Hoy busqué en quién inspirarme, busqué la manera de expresarme, busqué la manera de decir algo algo con sentido. Cogí una hoja de papel y me puse a escribir. En realidad, encendí el ordenador, el editor de texto, y me pregunté: «¿qué le digo?» Y fluyeron las palabras y, como una presa abierta, se desbordó todo lo que llevaba dentro.

Y después de rellenar páginas y páginas, de pensar y sentir que no hay más palabras en el mundo, que se ha de ampliar hasta el infinito cualquiera enciclopedia, porque ya todas han sido escritas; cuando pensé que ya todo estaba escrito, pensé que de poco sirve guardar todo eso es la memoria del ordenador.
Y le quise dar la libertad a mis palabras, ¡Qué vuelen como palomas mensajeras en el viento! Las palabras saben a dónde tienen que ir, tan solo hay que abrir la ventana y que salten por el espacio y el tiempo. Y mis palabras se marcharon con sus mochilas cargadas, con la esperanza como rumbo y la realidad como destino. Y mis palabras se subieron al autobús de la ilusión y al tren de los sueños. Y mis palabras ya no son mías.

Siendo del viento me las reclamas; siendo tuyas, me haces a mí propietario, porque las palabras no llegan, no ha llegado el petrolero de palabras a tu puerta, tu buzón sigue vacío. Pues más vacío se queda mi corazón, mi conciencia, más pobre de palabras se queda el jardín, si no ves que hay una caravana de camiones que se han detenido frente a ti.
Tan solo sé que hoy busqué, que tuve ganas de escribir, que si nadie ha patentado esto de escribir palabras, sirva esto como solicitud de patente, porque te aseguro que imitadores me van a salir mil. Yo me quedo junto a la puerta, esperando que tú, paloma mensajera, hagas nido en mi jardín.
Esternocleidomastoideo
Debería escribirse un diccionario, una enciclopedia, con el significado metafórico de las palabras, porque muchas veces las palabras por sí mismas no se entienden dentro de un contexto y cada cual las interpreta según su apreciación personal, sus circunstancias y condicionantes. Pero la verdad es que, si existe tal traductor de apreciaciones e interpretaciones de las palabras, lo desconozco y tampoco creo que, como tal, llegase a ser de mucha utilidad, porque no abarcaría el sentir ni el pensar de todo el mundo, ni de quien escribe ni de quien lee, por lo cual, cada uno es libre de deducir de ello lo que en cada momento considere oportuno, siempre y cuando la traducción válida no venga avalada por quien corresponda.
Mi palabra de hoy es “esternocleidomastoideo” ¡Vaya palabreja rara! Sí, ya sé, o al menos debería saberlo, el significado científico del término es: “Músculo que está situado en el cuello y tiene la función de permitir el giro y la inclinación lateral de la cabeza.” Pero, ¿de verdad significa tan solo eso? Es una palabra larga y difícil de pronunciar e incluso de escribir con corrección. Os he de confesar que con algo de paciencia y mucha atención lo he escrito a la primera y sin que el corrector ortográfico del editor de textos encontrase ningún error. De hecho, para buscar la definición científica del término he recurrido a Internet y el buscador lo ha encontrado a la primera, ya que otras veces te muestra la palabra correcta, si detecta que la introducida contiene algún error gramatical.
La cuestión es que hoy quiero que mi palabra sea esa y darle un sentido metafórico, porque ,como consecuencia de mi extensa, corta, o como se quiera considerar, experiencia literaria, me he dado cuenta que se ha de aspirar a escribir algo comparable y equiparable a “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, por tener algún referente dentro de la Literatura en castellano, español e incluso en el mundo. El problema es que es una novela que ya ha sido escrita y escribirla dos veces no tendría mucho sentido. Sin embargo, cobra todo su valor cuando se consigue que un poema, un verso, las primeras palabras de una novela, un párrafo, la primera página de cualquier cosa que se escriba, tiene sentido y valor para alguien más. Entonces, te das cuenta que has conseguido el propósito al que todo escritor aspira, que para alguien más eso tenga sentido. No me echaré flores, porque no las merezco y me suelo considerar “un escritor de cajón”, de los que escriben mucho y comparten a cuenta gotas.
En cualquier caso y siendo sincero, sin llegar a considerar que mis escritos estén, ni mucho menos, a la altura de “El Quijote”, es muy posible que en alguna ocasión haya conseguido que lo publicado no degenerase en la indiferencia más absoluta. Ha habido quien ha alabado por labor como escritor e incluso insinuado que se ha quedado con ganas de más, pero, como os digo, soy más “un escritor de cajón”. Tal vez demasiado exigente conmigo mismo o con la sensación de que vaciar el altillo del armario, las cajoneras e incluso la memoria del ordenador, o los CD, es como dar por perdido todo eso, que deja de ser mío y, hasta cierto punto, es como si se desvaneciera, se volviera intocable, cuando lo que me motiva suele ser darle vida, buscarle otros matices e incluso ampliar escenas. Lo único que no corrijo, salvo la caligrafía, son los poemas, dado que poco más se puede añadir, son mis sentimientos y expresiones de ese momento y, como tal, han de quedar en el tiempo, por si alguna vez alguno más saliera a la luz.
El caso es que mi palabra de hoy es “esternocleidomastoideo”, en su sentido metafórico, en esa interpretación completamente subjetiva e intencionada del término, por lo que confío en que, como me suele suceder en ocasiones, tenga el mismo sentido para vosotros, para alguien más.

27. septiembre 2020
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