Ruido en el silencio

Una web de creatividad literaria, poética, con un blog en el que no se haga mención a la poesía, es como pedirle peras al olmo, porque ya me han recalcado en alguna ocasión que he de compartir algo que suponga una aportación a los demás, porque dedicarle ocho o diez post a Daddy está bien, pero entiendo que la gente se pregunte si hay algo más y la respuesta es sí. El objetivo de esta nueva mentalidad creativa es que la gente acuda a la web y disfrute con la lectura, sienta el gusanillo y la curiosidad por saber si este tal Manuel Pellicer Sotomayor es un simple charlatán de pacotilla o de verdad tiene esa faceta creativa de la que tanto presume, pero que poco comparte, porque se repite más que los ajos y se enrolla más que las persianas para al final no decir nada y la gente siente que ha perdido el tiempo al acceder a esta web, a este blog. De modo que es hora de arremangarse y ponerse a la faena, que al menos por una vez la gente se quede con la boca abierta, aunque entren moscas.

¿Cuál es el poema más significativo de esta web? Esa es la pregunta del millón o simplemente basta con pulsar el enlace del menú a “Poemas” y encontrarse con ello de cara,  que es tan evidente que si fuera un tigre te comería, pero se trata de un poema, de su poema, de los varios centenares o miles que tiene escritos. Éste es el que a Manuel Pellicer Sotomayor le sirve de tarjeta de presentación. “Ruido en el silencio”, tan controvertido y complicado de interpretar como sencillo de explicar.

¿Nos ponemos a ello?

Ruido en el silencio

El ruido es la ausencia de silencio, en comunicación es lo que dificulta el mensaje, porque si susurras junto a un altavoz donde la música suena a su máximo volumen será complicado que te oigan. Para hacerse entender, para que los demás nos escuchen, nos hemos de hacer oír por encima del ruido, de esas interferencias ambientales.

El silencio es justo lo contrario, no hay ningún sonido, es como eso que dicen que si un árbol se cae en mitad del bosque y nadie lo escucha, resulta complicado asegurar que haya hecho algún ruido. El silencio no es dificultad en la comunicación sino ausencia de ésta, que por mucho que arrimes la oreja altavoz, si no hay música no se escucha nada.

“Ruido en el silencio” Pretende ser como ese susurro junto a un altavoz apagado, lo que rompe el silencio y se escucha como si pasase por la calle una banda de música. Pretende ser ese contraste entre la realidad y la apariencia, ser como ese árbol que se cae en el bosque, pero su crujido se escucha hasta en los confines más alejado del universo. Pero. si no hay silencio, de poco o nada sirve que haya ruido, ya que por mucho que alces la voz, por mucho que quieras hacerte oír, nadie te va a escuchar.

El poema en sí mismo es una conversación entre dos personas, entre el poema y el lector, entre el poeta y quien sea su inspiración, entre tú y yo cuando siento ese silencio entre nosotros y, sin embargo, tengo la necesidad de hablar contigo, porque sí el poeta, si Manuel, no escribe, tú no tienes nada que leer. “Mi silencio ha de cerrar tus labios” ¿Cómo vas a poder leer algo que no he escrito? ¡Qué triste! ¡Qué impotencia genera este verso! “Mi silencio ha de cerrar tus labios”. Tú quieres hablar conmigo y te encuentras con mi silencio, “Mi silencio ha de cerrar tus labios”. Parece como si te estuviera pidiendo que te callases “¡Callate! No quiero hablar contigo!” ¡Pues vaya! Uno que se quiere dar a conocer como poeta, que se quiere comunicar con el mundo, lo primero que da a entender es que no escucha a nadie. “Mi silencio ha de cerrar tus labios”. Hay cientos, miles de libros en la biblioteca, miles de escritores y poetas a lo largo de la Historia de la Literatura y de la Humanidad. Me escoges a mí, eliges este poema, y lo primero que se me ocurre decirte es que te calles. “Mi silencio ha de cerrar tus labios

Este verso en realidad, busca la empatía contigo. 

