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Introducción
Mientras investigando aquí y allá, remuevo las piedras de esta ciudad, por si alguna hablase, uno espera encontrarse una bandeja de dulces que te sepan a cielo. Y sí, te lo encuentras en los variopintos conventos repartidos por la ciudad, gracias a la infatigable y silenciosa labor de las monjas que en ellos residen, oran y trabajan. Pero, además, en ocasiones, uno se siente con suerte, ya sea por ignorancia de ser de Toledo o porque ya se sabe que en Toledo levantas una piedra y no sabes con lo que te puedes encontrar. En este caso, quiero pensar que bien ha merecido la pena seguir la pista de los dulces antes de dejar la plaza de Santo Domingo el Real.
Convento de las Comendadoras de Santiago de Toledo
Veintidós monjas forman la Comunidad de las Comendadoras de Santiago Apóstol en Toledo. Son de clausura, parte de la Orden Militar de los Caballeros de Santiago. “Instituidas para servicio de Dios, para que con su oración le den gloria y con sus sacrificios triunfe la Santa Iglesia sobre todos sus enemigos”.
RTVE.es
El convento de las Comendadoras de Santiago está situado actualmente en el extremo norte de lo que fue el monasterio de Santo Domingo el Real.
Fue fundado a mediados del S. XIV sobre las casas que había donado Dª Inés García Meneses. Poco a poco las antiguas dependencias fueron creciendo, siendo durante el S. XVI cuando se realizaron las grandes obras, fundamentalmente la iglesia y el claustro.
Forman parte del convento:
a) El antiguo refectorio de Santo Domingo, anterior a las obras del S. XVI, en el que destaca el alfarje de finales del S. XV. Hoy en día en esta habitación se hallan situados la iglesia y el coro bajo. La iglesia conserva todavía el púlpito renacentista y su falta de puerta hacia la calle nos indica que este convento formaba parte de otras dependencias anteriores.
b) El claustro fue trazado por Diego de Alcántara, tras las obras de la nueva iglesia dominica empezada en 1565. Llamado éste de la Mona, es de planta cuadrangular, de dos pisos, el inferior con arcos sobre columnas pareadas y el segundo adintelado. Las galerías están cubiertas con vigas, separadas por tabicas. En las esquinas del patio se encuentran los respectivos retablos. Los muros de este claustro están cubiertos con azulejería, realizados según la traza de Alcántara.
Las reliquias de la Pasión, en la sala capitular
El centro de la sala capitular acoge una de las principales reliquias del convento, una reproducción de la Sábana Santa de Turín. Es la única documentada que existe en Toledo. Su carta de donación explica que fue realizada en el S.XVI, cuando el duque de Saboya permite reproducir la original. Se copia en contacto directo con la primera. Se realiza sobre seda de tono marfileño. Mide 1,80 metros con la impresión de un cuerpo de varón por los dos lados. Presenta tonos más intensos en nariz, ojos, llaga del pecho y heridas. El entonces duque de Alba es el primero que obtiene esta copia en Saboya y la envía a la duquesa del Valle en 1587. Es ella quien la dona a las Comendadoras.
Duquesa del Valle, que fue sobrina de Santa Teresa de Jesús, es entregada a este convento.
La Sábana Santa es el eje de la sala. Las hermanas lo han dispuesto expresamente así como objeto de veneración. Otras obras recuerdan otros capítulos de la Pasión de Cristo: un Santo Sepulcro del S.XIII, un Ecce Homo de la segunda mitad del S.XVII o la escultura de un Cristo atado a la columna que recuerda que Jesús fue flagelado siguiendo la costumbre romana, ya superada en su época, y en la que no se limitaba el número de latigazos.
Una reliquia desconocida para los toledanos
Según los cálculos de la asociación oficial de guías, unas 500 personas accederán al convento los días de apertura. Pedro y José Antonio, los dos toledanos, acaban de terminar la visita. “Ni idea de que en Toledo guardáramos una réplica de la Sábana Santa” nos cuenta Pedro quien reconoce que es lo que más le ha impresionado. Para José Antonio también ha sido una experiencia única. “Ver por donde se mueven las mojas. Imaginar cómo viven aquí. Me ha dado que pensar, con las veces que habré pasado por la puerta”

Un equipo de expertos químicos, biólogos e historiadores se ha propuesto desentrañar el misterio de una copia de la Sábana Santa custodiada desde el siglo XVI por las monjas del convento de clausura de Santo Domingo el Real de Toledo y que se va a exponer al público en el Palacio de Benacazón. El académico de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Roberto Jiménez Silva, ha destacado que esta es la primera vez que la copia —realizada en una pieza de seda de color marfil de cinco metros— se exhibe al público, que está respondiendo muy bien con sus visitas, ha señalado.
La copia de la Síndone de Turín se conserva en una pequeña caja de madera rectangular y ayer, por primera vez, se ha colocado en una urna de cristal desde la que se muestra la tela con la impresión de una figura humana, posiblemente pintada.
ABC Toledo 10/04/2011
El claustro, la plaza mayor del convento
La visita realiza también parada en el claustro del convento. “Es su plaza mayor, subraya el guía Juan Ignacio. Aquí confluye la iglesia, el coro, el refectorio, la sala capitular y el acceso a las celdas. Es el lugar donde pueden tener un mínimo esparcimiento por ejemplo, cuidando los árboles.”

