Como quien dice: aquí al lado

Introducción

Friday, June 23, 1995 (10:30 AM)

Ana ha dicho: «Prepara tu maleta que te vienes conmigo» y se ha iniciado una peculiar discusión entre Jessica, que se niega a moverse del St. Clare’s, y Ana, que no da su brazo a torcer, que si no lo consigue por las buenas, será por las malas, porque es evidente que Jessica tampoco se puede quedar sola. Es menor de edad y no tiene a nadie que se quede a cargo.

Estamos hablando de Ana, de una mujer de algo más de 30 años que, aparte de trabajar como tutora/cuidadora en el St. Clare’s Home for Girls, tiene una misteriosa e intensa vida privada, porque eso de la tecnología no es algo que se encuentre cualquiera por casualidad mientras pasea por la calle.

Ana con su teléfono móvil

Además, por lo que Jessica sabe, cuando Ana se marcha de vacaciones, no se sabe de ella, a dónde va, porque tampoco vuelve contando nada, como sí hacen las niñas del St. Clare’s, que no se reprimen a la hora de presumir de lo maravillosas que han sido sus vacaciones con sus familias de acogida.

Ana es toda discreción. No necesita presumir. Más bien, todo lo contrario, que casi nadie sepa dónde ha estado ni con quién. Que en ese mundo suyo de estar conectada y localizable por su teléfono móvil, por ese interés en que en el St. Clare’s haya televisión vía satélite, como ventana al mundo, sus vacaciones no están incluidas.

Es decir, que eso de que en la agenda de teléfono puede haber más números de los que te piensas y de gente que no te imaginas entra en coherencia con esa idea de que Ana conoce a gente de cualquier parte del mundo, aunque en 1995 no fuera tan habitual eso de que cualquiera dispusiera de un teléfono móvil e inalámbrico. Ana ya lo tenía en 1988 cuando entró a trabajar en el St. Clare’s. Que si no es el mismo, es porque ha conseguido uno más moderno.

Ana ha dicho que se van de viaje, pero no a dónde.

Jessica: ¿Tú vas muy lejos? —pregunto con inquietud y la esperanza de que la respuesta no me asuste.

Jessica: “Are you going far?” I ask, a little nervous.

Sabemos que, debido a lo maniática que es Jessica con esto de viajar, puede decirse que no se ha movido del St. Clare’s desde que la trajeron cuando apenas era un bebé recién nacido. El hospital se encuentra al otro lado de la interestatal que atraviesa Medford. La excepción a ese «no me muevo de aquí» se encuentra en los viajes a la playa, cruzando Boston.

Es decir que para Jessica eso de «salir de viaje» es como cruzar el umbral de la puerta de la casa, para lo que no hay necesidad de hacer ni preparar ninguna maleta. Ella no ha participado en las excursiones organizadas por el colegio, donde, al menos, había que prepararse la mochila como el almuerzo de mediodía. Jessica no va a ninguna parte, no vaya a ser que durante su ausencia tanto su padre se presente.

Que le digan que se tiene que preparar la maleta porque estarán dos semanas fuera, sin precisar el destino, resulta bastante confuso y precipitado. Es casi seguro que Ana tiene una concepción distinta de las distancias. Que eso de ir cerca es volver a casa de sus padres, pero…

Ana: Cogeremos un par de aviones. —Me responde. —Si no quieres saber a dónde, porque te asustarás, no te lo digo. —Me propone. – Tan solo serán dos semanas. Si es posible, volveremos antes. —Reitera.

“We’ll take a couple of flights,” she says. “But if you’d rather not know where we’re going so you don’t freak out, I won’t tell you,” she teases kindly. “It’s only two weeks. Maybe less.”

Un par de aviones

Ana lo ha dicho muy claro: para este viaje han de tomar dos aviones. Se puede deducir que no se refiere a uno de ida y otro de vuelta, sino que tendrán que hacer trasbordo para llegar a su destino.

Al colegio se va a pie; la parroquia se encuentra en frente del colegio y tampoco hay que complicarse tanto para llegar. Para llegar hasta el parque, tan solo hay que ir hasta el final de la calle y cruzar la avenida por el paso de peatones, una vez que el semáforo se haya puesto en verde y se hayan detenido los coches que circulan en ambos sentidos.

Para ir a la playa o a Boston, se puede ir en coche, en la furgoneta del St. Clare’s u optar por el transporte público: metro o autobús, pero aviones y menos aún con escalas, aunque Boston cuente con aeropuerto. Pero sería absurdo tomar dos aviones para volver al punto de origen.

Jessica enfadada

La pregunta es clara: ¿qué lugar del mundo conoce Ana que necesite de dos aviones para llegar?

Aceptamos que Jessica es una mala estudiante con la asignatura de Spanish y que se resiste a admitir su curiosidad por España, por todo lo que implique despegar su desconocimiento con respecto a Toledo. Sin embargo, como estudiante de la asignatura de Geografía, se la puede considerar aprobada por méritos propios, sin ayuda.

A sus 14 años y pocos meses de empezar las clases en el high school, es lo suficientemente espabilada como para entender que lo de hacerse la maleta y tener que tomar dos aviones no es porque se muden a casa de la vecina mientras duren las obras.

De hecho, el otro internado, por muy lejos que pueda parecer que se encuentra, tampoco requiere de ningún vuelo para llegar. Se puede ir en coche y no se tarda tanto, menos de media hora, si no hay tráfico. El aeropuerto más próximo es el de Boston y el St. Clare’s se encuentra en un punto intermedio.

Se van las dos.

Jessica pregunta: «¿Tú vas muy lejos?», como queriendo dar a entender que ella no se quiere dar por aludida ni incluida en ese viaje.

Sin embargo, Ana le responde en plural: «Cogeremos un par de aviones«. Lo que tampoco implica que al final se vayan a ir cada una por su lado, que el aeropuerto no es tan generoso como para ir regalando aviones a todo el que se acerque por allí como si fueran folletos publicitarios. Tampoco les van a pedir que escojan su destino y, en función de eso, les asignen el vuelo.

Saldrán juntas del St. Clare’s, porque les vendrá a recoger un taxi y, tomando esos dos vuelos, con la correspondiente escala entre medias, llegarán juntas a su destino. Se asume que no para quedarse dos semanas en la terminal de ese tercer y último aeropuerto. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, que Jessica ya se siente saturada con tanta información.

Origen