Oda al Tajo, al agua que cayó, a aquel río que nace en la sierra, y hasta llegar al mar no murió. Oda a todos los riscos y barrancos, a la pendiente que es inclinación, a los caminos que recorre el agua, y que el río en la tierra se escarbó, Oda a cuanta ciudad haya nacido, al abrigo de un abrazo de amor, viendo como llegaba el agua, y como el agua del río se marchó, Oda a Toledo, mi ciudad herida, atravesada por cauces de dolor, una ciudad ubicada entre colinas, que tan solo el río Tajo dividió.
Poema de 1996