Entrada reeditado y corregida Nueva pasajera en el bus
Publicado: Tuesday, October 3, 1995. 06:20 AM-07:15 AM
Reflexiones de Jessica
Han pasado dos semanas desde la pelea con Yuly (Tuesday, September 19, 1995. 11:45 AM) Pero lo importante de este día no es que ya llevemos dos semanas como las mejores amigas del mundo y que aquello ha quedado como un incidente sin excesiva importancia. Fue una llamada de atención para que ambas seamos un poco menos impulsivas con ciertas decisiones y pensemos un poco más en las circunstancias de la otra antes de implicarla. Hemos de ser un poco menos alocadas en ese sentido. Pero, como digo, después de dos semanas entiendo que nuestra amistad ha salido reforzada. Aún sigo presumiendo de amiga.

La consecuencia de este nuevo planteamiento de nuestra amistad, del hecho de que nos sintamos mucho más amigas, cómplices, es que ambas somos un poco más abiertas a la hora de hacer planes y buscamos la manera, la ocasión, de pasar tiempo juntas, que no sea tan solo para estudiar, porque, debido a que ella reside en West Roxbury y yo en Medford, lo tenemos un poco complicado.
En cualquier caso, hay una comunicación un poco más fluida y ambas buscamos ese mejor entendimiento en todo momento. Sobre todo, me he dado cuenta de que a ella le encanta eso de sorprenderme, pero esta vez para bien y sin que yo quede como una tonta delante de los demás, sino como su amiga.
Tengo ocasión de descubrir facetas de su personalidad que hasta ahora desconocía. Porque, si yo soy la chica de la que todo el mundo toma como objetivo de las burlas, con ella sucede todo lo contrario. Es decir, no sé si me queda más claro el motivo por el que escogió este high school, pero lo que me queda claro es que ella se mueve como pez en el agua.
Despertar

Yo me levanto como siempre. Ya me conozco la rutina de todas las mañanas después de casi un mes de clase. El despertador suena a las 06:20 AM, y aunque a esas horas no me escuche roncar, porque yo no ronco. Esta vez, a diferencia de lo que suele ser su costumbre, Ana no se asoma por la puerta para cerciorarse de que he reaccionado y no he cambiado de idea con respecto a lo de ir a clase ni sobre lo que de quedarme en el internado hasta que Daddy venga a por mí o me vaya a la universidad. Lo que suceda antes. Por mi parte, mejor lo primero que lo segundo. Pero tampoco es muy conveniente que me haga ilusiones en ese sentido. Esta mañana me toca ser responsable y apañarme sola desde primera hora.
En principio lo único relevante de este día es que es martes y vuelve a haber el Foreign Language Club dos semanas después. Es el día en que hemos de presentar el trabajo de investigación sobre el país que a cada uno le correspondió en suerte. En mi caso, y en contra de mis preferencias, fue España. Pero, aun así, gracias a la ayuda de Yuly, tengo el trabajo hecho. Me decanté por «El Camino de Santiago», por la zona norte, el llamado «Camino de los franceses». Por donde ya me ha quedado claro que no se encuentra Toledo. Lo que reduce la zona de la Península por donde ubicar la ciudad y las probabilidades de que ésta se encuentre en la costa.
Es decir, que me levanto un tanto nerviosa porque yo, sí, yo, he de hablar de España, aunque con la tranquilidad de que podré hacerlo en inglés que no me pasará como en clase de Spanish que me quede callada por vergüenza, aunque si es otro quien presenta el trabajo por mí tampoco me voy a incomodar demasiado, ya me entendéis.
Yuly tendrá que hablar sobre Francia. Lo que tampoco le ha convencido demasiado, pero ha sabido darle su toque «español», darle la vuelta a la tortilla y dejar muy alto ese orgullo patrio, sin que ello le cueste una llamada de atención, porque el trabajo trata sobre algo relacionado con Francia. Por lo que me ha comentado, algo de los Campos Elíseos, que se encuentran en París. Espera sorprender a todo el mundo.
Asegura que incluso a mí, aunque hayamos hecho los trabajos juntas, pero se ha guardado algún detalle de manera intencionada. Me ha insinuado que tiene me tiene una sorpresa preparada. ¿qué será? ¡A mí no se me ha perdido nada en Francia!
El school bus
Ya os he comentado cómo es el ambiente en el bus tanto a primera hora de la mañana como al salir de clase. Eso de que los chicos me suelen recibir con la dichosa cancioncita del «Sex bomb» y me he de sentar en los asientos del final, porque todo el mundo parece que tiene su asiento reservado. Después de casi un mes, eso se ha convertido en norma y rutina. Mis gustos y preferencias por los asientos de delante, por evitarme recorrer el pasillo, no se tienen en cuenta.
Ante lo cual, si la opción que me queda sería darme un paseo desde el internado hasta el high school, entiendo que me he de resignar y confiar en que algún día Ana tenga el detalle de acercarme en coche. Porque tampoco es cuestión de abusar de mi amistad con Yuly y esperar que pasen a recogerme, porque ésta ya suele llegar con el tiempo juntos y el internado no le pilla de camino, a la salida tal vez no importe tanto que den ese rodeo, pero por la mañana ni se lo plantean.

