A ver si llegamos al Valle

Introducción

Lista de lo visitado hasta ahora: (ver lista en página aparte)

En este avanzar por la ronda del Valle, para dar la vuelta a Toledo, en la entrada anterior nos quedamos en El cerro de la cabeza y desde aquí continuamos, desde la venta del Alma. Veamos hasta dónde llegamos en esta ocasión.

Pero no nos quedemos parados en «la Venta del Alma» y sigamos con nuestro paseo. Ya habrá tiempo para descansar una vez que concluya el paseo o nos flaqueen las fuerzas. Casi acabamos de empezar y nos queda mucho por recorrer todavía. ¡Que no nos asusten las cuestas! Sigamos por la carrera de circunvalación con cuidado de que no nos atropellen los coches y sigamos disfrutando de las vistas de la ciudad en este recorrido contra el reloj.

Subida desde la Venta del Alma

Procuremos no confundir el camino e ir por la ronda de circunvalación, no sea que nuestra curiosidad o imprudencia provoquen que nos alejemos de Toledo más de lo debido o de lo deseado. Tengamos siempre como referencia al río Tajo, que en esta ocasión ejerce de guía en esta excursión. ¿Quién sino el río Tajo va a saber cómo se rodea Toledo? Es más, como avanzamos contracorriente, podemos estar seguros de que sabemos de dónde y por dónde viene.

Que no nos confunda el hecho de pensar que el camino nos aleja de nuestro destino porque hemos de sortear el arroyo de la Cabeza, porque seguimos siendo testigos de cómo a cada paso del camino, allá donde los edificios y la vegetación nos lo permiten, tenemos ocasión de contemplar Toledo. Estamos en la zona de los cigarrales.

Cigarral de Santa Elena visto desde la carretera de circunvalación
Desde la carretera de Circunvalación

Porque Toledo, como la torre de la catedral al esconderse por sus calles, también tendrá el atrevimiento de jugar al escondite con nosotros y pretenderá hacernos creer que nos hemos perdido, que allá donde creíamos que había una ciudad no hay más que vegetación.

Nada por aquí y nada por allá y Toledo ya no está.

Como por arte de magia, sin que nos demos cuenta, desaparece de nuestra vista.

Vista desde la ronda de circunvalación

Pero sigamos avanzando y no nos desviemos de nuestro objetivo ni de nuestro camino. Que el embrujo de la ciudad no nos nuble el entendimiento porque éste no puede ser eterno, no debería serlo. ¡Toledo ha de existir, ha de aparecer por alguna parte! Avancemos sin demora para desvelar el misterio de esta extraña desaparición. Descartemos la idea de volver sobre nuestros pasos para enamorarnos de nuevo de esta ciudad. Hemos de completar esta conquista, conscientes de que nos encontraremos con dificultades. Nuestra amada Toledo tan solo es prisionera de la distancia y del paisaje que la rodea, pero nosotros, como sus caballeros andantes, la liberaremos; encontraremos esa salida furtiva que le devuelva la libertad.

Carretera de circunvalación

Superados los primeros obstáculos, allá a lo lejos, entre la vegetación, en el horizonte, de nuevo descubrimos una ciudad sobre un promontorio. ¿Será Toledo? Habrá que intentar distinguir en su silueta algo que nos resulte familiar. Habremos de hacer un ejercicio de observación y de memoria. ¿Qué hay delante de nuestros ojos que nos recuerde a Toledo? ¿El Alcázar, la torre de la catedral que sobresale sobre los edificios que la rodean?

Vista de Toledo desde la carretera de Circunvalación

Que nos diga esta ciudad cambiante que juega al despiste con nosotros, si acaso aún sigue siendo Toledo o nos hemos equivocado de carretera, porque al llegar a este punto alguien puede llegar a sentirse perdido, contrariado. ¿Qué tiene esa ciudad que aparece tras la vegetación que nos haga pensar que contemplamos Toledo?