Toledo recreará el “Milagro de Empel” en la Procesión del Voto el 7 de diciembre

La tarde del 7 de diciembre de 2025 traerá una novedad destacada en la Procesión del Voto a la Inmaculada: una recreación del “Milagro de Empel”, el célebre episodio ocurrido en 1585 cuando los Tercios, cercados y sin opciones, hallaron una tabla de la Inmaculada y, tras encomendarse a ella, un inesperado hielo sobre el río Mosa les permitió una victoria considerada providencial.
La escenificación se integrará en el cortejo camino de San Juan de los Reyes, donde la ciudad renovará su antiquísimo Voto concepcionista. Será un acto simbólico y divulgativo, con indumentaria de época y breve formación ceremonial, pensado para subrayar la dimensión histórica del Voto sin alterar su carácter religioso.

Con este añadido, la cita del 7 de diciembre promete ser una de las más llamativas de los últimos años.
El día que Dios pareció español: 5 claves del increíble milagro que salvó a los Tercios de Flandes
En los anales de la historia, existen momentos que desafían toda lógica, episodios donde la línea entre la casualidad, la fe y la intervención divina se desdibuja. Son instantes en los que un grupo de personas, acorraladas y sin esperanza, logran revertir un destino que parecía sellado.

El «Milagro de Empel» de 1585 es, sin duda, uno de los más asombrosos de la historia militar española. En los gélidos paisajes de Flandes, un Tercio se enfrentó a su aniquilación total, pero una serie de eventos extraordinarios cambió el curso de la batalla y forjó una leyenda centenaria. A continuación, desvelamos cinco claves impactantes que explican por qué esta historia va mucho más allá de una simple anécdota bélica.

1. Una negativa legendaria: La respuesta que selló su destino

La situación del Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, era más que desesperada. Unos 5.000 soldados españoles se vieron atrapados en la isla de Bommel, completamente cercados por una imponente flota holandesa de hasta 200 navíos y 30.000 hombres al mando del almirante Hohenlohe-Neuenstein. Para sellar su trampa, los rebeldes rompieron los diques, inundando el terreno y obligando a los españoles a refugiarse en el pequeño montecillo de Empel. Sin víveres, empapados y sufriendo un frío extremo, su final parecía inminente. El propio Bobadilla describiría así la situación: «El hambre y el frío nos había postrado, y en esta solitaria isla parecía no haber lugar más que para la desesperación».
Fue entonces cuando el almirante holandés les ofreció una rendición honrosa. La respuesta del maestre de campo español pasaría a la historia:
Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra.
Ya hablaremos de capitulación después de muertos.
Esta frase no fue una simple bravuconada. Como señaló Bobadilla, en esa situación límite, «como buenos soldados españoles, no nos quedaba más que encomendarnos a Dios y luchar hasta la muerte». Esta mentalidad, una mezcla de honor indomable y un giro inmediato hacia la fe, se convirtió en el pilar psicológico que sostuvo a las tropas en la oscuridad que estaba por venir. Rechazaron la salvación lógica para abrazar un destino incierto, anclados únicamente en su fe y su honor.
2. El arma inesperada: Cuando la fe se encontró bajo el barro
En medio del asedio, la guerra en Flandes tenía un profundo componente religioso. Los rebeldes calvinistas habían desatado la «Furia iconoclasta», una campaña de destrucción sistemática de imágenes católicas. En este contexto, lo que ocurrió a continuación fue interpretado como algo más que una casualidad. Un soldado, cavando una trinchera para guarecerse del frío, tropezó con un objeto de madera. Era una tabla con la imagen de la Inmaculada Concepción pintada en vivos colores. El capitán Alonso Vázquez lo describió así: «saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora».
Para unos hombres que combatían a quienes profanaban sus símbolos sagrados, el hallazgo de un icono intacto fue una señal divina inequívoca, una respuesta del cielo a la herejía del enemigo. La moral, destrozada por el hambre, se transformó en un fervor renovado. En sus escritos posteriores, el propio Bobadilla reflexionaría sobre el profundo impacto del hallazgo:
¡Y pensar que creímos estar solos… !
En una situación donde las picas, los arcabuces y la estrategia ya no servían de nada, un símbolo religioso se convirtió en el catalizador que rearmó psicológicamente a un ejército al borde del colapso, dándole una causa divina por la cual luchar.
3. Un giro climático inverosímil: El hielo como aliado
En la noche del 7 al 8 de diciembre, víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción, un segundo evento extraordinario tuvo lugar. Un viento gélido, de una intensidad inusual, comenzó a soplar sobre la región. Las crónicas lo describen como un suceso «extraordinario que jamás se vio», pues una helada tan súbita y severa no era propia de principios de diciembre. El viento fue tan intenso que las aguas del río Mosa comenzaron a congelarse a una velocidad pasmosa, alcanzando en algunos puntos un espesor de «media pica», es decir, más de dos metros.
Lo que había sido su prisión acuática se convirtió en su campo de batalla. La flota holandesa, que dominaba la situación, se vio repentinamente en peligro de quedar atrapada e inmovilizada. No tuvieron más opción que una retirada apresurada para no ser aplastados por el hielo. Para los españoles, el milagro era completo: la infantería ahora podía marchar sobre el río helado para asaltar a la flota enemiga. Su plan era audaz y letal: «cerraran con los navíos y se los ganaran o pusieran fuego».

