarse a hablar de cosas de chicas, sin la incomodidad ni la presencia de la gente. Como si considerasen que, al coincidir todos los alumnos a la vez, el patio se queda pequeño. Se asume que este no es un centro escolar de grandes dimensiones ni amplitudes.

¿Un partido de chicos contra chicas?

Ante esta tesitura, Jessica se llega a plantear como algo utópico, y un tanto decepcionada, la remota posibilidad de que se uniera todo el grupo en una misma actividad deportiva de las propuestas por los chicos. Sin embargo, entiende que no habrá demasiado interés ni entusiasmo por parte de las chicas.

¿Chicas jugando al soccer? Tal vez hace dos años no fuera algo tan raro, pero no sé si será porque nos hacemos mayores y nuestros intereses han cambiado. No he sido yo la única que he madurado. Si no fuera porque el uniforme es obligatorio, se evidenciarían más nuestras diferencias con los chicos.

Niños jugando al baloncesto

Es decir que las chicas están en una edad en que buscan diferenciarse de los chicos e incluso se llegan a molestar por el hecho de que éstos quieran ser quienes impongan sus gustos y apetencias. Ya que, de igual modo, iba a resultar un poco raro eso de que los chicos se unieran a las chicas para compartir confidencias.

Si se trata de buscar la propia identidad, en el que suele ser su espacio de convivencia habitual, lo normal parece ser establecer esta separación de manera casi inconsciente. Fuera del colegio y en otro tipo de ambiente, quizá no haya tanto reparo en buscar y encontrar esa afinidad. Sin embargo, aquí manda esa idea de identidad personal y como grupo.

Las chicas parecen reclamar su espacio de privacidad y los chicos establecer su territorio, con el consabido temor de que hay una línea de separación que ni los unos ni las otras se pueden saltar muy alegremente. Tan solo los «raros» lo hacen, pero no es algo que se valore de manera positiva por el resto del grupo.

Ahora es momento de establecer esa separación, de mantener esa tensión fría, ese observarse desde la distancia, con la certeza de que por las mentes de unos y otras, en el fondo, se busca esa afinidad, pero todo a su tiempo. Ahora mejor que sigan separados.

Están en el aula, de manera que, por mucha separación que se quiera establecer, puede que no haya más de un par de sillas entre un grupo y otro, un espacio considerado neutral y por el que se mantiene la paz y la tranquilidad.

Origen

  • Esperando a mi Daddy. Wednesday, October 19, 1994.docx
  • Reflexiones personales