En la II República solo quedaron dos hermanas en la comunidad. Hoy son 21

Podríamos pensar que esta foto de la comunidad de las monjas comendadoras de Santiago es una consecuencia de la globalización. Monasterio en el casco antiguo de Toledo, capa blanca impertérrita y cruz de la orden al pecho, y una mayoría de rostros asiáticos sonrientes. Pero la globalización, en este caso, tiene nombre de sacerdote, el padre Jerónimo, que fue quien llevó el carisma de la orden a la India y trajo nuevas vocaciones bajo el brazo. Esto fue hace la friolera de 30 años, lo que ha otorgado hasta la doble nacionalidad a algunas hermanas. «Después vino una chica de República Dominicana y estuvo en el noviciado con siete indias. Yo pensaba que se iba a aburrir sin entenderlas, pero ¡cuál fue mi sorpresa cuando supe que había aprendido a hablar hindi!», asegura la superiora, sor Lucía, riendo. «Ahora, cuando llaman los familiares de sus hermanas desde allí, ella es la que coge el teléfono y se entiende con ellos».
Tras cuatro siglos de vicisitudes, ya en 1502, la rama femenina de la orden llegó a Toledo y ocupó el monasterio de la Santa Fe, situado dentro del Alcázar. «El gran decoro que a lo divino y a lo humano guardan», diría de ellas la infanta doña Sancha en sus escritos. «La santidad en sus obras y las muchas religiosas insignes en virtud que han florecido en este convento».
Está claro que la orden tenía que estar en Toledo. Además de su oración, y un espectacular obrador en el que el dulce estrella es esta tarta de Santiago cuya receta nos ofrecen amablemente, las comendadoras tienen otra tarea: una guardería en la que han llegado a cuidar hasta de 80 niños. «Ahora vienen menos, no solo por la pandemia, sino porque los colegios empezaron a ofrecer también servicios de guardería y los padres quieren llevar a sus hijos al mismo centro», afirma la superiora. Por eso ahora están más dedicadas a los dulces, para poder sobrevivir. No estaría de más que siguieran conjuntando educación con devoción.
Un poco de historia
Las primeras disposiciones de la Orden de Santiago, redactadas en 1171, sometían a sus miembros a la Regla de San Agustín y ya incluían en su estructura la existencia de freilas, casadas y célibes, que vivían con sus familias o en comunidad.
Su labor consistía en ayudar a los caballeros en la lucha contra los infieles, en la restauración de España y en la conquista de la Jerusalén celestial mediante el rezo y el desprecio de las cosas del mundo.
Esta presencia de mujeres en la estructura de la institución constituía una novedad en el ámbito de las Órdenes Militares.
Los monasterios femeninos fueron integrados por mujeres nobles y ricas, que aportaban al centro su propio patrimonio, por lo que estos conventos se mantenían de sus propias rentas y sus integrantes no necesitaban trabajar.
Fueron muchas también las donaciones. Pronto, sin embargo, se vieron acosados por los ayuntamientos, las aristocracias locales y las jerarquías eclesiásticas, que usurparon muchos de sus bienes.
Las posibilidades de defensa de las monjas eran escasas.
Las santiaguistas que vivían en comunidad se ocupaban, además del rezo, de dos funciones principales:
- La acogida temporal en el monasterio de las mujeres e hijas de los caballeros mientras éstos estaban en el frente de batalla.
- La educación de las hijas de los caballeros de Santiago.
Las freilas de Santiago eran instruidas en la lectura, la escritura, la aritmética y la música,
además de la liturgia; las comendadoras sabían tocar instrumentos musicales y tenían libros en sus celdas.
Eran profesoras de las hijas de los caballeros de Santiago.
Estudiar y enseñar a las mujeres era una obligación de las comendadoras de Santiago, en latín hasta el siglo XVI, después en castellano.
Con el paso del tiempo, para ser admitida en la Orden se exigió a las candidatas los mismos requisitos de nobleza y limpieza de sangre que a los caballeros.
La cruz-espada roja era el distintivo de la Orden, símbolo de la milicia mística.
Web de referencia
Comendadoras toledo.org obrador-de-dulces
Cultura Castilla La Mancha.- Comendadoras
Alfa y Omega -Tarta de Santiago