Bus stop
Lo que se detiene en el cruce no es el bus, que esta mañana parece que lleva algo de retraso, sino un coche particular, azul plateado y con matrícula de Massachusetts. Lo que resulta un tanto extraño, aunque tampoco tiene nada de raro eso de que alguno que vive un poco más lejos tiene la suerte de que sus padres le acerquen. Pero tampoco es algo de lo que a la gente le gusta presumir y, en todo caso, les suelen dejar un poco más lejos sobre todo porque la presencia de coche supone un obstáculo para el bus y un problema para el tráfico. Por lo cual, entiendo que en esta ocasión es algo premeditado y no solo pretencioso, por parte de quien espera subirse al bus, para sorpresa y contrariedad de los presentes. Dado que, en principio, no parece que falte nadie y tampoco es habitual que haya nadie nuevo porque las plazas suelen estar contadas y no sobran asientos. Es decir, que la presencia del coche no deja indiferente a nadie.

Yuly: Buenos días. – Me saluda con alegría al darse cuenta de que la he reconocido. – Bonito día para madrugar ¿No te parece? – Me pregunta con complicidad. – Al menos eso es lo que me ha dicho mi padre cuando me ha sacado de la cama esta mañana. – Alega sin disimular su desacuerdo.
El caso es que para mi sorpresa y contrariedad, ¡lo que ni en mis peores pesadillas hubiera querido que sucediera, de haber seguido peleadas, ni esperado en mis mejores sueños! Esta mañana Yuly se presenta en la parada del bus. El coche la deja aquí y no a las puerta del high school.
Es decir, han madrugado más que otros días. Lo cual no parece que sea una improvisación del último momento. En tal caso, hubieran podido avisar y pasado a recogerme, para que la espera en el patio fuera un poco más agradable. Sin embargo, Yuly prefiere sorprenderme y hacer gala de su personalidad, de su simpatía. Que si a mí, que me subo al bus a diario, me tratan sin la menor consideración. Ella, en su primer día, se encuentra con que tiene asiento reservado en las primeras filas y, por deferencia, la reserva también es para mí, para que podamos ir juntas.
Yuly: Siéntate antes de que el bus de un frenazo. – Me pide y recomienda.
¿Alguien me puede explicar qué tipo de trapicheos y chanchullos tiene Yuly? Que ella se suba en el school bus no provoca el más mínimo revuelo. Se encuentra con que le han reservado el asiento y, además, tiene opción de escoger compañera de asiento. Así, sin más.
A mí se me ocurre pedir ese favor, ese tipo de consideraciones, y tras la mirada recriminatoria que la mayoría me haría no volvería a subir al bus en lo que resta de curso.
Pero Yuly tan solo recibe buenas caras y ni siquiera tiene que pedirlo «por favor» ni dar las gracias. Todo el mundo contento por eso de que Yuly viaje en el bus, como si fuera un motivo por el que presumir delante de todo el mundo «¿Te has enterado, Yuly, la chica de West Roxbury, ha venido al clase en el school bus, ruta #4? Los de las demás rutas se van a morir de envidia.
En lo referente a mí dirían, lo demás dirán algo así como «¡Qué alivio, la chica de la cancioncita no viene en este bus!«
Yuly: Me debían un favor. – Me responde para quitarse méritos. – El próximo día nos tocará correr detrás del bus. – Me advierte pretendiendo ser muy gráfica.
Que yo sepa, no tengo constancia de que ninguna ruta de bus escolar de Medford pase por West Roxbury. Seria una locura y quien lo tuviera que utilizar se habría de dar un buen madrugón porque se entiende que la ruta incluiría diferentes paradas y localizaciones. La ruta #4, la que tomo yo cada día, tiene su recorrido por mi barrio, North Medford, y mi parada es la penúltima. «07:20 AM Fulton Street & Fulton Spring Rd». Aunque yo acostumbro a estar antes por si acaso y [*porque, en su momento, Daddy no tenía muy claro el horario y una vez escrita la novela ha preferido no cambiar ese detalle. ¡Será porque a él no le importa madrugar! ]
En cualquier caso, así es más complicado que pierda el bus e incluso que me llegue a plantear darme el paseo, si algún día me animo a ello. Con media hora tengo tiempo suficiente para llegar a pie, porque son poco más de dos millas. Lo importante es que no falte a clase, sobre todo a la de Spanish.
Por si no os lo he dicho, o no ha quedado claro, el school bus pasa por delante de la puerta del internado de camino al high school. Baja por Fulton Street y gira por la calle que pasa por detrás del colegio antes de llegar hasta Fellsway W. Pero ello no es motivo para que se detengan a recogerme. Es decir, desde la ventana Ana se puede cerciorar de si voy o no, Aunque, como ya he comentado en alguna ocasión, tiene «un chivato» que le informa cada día de mis ocurrencias. Sin que de momento se incluya eso de faltar a clase porque me siento controlada. Se supone que he de dejar en el olvido mis malas costumbres del colegio.
Además, como soy la amiga de Yuly, tampoco puedo dejar a ésta en mal lugar ni creo que vaya a ser cómplice de dichas escapadas, sobre todo en vista de la buena impresión que le causa a todo el mundo que le ceden el asiento en el bus.

Los chicos no se lucen cantando para Yuly, aunque en 1995 ya se conocía la canción «Made in Spain» («La chica que yo quiero») Claro. se la hubieran tenido que cantar en español, que, si no, no tiene gracia. Por fechas, ella es una chica made in West Roxbury, ya me entiendes. Ella nació un 4 de julio, pero le corre media sangre española por las venas

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