Empatía es ponerse en lugar del otro. Los ingleses dicen que hay que ponerse en los zapatos del otro, de manera que te estoy ofreciendo la posibilidad de que te pongas mis zapatos “porque no sé cómo hablar conmigo”, porque me frustra intentarlo y no sentirme correspondido “llevo tanto tiempo hablando solo”. Soy como ese árbol que se parte en mitad del bosque “porque no sé cómo hablar conmigo”. No sé quién eres, si lo que te intento expresar en mis poemas para ti tiene algún sentido y como tan solo escucho el ruido, hay dificultad para comunicarme contigo, “ya no tengo nada que decir”, porque para qué hablar, si nadie me escucha, “porque nadie habla ya conmigo”. En este bosque sin puertas, en este silencio sin música, “mi silencio es lo único que oigo”, pero no, no te quiero hablar de mi silencio “lo que ahora siento y”, quiero empatizar contigo y por eso “a nadie digo”.  “Mi silencio ha de cerrar tus labios” busco esa empatía entre tú y yo.

¿Qué es lo que te quiero decir? ¿Qué es eso en lo que he puesto tanto empeño? Cuando me prestas atención te encuentras con que “mis palabras no van a tus oídos” ¡Menudo contrasentido! “porque hablo de ti, pero no contigo” ¿Acaso le hablo a la pared? ¿Me he puesto delante del espejo y he mantenido una absurda conversación conmigo mismo, así es normal que “te llamo y nunca acudirás a mí”.

Mis palabras te quieren llegar al corazón, si estás leyendo este poema, este post, las palabras te entran por los ojos. ¿Dónde estás? En tu casa; en el trabajo; paseando por la calle, en un banco del parque, sentado a la mesa de un bar mientras charlas con tus amistades y les comentas que has interesado por esta página web, por ese poeta o has llegado hasta aquí por casualidad. ¿Ya empatizas conmigo? Ven, que te llamo por tu nombre, deja lo que estés haciendo y ven conmigo. “Te llamo y nunca acudirás a mí”

¡Ojala sea cierto que has empatizado conmigo! ¿quién lo va a saber? “Mi silencio ha de cerrar tus labios” Yo no te lo voy a preguntar. “Es un silencio tan doloroso” Me cuesta tanto lograr que me entiendas “que me hace daño incluso al salir” Y ese bosque al que antes he hecho mención se convierte en un jardín, se le ponen puerta al campo. “porque yo hablo con las piedras, con las flores que adornan mi jardín” Las piedras y las flores sí empatizan conmigo, me entienden y lo mejor de todo es que los jardines suelen ser lugares donde apetece estar en los días soleados, las piedras y las flores adornan y llenan de vida e ilusión un lugar. Y lo que ya parece como un cartel para prohibirte la entrada como eso de “Cuidado con el perro” “Lugar controlado por alarma de seguridad. Se avisará a la Policía”, es decirte “pero ni tus oídos son mis orejas, ni mis palabras pueden ser para ti.”

Sin embargo, es una invitación un “Bienvenido a mi casa”, un “Te he echado de menos”. Si no empatizas conmigo, si no quieres darte conmigo un largo paseo por mi jardín, lo que yo diga, lo que no escriba ni convierta en un poema, se va a quedar para las flores y las piedras, de manera que no es un “mantén las distancias que me molesta tu compañía”, sino, justo lo contrario, que mi jardín es lo bastante grande para los dos y la puerta está abierta por si te apetece entrar, Todo el mundo es bienvenido, pero tienes que entrar, si te quedas en la puerta, en la calle, será el ruido impedirá que me escuches, mis oídos no pueden ser tus orejas y lo que yo diga no será para ti. De manera que entra en mi jardín porque quiero hablar contigo, que descubras todo eso que el ruido no te permite escuchar.

Mis poemas se acaban convirtiendo en cartas, en mensajes enviados con o sin destinatario, aunque lleven remitente, por lo cual, si lo lees con cierta frialdad, sin empatizar, sin entender el trasfondo de esos versos.

Sin embargo, “Mis versos decoran todos tus olvidos”, ¿Dónde están tus olvidos? En lo más hondo y profundo de tu ser, allá ni dónde nadie se atreve a ir y lo decoro, consigo embellecerlo, se convierte en algo agradable, bonito, algo que se disfruta. No se trata de que los olvidas después de haberlos leído, es que convierten tus olvidos en recuerdos.

