Introducción
Friday, April 21, 1995 (08:00 PM)
Si alguien se pensaba que nos íbamos a quedar sin saber cómo se desarrolló al final la recaudación de fondos de Navidad del año anterior, Jessica aprovecha las últimas reflexiones de este día para actualizar esa información y dejar constancia de que la suerte no le sonrió tanto como ella se pensaba.
Aquella sugerencia de que la pagasen por ir a clase de Spanish no contó con el beneplácito de los profesores; les pareció más una broma pesada y de mal gusto, dado que se supone que en clase todos reciben la misma consideración. Dada la mentalidad de Jessica, entendieron que su motivación iba a ser nula y que, tan pronto como hubiera terminado aquella campaña de recaudación, todo hubiera regresado a la situación anterior.
La ocurrencia de Ana de que me daría dinero para mi recaudación a cambio de que asistiera a clase de Spanish no fue aceptada por los profesores. O voy a clase con normalidad o mejor que no asista bajo ningún concepto. Por lo cual la expectativa de los $100 se desvaneció más deprisa de lo que se me había ofrecido.

Al final ella retomó su poco planificada idea de vender fotocopias de billetes de un dólar, a cambio de $1,15, con la vana expectativa de que el beneficio por lo recaudado fuese lo bastante significativo como para reconocerle algún mérito, pero la realidad es que fue un rotundo fracaso. Sobre todo si tenemos en cuenta que es una muchacha con poca vida social, que va del St. Clare’s al colegio entre semana y a la parroquía los días de precepto.

Le falló el plan de marketing, aparte de que aquello se pudiera interpretar más como una estafa encubierta, como uno de sus trapicheos, aunque en ese caso no se tratara de apostar contra los chicos con intención de quedarse con tal o cual prenda que a ella le hubiera gustado, a riesgo de perder la suya en el intento, si la apuesta le salía mal. Demasiado caro le salía eso de no ser tan espabilada.
El resultado fue que tan solo vendí siete dólares falsos y, como tal, no obtuve ningún beneficio. Lo recaudado lo deposité en el cesto de donativos de la parroquia, con la expectativa de que algo llegaría al St. Clare’s.
La vergüenza y la decepción le llevaron a desistir en buscar a quién entregarle ese escaso beneficio. Por lo cual optó por lo que consideró más honroso, dado que se entiende que aquella recaudación de fondos era con intenciones altruistas, no para un enriquecimiento personal.
Ellas sí tuvieron éxito.
A diferencia de Jessica, las campañas organizadas por Jodie y Brittany, las otras dos niñas del St. Clare’s, de su edad y curso, fueron todo un éxito, tanto en la recaudación como en la implicación de la gente. Ellas consiguieron movilizar a todo el mundo e hicieron de esta experiencia algo divertido.
Jodie consiguió vender más de cien corazones, todo gracias a que siguió mi consejo. Se olvidó de los corazones de cartón y los vendió de nácar. Ana le buscó quien se los proporcionara a $0,50 y ella los puso a $1,50.
De hecho, he puesto uno de esos corazones en la cremallera de mi mochila.

De todas maneras, de las tres, quien de verdad triunfó con su idea fue Brittany. Al final no recaudó nada, pero consiguió lo que para muchos parecía imposible, que durante un día gran parte del colegio participara en el juego de las sillas musicales.
Aprovechando la megafonía del colegio y con la complicidad de los profesores, de vez en cuando sonaba la música y, en cuanto ésta se paraba, todo el mundo se cambiaba de asiento, de pupitre e incluso de aula.
Se llegó a comentar que un profesor de 1st Grade se intercambió con sus alumnos, pero lo cierto es que la participación de los profesores fue muy poco significativa, dado que los juegos son para el patio y no para las aulas.
Origen
- Esperando a mi Daddy. Monday, April 21, 1995.docx
- Reflexiones personales

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