Adam, 2009

El amor puede ser arriesgado, desconcertante y estar lleno de los peligros provocados por errores de comunicación. Y eso, aunque uno no sea ADAM, cuya vida es exactamente así. Hugh Dancy protagoniza esta comedia romántica rebosante de sentimiento, dando vida a Adam, un guapo aunque enigmático joven que ha vivido toda su vida a cubierto de cualquier contingencia, hasta que conoce a su nueva vecina, Beth (Rose Byrne), una bella y cosmopolita joven que lo saca a rastras al mundo exterior, con resultados divertidos, conmovedores y totalmente inesperados. La inverosímil y enigmática relación revela hasta qué punto pueden dos personas pertenecientes a realidades distintas ponerse a prueba en busca de una relación extraordinaria. (FILMAFFINITY)

Si yo empecé a escribir «Silencio en tus labios» allá por finales de siglo XX, sin saber en realidad cuáles son mis limitaciones, mi investigación sobre el tema me ha llevado a toparme con esta película en estos últimos años y de algún modo sentirme identificado con el protagonista, aunque como se suele decir al respecto, esto no es más que una película y cuando yo me siento a escribir no pretendo más que plasmar mi habilidades literarias en una novela, para lo cual recurro a mi realidad, en ocasiones adaptando de manera intencionada los acontecimientos y el modo de actuar de tal o cual personaje.

El caso es que encontré un cierto paralelismo en el trasfondo tanto de la película como de la novela, lo cual me lleva a considerar que ésta es una de mis películas favoritas y el hecho de hacer mención a ello es por la relación que entiendo tiene con lo publicado en los últimos días, dado que estoy haciendo mención a la novela, a los comienzos de la historia de amor entre Ana y Manuel, cuando llega el momento de replantearse si esos que los personajes sienten tiene algún sentido o no hace más que generar conflictos y malentendidos entre ellos y con sus amigos.

El 14 de diciembre 2002, Ana llega a un punto de desesperación, de necesitar que el tema quede en el olvido, porque no le hace ninguna gracia que se aluda a ello y si antes esas insinuaciones procedían d e la actitud de Manuel, en esta ocasión ello viene provocado por las bromas y los comentarios de sus amigos, por pretender buscarle un novio y considerar a Manuel como un posible candidato, aunque éste no se cuente entre sus preferencias ni preferentes. Las peculiaridades y rarezas de éste no son ningún secreto, lo que le convierte en una presencia que no le deja indiferente.

En la Navidad de ese año se muestran las consecuencias de esas desesperación, de esa actitud un tanto contrariada, hasta temerosa de la reacción de Manuel ante su carta porque entiende que quizá se ha excedido un poco en su reacción y éste le pida alguna explicación o la haga responsable de su poco relación con los amigos que tienen en común, que sea un peso que recaiga sobre su conciencia y del cual se quiere descargar lo antes posible.

El 11 de enero busca esa reconciliación discreta, como algo que quede entre ellos dos y teniendo por cómplices y testigos tan solo a sus amigas, aunque, en realidad, su impresiones que Manuel ya ha pasado página y lo que ésta pueda decir o hacer, ya le es indiferente, como si fuera cierto eso de que el tiempo cura las heridas. Sin embargo, ella en su foro interno no se siente capaz de dejarlo estar, no quiere que la considere como una más, porque prefiere que ambos lo superen con el mejor ánimo, no ser como otra piedra en su camino.

Es decir, que lo quiera o no reconocer, se supone que lleva un mes pensando en Manuel, primero con el impulso de olvidarle, de no permitir que la presencia de éste ni sus insinuaciones románticas le condicionen, pero, de algún modo, el hecho de que no se le quita de la cabeza, que al principio de la novela, paso de ser casi un completo desconocido a una distracción en sus momentos de meditación, de convertirse en la peor de sus pesadillas a considerar que quizá no ha sido lo bastante juiciosa y se ha dejado llevar por las apreciaciones y consideraciones de los demás porque en realidad ella se merece algo mejor. De hecho, dada su situación, casi sería mejor que no complicase tanto la vida con problemas que le son ajenos, pero es que se trata de Manuel, en realidad al hecho de que ella se siente revivir cada vez que acude a Toledo, por lo cual pocas opciones le quedan o confiar en que antes o después todo se quede en el olvido como una anécdota de la que reírse pasados los años; quedarse en la tranquilidad de su ambiente, donde nadie la incomoda; o lanzarse a una locura de futuro incierto y que, si aquello no acaba en nada, al menos no sea por que ella no haya puesto de su parte.

