Desde siempre me han enseñado que todos los problemas tiene solución o no son problemas. El problema en sí mismo está en encontrar esa solución, en tener los suficientes conocimientos y entendimiento como para solventar esa situación, lo cual no siempre es fácil la primera vez, hay que practicar, asumir la posibilidad de equivocarse, de cometer errores, sobre todo hay que tener paciencia y no dejarse llevar por la desesperación del momento y la frustración por el reiterado y repetitivo fracaso, que por muchas vueltas que le demos aquello que intentamos no termina de cuadrar como a nosotros nos gustaría. Todo se complica en exceso, dado que en toda ecuación de la vida, siempre hay que encontrar el valor de X.
Al final uno se acaba rindiendo, porque el problema es que hay un problema en resolverlo, una dificultad intrínseca, que requiere de un conocimiento previo, de una experiencia que se ha de adquirir, ya sea a través del estudio o del paso del tiempo. Por eso para aquellos que ya han andado una y mil veces por ese camino de incertidumbres, se han dejado guiar y enseñar por sus maestros, encontrar la respuesta a tal o cual problema es cuestión de un instante (X+3=6; X=3) Aunque, si se trata de educar, de transmitir esos conocimientos, siempre se puede ir por el camino largo, como el en cuento de «Caperucita Roja», donde el objetivo es llegar a casa de la abuelita. Por suerte, en este caso, «el lobo» tal vez sea más como el cazador que va abriendo camino en mitad de esta maraña de dudas sin sentido.

Lo más fácil sería que la solución estuviera delante de nuestra narices, pero hemos de ser capaces de darnos cuenta, de atrevernos a pulsar ese botón, acceder a ese enlace que no sabemos dónde nos puede llevar. Aunque el hecho de pulsar ese botón en ocasiones implique hacer trampa, aprovecharse del esfuerzo y del trabajo de los demás, de aquellos que llegados a éste punto del problema se han atrevido a resolverlo por sí mismos, sin ayuda. Cuando se trata de enseñar a otros, por lógica cualquier problema que se plantee ya sabemos de antemano que tiene una solución. De lo contrario no se plantearía como aprendizaje.
Si se me permite la trampa, tan solo os diré dónde está ese enlace a la solución…. aunque hay problemas que no se resuelven con tan solo pulsar un botón y, en ocasiones, se recomienda analizar el problema, o al menos hacer un «copy / paste» de la solución y trasladarla al problema para comprobar el resultado.

Frase de la película El Contador (2016)
Y tal vez, solo tal vez, él no entienda cómo decírnoslo. O… Aún no hemos aprendido a escucharlo.
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