Lista de lo visitado hasta ahora: (ver lista en página aparte)
Introducción
La idea e intención, ya que estábamos en la plaza del ayuntamiento, era empezar a recorrer la catedral, buscar alguna curiosidad de esas que todo el mundo sabe o ignora, según el interés que haya puesto en la visita. Pero como parece que no hemos venido en horas de visita o se han enterado que el otro día nos colamos por la ventana para visitar la capilla de San Blas (Por San Blas la catedral verás), porque la ventana da a la calle Hombre de Palo, tampoco es que nos hayan cerrado la puerta, más bien, sugerido que nos fijemos en sus muros de piedra
¿De dónde ha salido tanta piedra?
Preguntando aquí y allá creo que hemos encontrado el origen sin que nos hayamos alejado demasiado de la ciudad. Es más, como el otro día estuvimos en las cuevas de Hércules (La tradición del candado) y nos quedamos con la intriga de saber lo lejos que podemos llegar, si nos adentramos por éstas, aprovecharemos que están cerca para buscar el origen de las piedras, que no son «La piedra que desecharon los arquitectos» para construir la catedral
La catedral de Toledo
Horario de visitas a la catedral, entrada por la puerta Llana
- LUNES A SÁBADO: 10:00h. – 18:30h. (el acceso cerrará 30 minutos antes del horario marcado).
- DOMINGOS: 14:00h. – 18:30h. (el acceso cerrará 30 minutos antes del horario marcado).
La catedral de Santa María, llamada también Catedral Primada de España, es un templo católico de arquitectura gótica en Toledo, considerado por algunos como el opus magnum de este estilo en España. Su construcción comenzó en 1226 bajo el reinado de Fernando III el Santo y las últimas aportaciones góticas se dieron en siglo xv cuando en 1493 se cerraron las bóvedas de los pies de la nave central, en tiempos de los Reyes Católicos. Está construida con piedra blanca de Olihuelas (en el término de Olías del Rey).
Se la conoce popularmente como Dives Toletana (con el sentido de la rica toledana). Es sede de la Archidiócesis de Toledo.
Wikipedia
Las legendarias cuevas de higares, o de olihuelas
Unos antiguos subterráneos, a pocos kilómetros de Toledo, entre el término municipal de Olías del Rey y Mocejón y cercanos a la autopista de peaje AP-41 (se podría llegar caminando sin problema) engarzan con una vieja leyenda toledana, que menciona este paraje como una salida de las míticas Cuevas de Hércules que pudieron existir en la ciudad. También la tradición asigna a estas cuevas como antiguas catacumbas de los primeros cristianos, o como lugar de refugio de bandidos que asaltaban y cometían sus fechorías en la zona.
En concreto, en la finca Higares -o Dehesa de Olihuelas-, en el margen derecho del río Tajo y a unos seis kilómetros de una las ciudades más bellas del mundo, como es Toledo, existen un conjunto de cuevas artificiales compuestas por salas y amplias galerías. Son tres cuevas que, según el autor Juan Moraleda y Esteban, en un artículo de 1892, son conocidas como La Carrera de Caballo, La Cocinilla y La Cantera Vieja.
Los labradores del lugar llamaban a una especie de altar rupestre, que hay en el interior de una de las galerías, el Altar de Mahoma, con lo que nos volvemos a encontrar con la costumbre de catalogar como de «tiempo de moros» a todo aquel lugar del cual se desconoce su verdadero origen. Para Juan Moraleda bien pudieron ser las catacumbas toledanas al estilo de las de la propia Roma, Nápoles o Siracusa y este «altar» el que usaran los cristianos toledanos del Toledo romano, pero para otro autor contemporáneo del citado, El Vizconde de Palazuelos, fueron, simplemente, unas canteras que surtieron de piedra para la construcción de la Catedral de Toledo, pues aporta el dato del archivo de la propia catedral, donde a un tal Alvar Gómez se le denomina «aparejador de las canteras de Olihuelas». En la actualidad, ésta parece ser la opinión más extendida, pues se consideran canteras de época romana. Algunos autores actuales, como Juan Ignacio Cuesta, comparando éstas con otras, como la «De los moros» de Pastrana, creen que pueden ser de época carpetana, pero no existen grabados, ni ningún otro elemento que constituyan una prueba clara al respecto.
