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Ya que hemos estado en el convento de Santo Domingo El Antiguo y que hemos pasado por delante de la puerta en distintas ocasiones, lo lógico es que ahora que tenemos tiempo, que nos lo tomamos con un poco más de calma, le hagamos una visita a la iglesia de Santa Leocadia, porque es la patrona de la ciudad, igual que San Ildefonso es el patrón.
Santa Leocadia
Leocadia de Toledo o santa Leocadia fue una mujer venerada por la Iglesia como santa, que murió virgen y mártir.
Nació en el siglo IV en Toletum en Hispania (hoy Toledo, España), y era hija de un hombre griego y una mujer hispana. Cuando creció, consagró su virginidad a Dios y siempre llevaba velo negro y prendas negras para mostrar que no quería nada del mundo.
Según la tradición, fue Publio Daciano, prefecto romano de Hispania y gobernador de la Bética aplicó en Hispania del decreto de Diocleciano que ordenaba la persecución de los cristianos y el responsable directo de su encierro y, en última instancia, muerte por martirio incruento. Al llegar a Toledo, el pretor Daciano manda encarcelar a Leocadia por la confesión pública de su fe y rechazo a la apostasía. Leocadia fue encerrada con amarras y en una mazmorra oscura para que reflexionara sobre los tormentos que la esperaban si no rectificaba. Enterada del martirio de Eulalia de Mérida y de otros mártires como, entre otros, Vicente, Sabina y Cristeta de Talavera, con los tremendos tormentos que les fueron aplicados con gran crueldad, Leocadia muere, tal vez también de agotamiento, en prisión.
Le hablaron de una joven de Mérida, santa Eulalia, que acababa de morir por no haber querido renegar de su fe. Aquello se le dijo para que abjurase y atemorizarla, pero surgió el efecto contrario: Leocadia quiso imitar a Eulalia.
Una noche de un 9 de diciembre entre los años 303 a 306, los centinelas de la cárcel, que se situaba en la zona próxima al actual Alcázar, y hasta no hace demasiado tiempo conocida como “de los Capuchinos”, sintieron un ruido sobrenatural y observaron una potente luz que provenía de la celda en la que había quedado abandonada la joven cristiana… Por temor, hasta la mañana siguiente no se acercaron a la mazmorra, donde sólo hallaron el rígido cuerpo de la joven Leocadia.
Dieron cuenta del suceso a Daciano, y éste ordenó que fuera el cadáver arrojado, como era costumbre en otras ciudades, detrás de un templo pagano en ruinas, que estaba situado en la Vega, cerca de la margen derecha del Tajo. Saliendo por la puerta más cercana al Anfiteatro, un carro portaba los restos de la joven mártir y llegando próximos al río, el cuerpo fue abandonado sin recibir sepultura alguna.
Una vez llegada la noche, un grupo de fieles toledanos, que aún resistían en secreto a su fe cristiana, habiendo visto cómo el cuerpo de la joven era arrojado tras el templo, se aproximaron al paraje para dar sepultura a los restos de Leocadia. Con algunas piedras levantaron un pequeño y disimulado mausoleo en el que durante largos años de dominio romano muchos se acercaban en las tinieblas de la noche a rezar por el alma de la joven virgen Leocadia, guardando en el recuerdo durante generaciones el lugar donde los restos fueron sepultados.
Años más tarde, ya reconocida la fe cristiana como parte del Imperio Romano tras el edicto de Milán dado por el emperador Constantino, se dedicó un templo en el mismo sitio en que fue sepultada, hacia el siglo IV, siendo el primero construido en esta capital, y hecho Basílica durante el período Visigodo bajo el reinado de Sisebuto hacia el 618, lugar en el que se celebraron los famosos Concilios de Toledo y en la que fueron enterrados los arzobispos de Toledo Eladio, Eugenio, Ildefonso y Julián.