4. «Parece que Dios es español»: El asombro del enemigo
El contraataque fue fulminante. Marchando sobre una superficie que no debería existir, los infantes del Tercio se abalanzaron sobre los barcos holandeses que luchaban por escapar. Los rebeldes, que horas antes se veían como vencedores, no daban crédito a lo que presenciaban. Acribillados desde el dique y viendo cómo la infantería avanzaba sobre el hielo, el pánico se apoderó de ellos.
El asombro del enemigo fue tal que el propio almirante holandés, el conde de Holac, pronunció una frase que encapsula la magnitud del suceso:

«Parece que Dios es español, pues ha obrado tan gran milagro.» (y en eso coincide la versión holandesa)
Esta no es una cita de una crónica española, sino el reconocimiento del propio adversario, gritado entre el estruendo del combate. Mientras que los españoles interpretaron los hechos a través de su fe, fue la admisión del enemigo —nacida del puro terror— la que cimentó el estatus del evento como un «milagro» en el registro histórico. La victoria no fue solo una huida, sino un triunfo rotundo: los españoles capturaron diez navíos, toda la artillería y munición enemiga y tomaron 2.000 prisioneros.
5. Un legado centenario: Cómo una noche de hielo forjó una tradición
La victoria fue total. Tras la batalla, el fervor y la gratitud de los soldados no tuvieron límites. Inmediatamente, la Inmaculada Concepción fue aclamada como patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Se fundó la «Cofradía de los Soldados de la Virgen, Concebida sin Mancha», uniendo para siempre la devoción mariana a la infantería española.
Sin embargo, este patronazgo nacido del fervor popular tardaría casi 300 años en hacerse oficial para toda el arma. Fue el 12 de noviembre de 1892 cuando una Real Orden de la Reina Regente María Cristina de Habsburgo declaró a la Inmaculada Concepción como patrona del Arma de Infantería del Ejército español.
Así, un único evento, una noche de supervivencia imposible en un islote de Flandes en 1585, generó un impacto cultural y religioso tan profundo que, más de cuatro siglos después, sigue siendo una tradición fundamental y un símbolo de protección para el Ejército de España.
Capilla de la Inmaculada en Empel
En Oud-Empel hay un discreto cementerio y junto a él se yergue una pequeña capilla, parece que forma parte del camposanto, pero no, aunque el acceso desde la carretera es el mismo son lugares diferentes. Como se puede ver en la foto se encuentra en una pequeña elevación sobre la orilla del rio.



En el interior de capilla podemos ver, además de una imagen de la Inmaculada Concepción, diversas placas y enseñas españolas presentadas con motivo de distintas visitas y conmemoraciones.




¿Fue un milagro?
No hay dictamen canónico al respecto, aunque el insólito fenómeno meteorológico que tuvo lugar aquel 8 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel ha sido objeto de estudio e investigación por historiadores y meteorólogos holandeses. Hoy el Instituto de Meteorología holandés se limita a certificar que aquello, la concatenación de circunstancias que produjeron que el agua alrededor de la isla de Bommel se helase en una sola noche, fue un fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras. Desde luego aquellos hombres sí creyeron que la Purísima había acudido a rescatarles. Así, por el milagro de Empel, la Inmaculada es la patrona de la Infantería.
Conclusión
El Milagro de Empel es una de esas historias fascinantes donde convergen la resistencia humana hasta el límite, una fe inquebrantable y un giro del destino aparentemente imposible. Es un relato de honor, devoción y un golpe de suerte meteorológica tan improbable que fue visto como un acto divino por amigos y enemigos por igual. El liderazgo de Bobadilla, que dio ejemplo siendo el último hombre en evacuar la isla, selló el carácter legendario de aquellos hombres.
¿Fue una intervención divina, una asombrosa casualidad meteorológica o la máxima expresión de la voluntad de supervivencia? La leyenda de Empel nos invita a creer que, a veces, la historia la escriben los milagros.
Origen
- La Inmaculada y la Infantería– Tras el último verso
- Por qué la Inmaculada Concepción es la patrona de la Infantería española
- El milagro de Empel
- https://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_de_Hohenlohe-Neuenstein
- https://fsspx.es/es/news/la-inmaculada-y-los-tercios-espanoles-6334
- https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Arias_de_Bobadilla
- Toledo Sacro Facebook
- https://ingenierosmilitares.es/el-milagro-de-empel/



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