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Introducción
Tras la visita a la Escuela de traductores que da por averiguar qué más hay de interés en esta plaza, no sea que nos vayamos a ir para tener que volver a los cinco minutos porque no hemos visto esto aquello y lo de más allá, porque en esta parte de la ciudad ya hemos visto que vayamos hacia donde vayamos siempre hay algo. En sí la plaza ya la recorrimos en cuanto salimos por el callejón de Jesús.
Así, a bote pronto, como se suele decir, lo que nos llama atención son los muros de los edificios diferentes edificios que delimitan la plaza, el hecho de que ha de haber una razón para que ésta sea la plaza de Santa Isabel y no de «la Escuela de Traductores», porque, como ya descubrimos en la plaza de la Bellota, a aquella sí se le ha cambiado el nombre por encontrarse allí el antiguo Colegio Infantes, incluso podría ser la plaza de «el Ángel del Alcázar», dado que aquí se encontraba su casa y así consta en esa placa conmemorativa.
Tan solo nos queda fijar nuestra atención y nuestra mirada en ese edificio mudéjar y llamar a la puerta para ver si nos abren y nos cuentan algo. Primero aclarar que la puerta de la iglesia no se encuentra en la plaza, si no en la Travesía de Santa Isabel,

Convento de Santa Isabel de los Reyes de Toledo
El convento de Santa Isabel de los Reyes está situado en la plaza de Santa Isabel, a poca distancia de la Catedral, en el antiguo barrio de los tintoreros y fue fundado en 1477 por Dª María Suárez de Toledo, bajo la advocación de Santa Isabel de Hungría.
«Veremos esos espacios que fueron anteriormente casas de familias importantes de Toledo, como los Meneses, los Toledo o los Ayala, y capillas que fueron sus lugares de enterramiento; también los impresionantes retablos de la iglesia, el coro y capillas menores, así como impresionantes imágenes como el Cristo de las Ermitas, un Cristo Yacente con un sagrario en su pecho, imágenes de San Francisco, Santa Clara y otros objetos que son propiedad de esta comunidad», explica Juan Ignacio Vázquez, que destaca que hay un número importante de pinturas de santos y santas de la orden franciscana, «pero también hay cuadros con su historia detrás, como uno en el que apareció la firma del autor hace unos veinte años durante una restauración, una copia de una pintura de Velázquez que estuvo aquí hasta después de la guerra o un busto moderno de la Virgen que fue donado por un médico».
ABC Toledo 09/06/2021
El monasterio está constituido por varios edificios: dos palacios mudéjares del S. XIV ( de los Suárez de Toledo y los Ayala) y la iglesia de San Antolín convertida en iglesia conventual, de la cual se conserva actualmente el ábside incorporado como cabecera de la nave del evangelio.



















La iglesia fue reconstruida en tiempos de Carlos I, manteniéndose la portada renacentista, realizada en el reinado de los Reyes Católicos (1500); es de estilo gótico, con artesonado de madera de estilo mudéjar.
El retablo mayor de la iglesia es de estilo plateresco y presenta altorrelieves y gran número de tallas. A sus pies, se encuentra un zócalo de azulejería, del S. XVI.

En la nave de la epístola destaca un retablo del S. XVI, la misma época del retablo mayor, fechado en 1572.
En los pies de la iglesia se levantó también en el S. XVI el coro de las monjas, donde se encuentra enterrada Sor María la Pobre, la fundadora del convento, destacando el zócalo de azulejos talaveranos y la sillería.
Uno de los claustros, el de la Enfermería, se articula sobre planta cuadrada, de dos pisos, con arquerías de medio punto sobre pilares de ladrillo que dan acceso a los salones, con yeserías y alfarjes del S. XIV. En el alfarje que cubre el pórtico que rodea este patio puede verse los castillos de los de Toledo o los lobos de los Orozcos.
Otras dependencias del conjunto conventual son: el Patio de los Naranjos, la Sala Capitular, la Puerta del Palacio de Pedro Suárez de Toledo, Antiguo Palacio de Inés de Ayala, Sala de la Fundadora y restos de la fachada del palacio de Juana Enríquez.
Actualmente este complejo de edificios alberga en algunas de sus dependencias, un taller dedicado a la producción del damasquino (orfebrería), artesanía típica de la ciudad de Toledo.

Toledo (IV): siglo XIV, el comienzo de la dinastía Trastámara
Atravesando la Travesía de Santa Isabel, veremos el cobertizo que comunicaba uno de los cuatro palacios que formaban el Convento de Santa Isabel de los Reyes con los demás. Esta mansión, del siglo XV, está también unida con las demás a través de un pasaje subterráneo y de ella destaca su patio, las yeserías y las cubiertas mudéjares. El convento fue fundado en 1477 por María Suárez de Toledo sobre las denominadas «casas de la reina», una serie de palacios cuya dueña fue Juana Enríquez, madre del rey Fernando «el Católico». En 1480, una bula del Cardenal Mendoza otorga que se unía al convento la Iglesia de San Antolín, que conserva de la original construcción mudéjar el ábside poligonal de ladrillo de finales del siglo XII.
Tras salir de la Iglesia, llegamos a la Plaza de Santa Isabel. Aquí se encontraban tres importantes palacios. El que más nos importa está a continuación del ábside de San Antolín y es el palacio de los Suárez de Toledo y Ayala, del siglo XIV. La portada es un arco apuntado con decoración heráldica y, a través de ella, accedemos al Convento de Santa Isabel, formado por un conjunto palaciego reformado entre los siglos XIV y XVII y ordenado en torno a tres patios transformados en claustros. El primero de ellos es el Claustro de los Naranjos, obra del siglo XVI que consta de dos pisos arquitrabados de orden toscano y jónico y de un zócalo de azulejos mudéjar; este patio sustituyó a otro más antiguo del siglo XIV del que aún hay un arco que llaman «de los pajaritos» por su decoración de yesería con figuras de pájaros. En frente de este arco, está la Sala Capitular.
El otro patio, eje central del palacio de los Suárez de Toledo, mudéjar pero reformado a finales del siglo XV o principios del XVI, es el hoy Claustro de la Enfermería. Su planta es rectangular y consta de dos pisos adintelados en madera sobre pilares ochavados; el techo está cubierto con alfarjes de madera decorados con escudos; las yeserías que vemos son típicas del mudéjar toledano, estando fechada la decoración en el siglo XIV. En la intervención arqueológica se descubrieron dos arcos islámicos, uno de herradura y otro polilobulado, que podrían datar del siglo X. Además, en la fachada Sur de este palacio, se han encontrado restos que podrían ser de un salón mudéjar de los siglos XII-XIII, es decir, anterior a la construcción del palacio.
Por último, el tercer patio es el Claustro de los Laureles, reconstruido prácticamente entero a mediados del siglo XVII. Es de planta cuadrada y tiene dos pisos con arcos de medio punto sobre pilares de ladrillo. Del patio original, se conserva el alfarje y las salas de las crujías del Norte y del Oeste. En la crujía del Norte, está la Sala de la Fundadora, en cuyo centro hay una fuente de alabastro con azulejos vidriados. Por otro lado, en la crujía del Oeste, hay un arco que da entrada al refectorio, donde destacan sus muros con pinturas al fresco de principios del siglo XVI.
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