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Introducción
Salimos de recorrer el convento de Santa Isabel y regresamos a la plaza, con idea de seguir con nuestro paseo, en busca de nuevas curiosidades dentro de las murallas de la ciudad, porque fuera de éstas se encuentra el resto del mundo. dado que vamos de aquí para allá y de allá para acá como si nos hubiéramos perdido, porque cualquier rincón merece la pena que le dediquemos unos minutos de atención, lo echamos a «pinto pinto gorgorito, ¿Dónde vas tú tan bonito?» y nos decidimos por bordear la escuela de traductores, a saber dónde termina la plaza.
Vamos en busca de callejones sin salida, en busca de esa calle que haga verdad eso de que se puede cruzar de punta a punta la ciudad sin que nos demos cuenta, no vaya a ser otra de las muchas leyendas que se cuentan, porque de momento llevamos con este paseo un buen rato y aún no hay rastro de ninguna de las puertas de la muralla.

La Iglesia de San Andrés
La iglesia de San Andrés es un edificio en el que conviven diversos estilos. De una parte están presentes el mudéjar y el gótico, y de otra, lo barroco a raíz de la remodelación del siglo XVII. La primera noticia documental referida a esta iglesia data del año 1150 cuando se cita un incendio en ella.
La arquitectura incluye ejemplos de estilos mudéjar , gótico y barroco , este último fruto de una remodelación del siglo XVII. Tras la última restauración aparecieron tracerías en la fachada que evocan el eclecticismo del crucero. También se descubrió un relieve visigodo y dos pilastras visigodas.
Como la mayoría de las iglesias mudéjares de Toledo, presenta un aspecto sencillo. Su portada principal, única en Toledo, es de estilo almohade con pequeñas columnas de cerámica verde poco comunes en la puerta. Los capiteles son visigodos. Su pasado de mezquita está representado por una pilastra funeraria.
Durante el siglo XVI se añadió su sólida cabecera tardogótica, con contrafuertes exteriores que compensan el considerable cambio de altura, mientras que en el interior presenta bóveda de crucería y crucería de arco de palma con alveolos en las naves del crucero.
Edificada en el XII sobre restos anteriores (tal vez una antigua mezquita que ya utilizara restos reutilizados de lo visigodo), sus naves, portada y base de la torre son un ejemplo magnífico del mudéjar toledano, mientras que el presbiterio nos asombra por su gótico final.
Tras la última restauración (1975) aparecieron interesantes tracerías en la fachada que evocan el goticismo del crucero. Se descubrió también un relieve visigodo y dos pilastras de la misma época.
Del estilo mudéjar quedan restos dentro del templo y en las dos portadas, ambas enmarcadas con arco de herradura.
Descripción
Su portada ya de por sí es magnífica con su arco de herradura y un remate superior de arquillos polilobulados sobre pequeñas columnillas esmaltadas de sabor almohade.
La iglesia es de tres naves, en seis tramos, separadas por diferentes tipos de soportes: Columnas de orden toscano, pilares de ladrillo con columnillas adosadas y cardinas, en la cabecera; dos pilastras visigodas, a los pies, sobre las que montan un capital corintio y una basa, respectivamente, un fuste estriado y un cipo con inscripción sepulcral, y un capitel prerrománico y un cimacio visigodo reaprovechados. Los arcos en las naves no son de un mismo tipo; por el contrario, los hay de herradura, de herradura apuntada y de medio punto.
En el paso hacia la capilla mayor, es decir, hacia el crucero, el arco es apuntado, con decoración de cardinas, y hay arcos apuntados en dicha capilla. Esta diferencia estilística en el alzado se repite en las cubiertas, cuya complejidad es enorme.
En la nave central la techumbre es de madera, de limas moamares, con tirantes.
En las naves laterales hay alfarjes con decoración pintada.
La iglesia es de tres naves, divididas en seis tramos, separadas por diferentes tipos de soportes: columnas de orden toscano, pilares de ladrillo con columnillas adosadas y cardinas, en la cabecera; dos pilastras visigodas, a los pies, sobre las que montan un capital corintio y una basa, respectivamente, un fuste estriado y un cipo con inscripción sepulcral, y un capitel prerrománico y un cimacio visigodo reaprovechados. Los arcos en las naves los hay de herradura, de herradura apuntada y de medio punto.
Son especialmente significativas el arcosolio de decoración mudéjar del XIV que tiene embutido un cipo funerario islámico.
En el paso hacia la capilla mayor, es decir, hacia el crucero, el arco es apuntado, con decoración de cardinas, y hay arcos apuntados en dicha capilla. En la nave central la techumbre es de madera, de limas moamares, con tirantes. En las naves laterales hay alfarjes con decoración pintada. El crucero es abovedado, como corresponde a la construcción gótica; la bóveda es de crucería estrellada. La capilla mayor, adornada por tres retablos, se cubre con bóveda de crucería, mientras que las capillas laterales están cubiertas con cúpulas.
El crucero es abovedado, como corresponde a la construcción gótica; la bóveda es de crucería estrellada.
La capilla mayor, adornada por tres retablos, se cubre con bóveda de crucería, mientras que las capillas laterales están cubiertas con cúpulas.
La misma diversidad estilística se aprecia en los monumentos sepulcrales que se encuentran en el interior de la iglesia.

La fábrica al exterior es de mampostería con verdugadas de ladrillo, como la torre a los pies, rematada en un chapitel de pizarra, de estructura cuadrangular y con cuatro vanos de medio punto, entre pilastras toscanas, y un vano de herradura con alfiz.
La amplia capilla mayor se diferencia sustancialmente del resto del edificio, pues está edificada con sillares de piedra. Blasones bien tallados aparecen tanto en los botareles de los contrafuertes góticos como en el centro del ábside.
El retablo mayor, cuya traza se debe a Juan de Borgoña y a Antonio de Comontes, consta de treinta tablas, que representan escenas de la vida de Jesús, de la Virgen, de los apóstoles y de los santos.

El claustro mudéjar es datable en torno a finales del siglo XII.
La cripta de esta iglesia alberga en su interior un importante número de momias cuyos rostros revelan un sentimiento de dolor, de angustia. Sea como fuere, la sola presencia de estos restos hace que pisar esta cripta sea como acercarse a un mundo tenebroso.

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