En un estudio arqueológico realizado en aquel paraje, se ha constatado presencia humana durante el Paleolítico Superior.
Las cuevas están totalmente abandonadas y poco a poco las entradas a las mismas van desapareciendo, con lo que parece, si no se interviene antes, que están abocadas a un paulatino derrumbamiento, como así ha ocurrido con muchas de sus galerías a lo largo de los siglos.
Iberia mágica
Estas cuevas están situadas en el vértice de un cerro, presentando al exterior unas aberturas semicirculares, de un metro de altura aproximadamente, por 1,50 de latitud, que dan acceso a una especie de rotonda, de la que parten en dirección N, E y O una inextricables serie de galerías, abiertas a pico sobre piedra caliza, y cuya altura varia entre dos y tres metros. Los pilarotes que sostienen la techumbre afectan de forma de paralelepipedos, y son de un grueso extraordinario…»
talent.paperblog.com/las-cuevas-de-olihuelas-o-de-higares
La fantasía popular dice que los subterráneos fabulosos de Toledo se comunican entre sí y van a dar, unos al río, y otros, mucho más lejos, a otras cuevas o subterráneos a varios kilómetros de la ciudad. Una de esas cuevas, por lo menos, es real y auténtica.

«No habrá, seguramente, pastor ó labriego en algunas leguas a la redonda, que no sepa de toda su vida la existencia de las hoy tan asendereadas cuevas.»
VIZCONDE DE PALAZUELOS
La cantera de Olihuelas estaba en las, actualmente, llamadas Cuevas de Higares, a unos dos km. de Azucaica y nueve de Toledo. Fueron estudiadas por el Vizconde de Palazuelos que halló en ellas tres cuevas denominadas Carrera del Caballo, La Cocinilla y Cantera Vieja, como afirma Julio Porres en «Historia de las Calles de Toledo», 1911 t. n. págs. 26-27.
No hay demasiados registros originales documentales que nos narren de forma fidedigna el uso que antiguamente tuvieron o por qué fueron creadas las cuevas ubicadas en el paraje de Olihuelas. De forma indirecta, en diversos documentos conservados sí se obtiene información, siendo esencialmente su origen, más allá de idealizaciones legendarias, una excavación minera abandonada con el paso de los siglos.
Es muy probable, como definen ciertas investigaciones, que se traten de viejas minas o canteras de las se extrajo piedra para diversas obras en la ciudad de Toledo, esencialmente en la obra de la Catedral.
En el Archivo de Obra y Fábrica de la Catedral de Toledo aparecen referencias a las canteras de Olihuelas en época medieval (probables siglos XIII – XIV), donde constan salarios, medidas de piezas y personajes relacionadas con el trabajo de cantería.
«Los documentos permiten datar las canteras del conjunto de Higares, desde al menos, el siglo XIV. Sin embargo, la tradición popular las otorga una cronología romana.»
Ana de Mesa Gárate
Por las descripciones del Vizconde de Palazuelos, Moraleda y Esteban, y de algún otro escrito del siglo XIX, se trata de un total de tres conjuntos subterráneos, denominados Carrera de Caballos, la Cocinilla y la Cantera
vieja».
«El vulgo ha dado en llamar templos á estas cámaras, obra, no del hombre, sino del acaso; y alguien ha creído ver bóvedas, y aun aras, donde sólo hay desprendimientos y sillares á medio labrar.
Vizconde de Palazuelos
Sigue De Mesa apuntando «Debido a la escasez de estudios y dado que se encuentran en terreno privado, resulta complicada la elaboración de una prospección, debido a la negativa reiterada de los propietarios, a explorar las cuevas.»
Si bien De Mesa también apunta con seguridad que se trata de una cantera de explotación en galerías subterráneas en las que «a pesar del mal estado en que se encuentra esta obra de ingeniería, se conservan claras evidencias del uso de herramientas. En el techo destacan marcas de diversos patrones: radial e incluso circular a pico, y en otras zonas se aprecia un desbastado realizado con bujarda».
