La meona

Introducción

Friday, June 23, 1995 (10:30 AM) 11:25 AM

Ahora que Ana ya ha cerrado la maleta, que Jessica, en su actitud de resistencia, tampoco ha comentado que quiera llevarse nada más, es hora de marcharse, porque la hora que Ana se había dado de plazo para que Jessica estuviera lista está a punto de cumplirse y el taxi que vendrá a recogerlas está a punto de llegar.

Ana: Venga, mueve esos pies hacia el cuarto de baño, si no quieres que te ponga un pañal o lleves los pantalones sucios hasta que lleguemos a nuestro destino. –Me ordena.No me obligues a llevarte de las orejas, porque sabes que soy capaz y estoy segura de que no te gustará la experiencia. —Me advierte. – Pon un poco de colaboración de tu parte. —Me ruega.

Ana: Come on, hustle those feet to the bathroom, unless you want me to put a diaper on you or have to wear dirty pants ‘til we get where we’re goin’. Don’t make me drag you by your ears, ‘cause you know I will and I’m pretty sure you won’t like that experience. Just give me a little cooperation here.

Ha habido tiempo para «hacer que se convenciera», para «preparar la maleta», pero no para que se cambie de ropa, aunque esta mañana ella se haya vestido para quedarse en casa, no para salir a la calle y menos aún para emprender este viaje en avión, para exponerse a las miradas de los extraños, quienes, aparte de fijarse en su expresión de pocos amigos, se percatarán de su frescura en el vestir.

Si Jessica se quiere cambiar de ropa, ya es un poco tarde, porque se entiende que la ropa que queda fuera del armario está fuera de temporada. La que se puede poner en estas fechas, a comienzo de verano, o ya la lleva puesta o ya va dentro de la maleta. De manera que es mejor que no se despegue de ésta, no vaya a ser que se encuentre con que de verdad no tiene nada que ponerse.

Lo que sabemos del vestuario de Jessica es que lleva puesto un top, una camiseta sin mangas. Que, según sus propias palabras, antes de que Ana la viniera a buscar, habría quien pensaría que está a medio vestir, que la manera de entretenerse mientras esperaba acontecimientos había sido probarse ropa. Es decir, el hecho de ser capaz de vestirse sola no implica necesariamente que acierte con la combinación de prendas o que, teniendo un vestuario limitado, su indecisión e inseguridad sean máximas.

Jessica vestida esa mañana.

Por las palabras de Ana deducimos que Jessica lleva unos pantalones, no sabemos si cortos o largos. En todo caso, si no quiere que se le añada un complemento tan poco apropiado para su edad como es un pañal, como los que se les ponen a los bebés, ni quedar en evidencia por su falta de continencia, lo mejor es que aproveche ahora que puede y pase por el cuarto de baño.

Hay que hacer pis.

Ana ya está con la mentalidad de «nos vamos» y, como ella sí está acostumbrada a viajar, a alejarse del St. Clare’s o de su casa, privarse de esa tranquilidad, como es lógico, empieza a tomar medidas obvias que a Jessica se le pueden pasar por alto, debido a su falta de costumbre.

Hemos de asumir que Jessica no está muy habituada a viajar, a subirse en un coche o cualquier otro medio de transporte durante más tiempo del que su capacidad de aguante es capaz de soportar. Lo más significativo son sus visitas a la playa, el hecho de estar por allí varias horas, por lo que cabe pensar que ahora no le resulte raro que Ana le recomiende que pase por el cuarto de baño antes de irse.

Desde el St. Clare’s irán en taxi al aeropuerto, después tomarán un primer avión, harán escala en otro aeropuerto y seguirán viaje en un vuelo distinto. Por el momento, Jessica desconoce cuánto durarán esos vuelos, así como el destino final, por lo que conviene que sea previsora, dado que cabe pensar que se cohibirá al verse fuera de su ambiente y rodeada de desconocidos.

Es lógico pensar que, debido a su actitud rebelde, a que la situación no inspira demasiada confianza, aparte de por prudencia y por responsabilidad, Ana prefiera no perderla de vista y evitar en lo posible que Jessica esté cada dos por tres con el mismo reclamo.

No hay necesidad de que vaya dando la nota ni se ponga en evidencia. Van de viaje. Se tarda lo que se tenga que tardar y, aunque sienta el impulso, la necesidad de preguntarlo cada cinco minutos. «Aún falta un rato, no te impacientes» y «No, no hemos llegado ya«.

Si a ese retintín se le añade eso de «Necesito ir al baño«, yo creo que hasta el piloto del avión se da la vuelta y la deja en tierra, si es que no abren la puerta y la lanzan directamente al vacío. Suerte para Jessica que, por motivos de seguridad, el compartimento estanco del avión se haya de mantener cerrado hasta que el avión haya aterrizado.

Ana parece tener suficiente paciencia como para aguantar esa tortura, pero casi mejor, si se evita que empiece demasiado pronto, ya que al taxista no lo va a convencer de que es una mala idea que la lleve al aeropuerto y que debería llevarla de regreso al St. Clare’s.

Durante el viaje habrá tiempo para todo lo que sea necesario e imprescindible, pero todo a su tiempo. Ahora es momento de pensar en marcharse y, por lo tanto, lo de pasar antes por el cuarto de baño no es una opción. O va por las buenas o seguro que por la casa aún queda algún paquete de pañales para las niñas pequeñas que sufren de incontinencia.

Jessica es una adolescente de 14 años y seguro que le causa mucha vergüenza eso de que alguien se percate de que lleva pañales. La gente es muy dada a crearse juicios rápidos con las primeras impresiones.

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