Además, por si no lo has leído bien, “adornan tus manos un momento”, como “las flores que adornan mi jardin”. Son flores de mi jardín para ti. Es una invitación a que entres en mi jardín, a compartir toda esa belleza creativa conmigo. Si estás leyendo esto en la pantalla de un teléfono móvil y lo tienes en las manos ¡Qué manos más bonitas tienes! ¿Te has fijado? Ahora son mi jardín.

Pero ¿Tú cómo lo estás leyendo? ¿Te interesa algo de lo que te estoy contando? ¿O lo tú lees como si fuera un cuento, una historia a la que le falta final feliz? Si te has quedado en la puerta, si no te has adentrado en mi jardín, entiendo que todo lo que has leído del poema carece de sentido, es un poema más porque te he pedido que te calles, porque no estoy hablando contigo y porque lo que yo piense no es para ti, porque este parece un poema triste, deprimente y sabes de más de un poema escrito por Manuel Pellicer llenos de romanticismo, de alegría y piensas que éste no es ni mucho menos de los mejores, de los que destacarías, aunque él se haya empeñado en marcarlo como el más significativo de todos, es un poema más y después ha escrito otros muchos.

Leyendo verso tras verso, llegas hasta el último verso, al final de la historia, al momento de sacar una conclusión, pero “porque llegas hasta el último verso”, no es el último verso de la última estrofa ni del poema, aún quedan otros tres versos, aún queda ruido, sonido que rompe el silencio y puede parecer que la historia se termina, que ya se acerca la despedida “y ves que ya no tuve nada que escribir,”. Te has dado un paseo, has conseguido empatizar conmigo, te has dado un paseo por mi jardín, has navegado por tus olvidos y has visto como las flores más hermosas afloran de tus manos ¿Y eso es todo?  ¿“que tras el último verso no hay nada”? Y el poema debería titularse así “Tras el último verso”, pero no es “Ruido en el silencio”, Sin embargo, si llegas hasta el último verso, el poema lo dice muy claro, “pero tras el último verso me tienes a mí.”

Tras el último verso

Y yo me quedo tras el último verso, intentando hablar contigo, que mantengamos esta conversación las veces que quieras. Y, si te apetece, ya sabes dónde está mi jardín por si quieres que te hable sobre eso que no está escrito. Quizás mi jardín sea esta misma página web, mi jardín sea donde siempre estoy o donde siempre he querido estar, pero la próxima vez que me busques, ya sabes dónde estoy, que la puerta está abierta y estaré encantado de que vengas a verme y que compartas conmigo la belleza y el encanto de mi jardín. Es más, cuéntame ¿Es tu jardín así de bonito?

Tú, si te apetece, vuelve a leer el poema y a entender eso de que “Mi silencio ha de cerrar tus labios” porque también se puede entender en un sentido y con una intención muy distinta; tus labios rompen mi silencio porque ahora ya sabes cómo hablar conmigo, llevas queriendo entenderme desde hace tanto tiempo, que ya no hay nada que callar, porque ahora hablas con el que calla, con aquel que está hablando contigo, será tu voz la que se oiga, la que ahora se escuche y a ti te lo digo…..

¡Ya verás cómo nos gustan los mismos finales felices!

RUIDO EN EL SILENCIO
Mi silencio ha de cerrar tus labios,
porque no sé cómo hablar contigo,
llevo tanto tiempo hablando solo,
que ya no tengo nada que decir,
ya no escucho a quien me habla,
porque nadie habla ya conmigo,
mi silencio es lo único que oigo,
lo que ahora siento y a nadie digo.

Mis palabras no van a tus oídos,
porque hablo de ti, pero no contigo,
te llamo y nunca acudirás a mí,
es como un silencio tan doloroso,
que me hace daño incluso al salir,
porque yo hablo con las piedras,
con las flores que adornan mi jardín,
pero ni tus oídos son mis orejas,
ni mis palabras pueden ser para ti.

Mis versos decoran todos tus olvidos,
adornan tus manos un momento,
tú los lees como si fueran un cuento,
una historia a la que le falta final feliz,
porque llegas hasta el último verso
y ves que ya no tuve nada que escribir,
que tras el último verso no hay nada,
pero tras el último verso me tienes a mí.

Manuel Pellicer Sotomayor

03. diciembre 2020

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