Aunque Aurelio Clemente Prudencio (384-410), que dedicó parte de su obra a himnos de los mártires no menciona a Leocadia, ya desde antiguo había una iglesia dedicada a la santa. Leocadia es una de las santas de culto más antiguo de España, apareciendo citada ya, por ejemplo, en los calendarios mozárabes. La prisión y muerte de Leocadia fue narrada en un relato del siglo VII.
Las primeras fuentes hagiográficas datan, probablemente, del siglo V. Narran que Leocadia pertenecía a una familia noble.
Es Leocadia abogada contra la peste, lo cual supone intervenciones milagrosas de la santa. El más famoso es aquel que narra que San Ildefonso (23 de enero), en una celebración del día de Santa Leocadia, de pronto se abrió sola la tapa del sepulcro, se levantó la santa y tomando a Ildefonso de la mano le dijo: «¡Oh Ildefonso, por ti permanece la honra de mi Señora!«, haciendo alusión a la acendrada defensa que hizo San Ildefonso de la Virginidad Perpetua de María contra los herejes. Dicho esto, antes de volver a callar la mártir, Ildefonso tomó el puñal del rey Recesvinto, que se hallaba presente y le cortó un trozo del velo, que aún se conserva junto al puñal, en un relicario en la Catedral. Otra versión dice que quiso el rey Recesvinto una reliquia del velo de la santa. Mandó Ildefonso abrir la tumba y cuando fue a tocar el cuerpo, la santa misma se arrancó el trozo de velo para el rey.
Reliquias
Inicialmente fue enterrada en el cementerio de Toledo, en la zona occidental, junto al Tajo, donde estuvieron sus restos hasta el siglo VIII. La persecución de Abderramán I contra los cristianos provocó que muchos mozárabes huyeran de la ciudad y se llevaran las reliquias de Leocadia, junto con las de otros santos toledanos. Las de Leocadia fueron llevadas a Oviedo, donde Alfonso el Casto erigió un templo en su honor. De Oviedo, las reliquias fueron llevadas a Flandes en el s. XII. Por mediación de Felipe II los monjes del cenobio de Saint-Ghislain (diócesis de Cambrai), donde estaban entonces depositadas, acceden a entregarlas al padre jesuita Miguel Hernández y en 1587 llegan a la catedral de Toledo. A la ceremonia de recepción asisten, entre otros, el rey Felipe II.
Los restos de la santa reposan en el Ochavo de la catedral, en una arqueta de plata, la cual tiene textos sobre su vida. La arqueta fue diseñada por Nicolás de Vergara y confeccionada por el platero Merino. Se saca en procesión en carroza el día 9 de diciembre
Iglesia de Santa Leocadia de Toledo
La parroquia de Santa Leocadia aparece citada en documentos desde mediados del S. XII, con la denominación de «Santa Leocadia de dentro de Toledo» para diferenciarla de otra iglesia, con la misma advocación, «junto al alcázar», edificada en el lugar donde la santa estuvo en prisión, y de la basílica extramuros «de fuera», actual ermita del Cristo de la Vega, donde fue enterrada. La tradición toledana sostiene que está edificada sobre el solar de la casa donde nació la Santa, de la cual toma su nombre.

Cuenta la tradición que esta iglesia se levanta sobre la casa que habitara Santa Leocadia, quien fuera asesinada durante las persecuciones de Diocleciano en el año 304. Según esta teoría, la cripta que se conserva junto al pilar derecho del presbiterio sería la habitación subterránea de la casa donde la santa se encerrase habitualmente para orar.
Sea como fuere, y aunque no existan evidencias suficientes de la presencia en el lugar de ningún templo de época visigótica, sí es cierto que se conservan algunos fragmentos de relieves de este periodo, empotrados tanto en la torre como en alguna de las fachadas.
Las primeras menciones documentadas arrancan en 1147, y ello hace suponer la presencia de un templo muy primitivo pues la actual iglesia está datada en el siglo XIII sustituyendo a la construcción que existiera aquí anteriormente.
La iglesia con su aspecto actual, parece datar de la primera mitad del S. XVI tras la remodelación llevada a cabo por Juan Bautista Monegro, aunque alguna de sus partes más antiguas corresponden al más puro estilo del mudéjar toledano.
La planta consta de tres naves, con tres ábsides en la cabecera y carece de crucero saliente. La nave central es más ancha y alta que las laterles y está formada por seis columnas de piedra de orden dórico, con arcos de medio punto y con un entablamento formado por una cornisa corrida. Se cubre con una bóveda de medio cañón con lunetos.
En la restauración de 1966, se suprimió el pórtico adosado al muro sur, apareciendo la actual portada de entrada. Este acceso está construido con el típico aparejo de estilo mudéjar toledano, realizado en ladrillo, en forma de doble arco (herradura y polilobulado), enmarcados ambos por un alfiz. En la parte superior de la puerta aparece un doble juego de arquillos polilobulados ciegos superpuestos, construidos también el ladrillo.
El interior de la cabecera del templo está formado por tres capillas: la capilla de la Virgen de la Salud, en la nave de la epístola, con trazas de Nicolás de Vergara, de estilo renacentista; la capilla de Santa Inés, en la nave de la evangelio, remodelada en 1594 con trazas de Juan Bautista Monegro y la Capilla Mayor, situada en la nave central, presidida por un lienzo de Santa Leocadia, remodelada también por Monegro. En 1800 ésta última fue reformada de nuevo al gusto neoclásico.


Existe además una cripta situada junto al pilar derecho del presbiterio, cubierto con una bovedilla de crucería en yeso, fechada en el S. XVI. Este lugar, según la tradición, corresponde a una antigua habitación subterránea de la casa de Santa Leocadia, patrona de Toledo.
De los tres ábsides exteriores sólo se conserva el muro correspondiente a la nave del evangelio con la superposición de arquerías dobladas separadas por una imposta. Los otros dos ábsides han desaparecido a consecuencia de remodelaciones posteriores.
La parte mejor conservada de la construcción mudéjar es la torre, adosada al ábside de la nave del evangelio. Posee la fisionomía de un alminar musulmán siendo su estructura de planta cuadrada, con machón central, en torno al que se desarrolla la escalera. Posee un cuerpo bajo cerrado, con aparejo de cajas de mampostería entre hiladas de ladrillo. Para la iluminación de la escalera interior, se abren estrechas ventanas, casi saeteras, donde el arco lobulado cobija una arquillo mixtilíneo, en yeso. Como remate aparece un friso de arcos ciegos lobulados, cuya clave se anuda en un círculo que enlaza con el alfiz, forma derivada de la decoración taifa. Encima, el cuerpo de campanas, con doble vano de herradura apuntada, y el alero sobre ladrillos en saledizo, transposición de los modillones de rollo califales.
La Virgen de la Salud y el Cristo de la Misericordia tienen su sede en la parroquia de Santa Leocadia
Fuentes:
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