Interior de las cuevas
Como se puede observar en las fotografías se trata de galerías excavadas directamente en la roca esencialmente caliza, blanda, que incluso de deshace al tacto. El terreno debido a las lluvias y a los corrimientos de tierra invade lentamente las galerías, haciendo cada vez más complicado el acceso. Las cuevas van desapareciendo lentamente con el paso del tiempo y la ausencia de mantenimiento
En algunos puntos se observan flechas pintadas en la roca indicando la salida. Aunque la extensión de las galerías que son accesibles no es demasiada, en algunos momentos la poca luz podría llevar a cierta desorientación.
Utilizando algunos focos led pudimos iluminar el interior, descubriendo pequeñas hornacinas que pudieron ser utilizadas para alojar pequeñas lámparas para iluminar los trabajos de los mineros en la extracción de la piedra.
¿Se pueden visitar las cuevas de Higares?
El paraje de Olihuelas se encuentra entre el término municipal de Olías del Rey y Mocejón, en la finca de Higares, relativamente cercano a la carretera que une esta última localidad de la Sagra con Toledo y próximo a la finca de Mazarracín. No vamos a desvelar exactamente la ubicación (que no es muy complicada de encontrar) pues se encuentra en una finca privada, con vigilancia, siendo en varios periodos del año un coto privado de caza al que es peligroso acceder.

La visita es arriesgada, no se recomienda, pues no se encuentran en buen estado. No vayas solo/a. La lluvia y el abandono hacen que las galerías se encuentren muy deterioradas, con grandes derrumbes y la presencia de murciélagos (y su guano, que es peligroso al respirar).
En todo caso, al tratarse de una zona vigilada como coto privado de caza, para cualquier visita o acceso, es preciso pedir permiso.

Las cuevas de Olihuelas
El Vizconde de Palazuelos
Madrid, Diciembre de 1893.
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Son las cuevas de Olihuelas unos subterráneos distantes de Toledo 6 km. y 2 de su suburbio de Azucaica, y enclavados en el término de Olías del Rey, de cuyo nombre procede seguramente el diminutivo que recibieron las cuevas. Que los tales subterráneos eran obra del hombre, cosa era no negada por cuantos los habían recorrido, y, á la verdad, insensato hubiera sido negarlo; cuál fuera el objeto para que hubieron de ser construidos, ningún escritor lo consignó hasta hace poco tiempo, si bien la gente de la comarca, con ese instinto propio del pueblo, ya lo había barruntado, cuando no recibido de sus mayores, por inveterada tradición.
Porque hay que advertir que las cuevas de Olihuelas, de que dos años há se viene hablando como de cosa nueva y peregrina, podrían incluirse entre aquellas novedades antiguas de que trataba, hace dos siglos y medio, D. Tomás Tamayo de Vargas. No habrá, seguramente, pastor ó labriego en algunas leguas a la redonda, que no sepa de toda su vida la existencia de las hoy tan asendereadas cuevas. Pero las visitas que á ellas hicieron últimamente algunos aficionados toledanos y las memorias enviadas á esta Academia por los Sres. Moraleda y Prada, dieron mayor interés de actualidad á aquellos hipogeos, al par que ocasión para aventurar hipótesis más ó menos ajustadas á la realidad. No he podido examinar, aunque lo he intentado, las Memorias remitidas á la Academia; y sólo he habido á las manos el Apéndice á la Memoria Las Cuevas de Olihuelas, enderezado á esta Corporación por su autor, D. Juan Moraleda, con fecha Noviembre de 1892, y á mí por la Academia. En este escrito da cuenta aquel Sr. Correspondiente de una segunda exploración por él llevada á cabo, y consigna algunos datos; datos que le inducen á sospechar de nuevo (son sus palabras) si las cuevas de Olihuelas serían las Catacumbas de Toledo.
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En las dimensiones de los grandes pilares que resultan de la intersección de las galerías, se nota bastante variedad. Hechas diferentes mediciones, fluctuó la anchura de los pilares entre 2,25 y 2,60 m. El grosor de los estratos varía entre 0,25 y 0,50 m., por lo que se ve que hoy no podrían extraerse de este lugar grandes sillares.