Se lo pregunto al viento……

¿Y qué pasa con Manuel? Ante el desarrollo de los acontecimientos parece mantenerse impasible, como un sufridor silencio, acobardado, que se deja llevar de acá para allá y encuentra refugio en sus silencios. Se muestra vencido y derrotado, quizá confiado en que algún día cambie su suerte y el viento sea quien corresponda a esos infructuosos acercamientos e intentos de conquista, de manera que en vez de buscar esa cercanía con los amigos, parece que él mismo se pone obstáculo en su camino, sin caer en la cuenta de que a vida es algo más que buscar en balde ese amor más platónico que real, que cuanto más se obsesione con esa idea menos tendrá en común con sus amigos, porque éstos progresan allí donde él se encuentra frente a un muro de piedra, ellos llevan una vida normalizada, plena en lo social.

Lo único es que termina el capítulo 11 con la sensación de que algo ha sucedido, pero no sabe muy bien cómo justificarlo, ya que en todo lo referente a Ana parece que tan solo surgen conflictos y malentendidos, que todo empezó así. Ana tan solo había demostrado interés por conocerle y de manera equivocada había deducido otras intenciones, aparte que era una chica nueva e el grupo, procedente de otra ciudad y con ganas de integrarse por ella misma, lo que derivó en que atrajese su atención, la suya y la de todos. Ana ya le ha dejado las cosas claras, si las acepta, por su parte no hay ninguna recriminación, todo queda en el olvido, de lo contrario será Manuel quien se busque sus problemas.

¿15 de febrero de 2003?

Aquí se enlaza con el dilema de la protagonista de la película, con la suerte para Ana de que quien la atormenta no vive en su mismo edificios, pero aunque sea desde la distancia y con la idea de ese próximo reencuentro, de que se acosten las distancias y Manuel sea algo más que un amigo, tiene mucho que pensar. sin que como tal se vaya a lanzar a sus brazos en cuanto se vean.

Ana tiene mucho que pensar, consciente de que Manuel tal vez vaya a necesitan un poco de apoyo por su parte que la relación entre ambos no estará exenta de problemas de comunicación.

De momento tan solo se lo está pensando, ya le ha dejado claro que entre ellos no cabe este tipo de relación. Además hasta ahora tan solo se han tratado con una cierta distancia acortada por esas cartas escritas por impulso, con más cabeza que corazón.

Es momento de pensar, de poner el corazón, hasta cierto punto de tensar un poco más la situación, porque tal vez ella se esté planteando lanzarse a la piscina, pero antes ha de estar segura de que ésta tiene agua para no darse el batacazo padre, dado que cada vez sus visitas a Toledo suscitan mayor curiosidad, consciente de que sus amigas están encantadas de pasar un fin de semana juntas y que ella es el enlace entre las dos ciudades para no recurrir al teléfono. Es más, como ella ya ha pasado por una ruptura sentimental, de la que no se ha terminado de recuperar del todo porque esas escapadas a Toledo son una manera de evadirse de lo cotidiano, la idea de toparse dos veces con el mismo problema tampoco es algo que le termine de convencer. En Toledo se siente revivir, pero le asusta la idea de vivir una pesadilla que ella no se ha buscado. Manuel parece que ya la ha olvidado y puede que ahora sea otra la musa de sus poemas de amor.

¿Y tú qué le aconsejarías a Ana?

Hasta que hablen entre ellos quizá prefieras que haya «Silencio en tus labios»

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