La curiosidad sí cabe

Introducción

Friday, June 23, 1995 (10:30 AM)

Seguimos con la preparación de la maleta de Jessica e intentando que Jessica se deje llevar por la curiosidad, abandone esa actitud de bloqueo, de enfado y no tenga reparo en ayudar y, sobre todo, en preguntar a dónde la piensa llevar Ana, porque entendemos que ésta es una mujer con mucha vida social y no sería necesario tomar un vuelo para visitar la casa de alguno de sus amigos que tenga una piscina cerca.

Lo malo es que Ana parece determinada a emprender este viaje, a que vayan juntas y, como sabemos, lo ha gestionado para que le den permiso. No es algo improvisado en el último momento. Incluso podemos pensar que la llegada de los albañiles, al lunes siguiente, es algo meramente circunstancial. Que, aunque la casa no necesitase de esas reparaciones, el viaje se hubiera programado.

Ana: ¿Estos shorts te están bien? —me pregunta por si he cambiado de actitud. —¡Cómo no colabores un poco, me temo que te pasarás las dos próximas semanas en pijama! —Me amenaza con cierta consideración. – Pero eso no me impedirá que salgamos de paseo, porque estoy segura de que tendrás curiosidad por conocer el lugar.

Ana: Is this short good for you? – she asks just in case I’ve changed my attitude. – If you are not more collaborative, I am afraid you will spend the next two weeks in pajamas! – she threatens me with some consideration. – However, that does not stop us going for a walk, because I am sure you will get curious about the place.

Jessica necesita un bikini azul con el que bañarse en la piscina, aunque, si no cambia de actitud, tiene la advertencia de que ni muerta de calor Ana dejará que se acerque. A ver si así se anima un poco. Pero, aparte, ha de llevar ropa un poco menos informal, porque lo de quedarse escondida en casa de los amigos tampoco es una opción. Dará igual que no quiera; para esas salidas no habrá restricciones de vestuario.

Es decir, para ir a la piscina hace falta un traje de baño. Lo de ir con el culo al aire, como su madre la trajo al mundo, no es una opción. Sin embargo, para salir de la casa, aunque sea a dar un paseo, cabe la posibilidad de vestir tan solo con el pijama, a falta de un vestuario más formal y adecuado, si Jessica no colabora en la preparación de la maleta.

La tontería, no. La curiosidad, sí.

Ahora resulta que, en el aeropuerto, a la hora de controlar el peso del equipaje, la tontería se considera sobrepeso. Sin embargo, esa curiosidad no reprimida, ese querer conocer hasta el más mínimo detalle, fijarse en todo sin medida, sin cohibirse por la vergüenza, ante el temor de molestar y llegar a resultar un poco impertinente, pedante, casi es un requisito sin el cual no te permiten que subas al avión.

Todo te tiene que llamar la atención; todo tiene que incentivar para que quieras saber: por qué; qué; cómo; cuándo; dónde; quién; para qué; desde cuándo; … Que te den ganas de hacer una y mil preguntas, aunque la respuesta vaya a ser siempre la misma o resulte que nadie te vaya a saber responder.

¿Será verdad eso de que el saber no ocupa lugar?

La tontería, si Jessica se empeña y se arriesga a que impidan que su maleta sea guardada en la bodega de equipajes del avión por sobrepeso, podría ir junto al secador de pelo. Consciente de que se pueden dejar en el armario prendas y otros útiles que pudieran ser más necesarios. Porque se podrá comportar como una adolescente tonta, con todo ese victimismo de quien se siente arrastrada a un viaje que no le convence, pero eso no quita para que vaya aseada.

Jessica vestida esa mañana.

Pero, si se quiere dejar llevar por la curiosidad, parece que incluso se puede olvidar de la maleta; con que se lleve un pijama será más que suficiente. Le dará igual si en algún momento se siente desanimada, deprimida y la chica más fea del mundo. Ana tiene la intención de sacarla de paseo. Que, si ya la ha «convencido» para que la acompañe a este viaje, sacarla durante un rato de casa de sus amigos no será tan complicado.

De hecho, Ana parece temerse que, aunque se encuentren lejos del St. Clare’s, de su barrio y entorno habitual, donde Jessica se siente segura y conoce cada rincón, una vez que estén en su destino, en su lugar de vacaciones, sentirá el impulso de explorar, de escaparse, y que no haya nadie que la frene.

La ventaja es que ni ella misma sabrá dónde se ha metido y, por lo tanto, será complicado que la encuentren, si no le apetece ir a algún sitio o participar de las actividades propuestas. El argumento para pensar que Jessica descarte esas escapadas, ese jugar al escondite, será que se pase el día en pijama.

Jessica en pijama

La desventaja es la amenaza de Ana de que, aunque se resista, aunque esté en pijama, Jessica tendrá que acompañarla en esos paseos, en esas salidas de la casa, para que se deje llevar por la curiosidad y haga tantas preguntas, quiera descubrir tanto, que casi sea mejor volverse a casa los amigos y no volver a salir, porque la actitud de Jessica, su curiosidad y necesidad de saber, lleva a la desesperación.

Origen