El abandono completo de la cantera; la mediana calidad y poco compacta contextura de la piedra caliza que de aquí se extraía, y la constante acción de las aguas, han producido varios hundimientos y depresiones, bien patentes al exterior en el montículo ó cerro que cobija el subterráneo. Al interior, el desprendimiento de grandes y pequeños bloques de piedra, al destruir el techo y varios pilares de las galerías, ha formado, por lo menos en tres sitios distintos del subterráneo, una especie de anchas y elevadas cámaras, de forma relativamente regular, que por esta última circunstancia han hecho incurrir en confusiones, que de una vez para siempre deben desvanecerse. El vulgo ha dado en llamar templos á estas cámaras, obra, no del hombre, sino del acaso; y alguien ha creído ver bóvedas, y aun aras, donde sólo hay desprendimientos y sillares á medio labrar. No es posible abrigar dudas respecto de este extremo: la tosquedad de la supuesta bóveda, la dirección de las galerías y existencia parcial de algunos de los casi destruidos pilares que aun se descubren en estos recintos, y, por último, la gran cantidad de piedra acumulada en el suelo, proveniente de los importantes hundimientos que determinaron estos soñados templos, no dejan lugar á la menor vacilación.
Según el ligero análisis practicado por un distinguido catedrático de esta corte, sobre un fragmento de roca de esta cantera que yo le proporcioné, resulta ser el mineral una marga siliciosa, con poquísima cal y mucha sílice, teñida por las sales de hierro.
Dados la regularidad de las galerías y el plan perfecto con que se trazó el subterráneo, ni es peligroso aventurarse en él, ni preciso el uso del legendario hilo de Ariadna; el peligro estriba aquí en nuevos é inminentes desprendimientos que pueden ocurrir, y ocurren, en las galerías medio destruidas, y que á la vuelta de pocos años harán intransitable esta mina llamada Carrera de caballos.
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Como á 200 m. de ella, en dirección O., hallase la segunda cantera, llamada La Cocinilla, mucho menos importante y extensa que la anterior, y labrada bajo un plan más irregular. El ingreso está orientado al SE. Las galerías, que no se cortan aquí en ángulo recto, están también talladas en forma de talud y tienen una amplitud media de 2,35 m., siendo la dirección de la principal y más ancha, de SO. á NE. El yacimiento de esta cantera no debía ser muy importante y la calidad de la piedra es en realidad inferior, por lo que la explotación debió de abandonarse pronto. Una de las galerías, que deriva de la principal, dirigiéndose hacia la izquierda, queda interrumpida á poco trecho, y en ella se ve un gran sillar ó bloque que no llegó á arrancarse, formando una especie de alto escalón; á ese sillar frustrado, que recuerda algo por su aspecto á un altar, ha bautizado el vulgo con el caprichoso nombre de el altar de Mahoma.
Castillo de Higares
Defensa avanzada de Toledo, ocupada por Alfonso VI al emprender la conquista de la ciudad. Donada a la Orden de Santiago que fundó allí un hospital, al estilo del calatravo de Guadalerzas, que funcionó hasta bien entrado el s. XIII.

Estación abandonada de Higares
En un lugar intermedio de la eliminada vía férrea Toledo-Bargas, se encuentra la pequeña estación de Higares.
En el término municipal de Olías del Rey y junto al actual canal de agua la Sagra a Torrijos, se encuentra la pequeña estación de Higares (P.K. 9,4). Esta vía férrea que se construye en plena GCE en el 1938 y su traza de 18 kms desde la ciudad de Toledo, hasta la estación de Bargas. Servía de enlace con la vía férrea de Madrid- Extremadura. La traza de esta desaparecida vía, discurría paralela a la carretera de Mocejón y a la altura de la finca de Higares, giraba a la izquierda, dirección Olías del Rey hasta llegar al término de Bargas en la carretera de Camarena. Después de 8 años de funcionamiento, deja de tener servicio por el derrumbamiento del puente sobre el Tajo, por las inundaciones del 1947.
Recorrido de 14 km.
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