Introducción
En el espacio comprendido entre la capilla de San Eugenio y la puerta de los Leones se encuentra la monumental pintura de San Cristobalón realizada en 1638 por el pintor Gabriel de Rueda. Las pinturas de San Cristóbal son habitualmente colocadas en muros con problemas estructurales para «ayudar» a sostenerlos.
Un denominador común de la estampa cristobalina es que siempre fue ubicada en los templos, cercana a cualquier puerta hacia la calle, pues la religiosidad popular reconocía en san Cristóbal ─al igual que en otros santos abogados de epidemias y pestes, como san Sebastián o san Roque─, un protector de la «mala muerte» o muerte súbita. Se creía que bastaba ver su imagen para no morir inesperadamente aquel día. Así pues, para facilitar tal gracia, se justificaba la enorme dimensión del santo y su estratégica posición para ser visto por los fieles cuando salían de cualquier devota visita.
El San Cristóbal gigante de la Catedral de Toledo
Cuenta la catedral de Toledo con innumerables maravillas que hacen de ella un espacio único. Pero hoy me gustaría centrarme en una pintura que encontramos en una pared situada a la derecha de la Puerta de los Leones. Es la figura de San Cristóbal, el cual en la antigüedad era muy habitual encontrarlo pintado en iglesias y murallas de las ciudades.
Llama la atención cuando se visita la catedral de Toledo su elegancia no eclipsada por el rigor de sus columnas dirigidas hacia el cielo. Es un templo de cinco naves y muy pocas personas se dan cuenta de que las naves laterales son más anchas y bajas que las que cortejan a la nave central, esto le aporta un efecto piramidal que hace del templo primado un singular espacio bien armonizado y un remanso de paz imposible de imaginar cuando venimos deambulando por las angostas calles que rodean la catedral.
Vemos también unos gorros rojos colgados por todas partes, son los capelos cardenalicios de los distintos prelados que ha tenido la diócesis. Hay un viejo adagio que dice que si cae el capelo, es que el cardenal se ha ido al Cielo. Cuenta la catedral de Toledo con innumerables maravillas que hacen de ella un espacio único. Pero hoy me gustaría centrarme en una pintura que encontramos en una pared situada a la derecha de la Puerta de los Leones. Es la figura de San Cristóbal, el cual en la antigüedad era muy habitual encontrarlo pintado en iglesias y murallas de las ciudades.
Visualizar una pintura de San Cristóbal suponía estar a salvo de la muerte, al menos en las siguientes 24 horas, cuenta la tradición… De ahí que se pintara en gran tamaño en iglesias y catedrales

Pintura al fresco de Gabriel Ruedas, Catedral de Toledo, 1638. Dimensiones aproximadas: 11 x 4,5 m.
Se dice que es una de las mayores representaciones existentes (40 pies decían, algo más de 11 metros de altura) dedicadas a este santo en el orbe cristiano. El autor fue el pintor toledano Gabriel de Ruedas, artífice del arzobispado de Toledo en el XVII, si bien parece que, en 1638, pudo repintar este fresco sobre otro anterior que ya existía en 1549, según señalaba Blas de Ortiz en la descripción que hizo entonces del templo primado.

A pesar de su escaso mérito la pintura ha sido celebrada por muchos escritores: Cuentan de Rainer Maria Rilke, el llamado poeta de Europa, que durante su estancia en Toledo, en noviembre de 1912, acudía frecuentemente a sentarse debajo del gigantesco San Cristóbal. Más tarde en París en abril de 1913 compondría el poema «Sankt Christofferus«, en donde la figura del santo gigante aparece significativa y simbólicamente asociada con la representación de los puentes: San Cristóbal es el “antepasado de los puentes que pétreos imitan sus pasos”
Azorín también dedico sentidas frases a esta descomunal figura: «San Cristóbal se apoya, a manera de junquillo, en una palmera, y trae sobre el hombro un Niño, que tiene en la mano un mundo; San Cristóbal lleva pues, sobre su hombro, el mundo físico y el mundo espiritual que este Niño representa. Espíritu y materia» 3 y, en el polo contrario, la escritora republicana Carmen de Burgos (Colombine) veía en esta imagen gigantesca el propio símbolo de toda catedral «aplastando con su peso al pueblo que las soporta«
Si os fijáis en el cuadro veréis que las piernas son demasiado pequeñas con relación a un cuerpo tan grande y esto simboliza…, que al atravesar el río portando al Niño Dios, sintió como las piernas le flaqueaban por el “enorme peso” que llevaba…
Y otra anécdota, en la parte de abajo, hay dibujados peces y se dice en Toledo que recibirá un deseo quien cuente los peces.
Para Jiménez Lozano la historia de San Cristóbal es, a la vez que una propuesta evangélica (“Lo que hagáis a uno de estos pequeñuelos a mí me lo hacéis”), la expresión de una necesidad común: la de cruzar los ríos, empeño nada fácil durante toda la Edad Media cuando la escasez de puentes y el obligado pago de un peaje para atravesarlos en barca, hacía que los pobres tuvieran que recurrir frecuentemente a los servicios de alguien fuerte y práctico en vadear las aguas para que a sus hombros o sobre sus espaldas les pasase al otro lado
También, en la Catedral, pero menos visible y conocida, hasta un suceso acaecido en 2008, es la existencia de una talla de madera dedicada al mismo santo insertada en el gran retablo policromado del Altar Mayor. Y es que, el 1 de enero de aquel año, en plena celebración de una solemne misa, de modo inesperado, la imagen se desprendió y cayó desde 15 metros de altura, fragmentándose en varios trozos, como recoge el detallado informe que realizó el académico Ángel Fernández Collado , actual Obispo Auxiliar de Toledo. La talla fue restaurada de inmediato, añadiendo el informante que, tras la festividad de san Ildefonso de aquel mismo mes, sería repuesta en su lugar.

Historia de San Cristóbal
La tradición católica, transmitida sobre todo en la Aurea legenda de Santiago de la Vorágine, lo describe como un gigante cananeo, que tras su conversión al cristianismo ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolos sobre sus hombros. La leyenda afirma que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por el peso del infante, éste le explicó que se debía a que llevaba sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó la prédica.
El nombre de Cristóbal (del griego Χριστοφοροσ, Christóforos, “portador de Cristo”) le vendría de esta hazaña. La leyenda, considerada apócrifa desde antiguo, continúa siendo popular, pese a que el Vaticano oficialmente la proclamase no canónica en 1969. (Wikipedia) De ahí el tamaño de este mural en la Catedral de Toledo, que ocupa un enorme muro en una de las naves laterales.
Era Réprobo un hombre de gran corpulencia y fortaleza física y anhelaba ponerse al lado del rey más poderoso de la Tierra, por tanto permanece junto al rey de Canaán pero al darse cuenta que el rey teme al Diablo abandona a su señor y busca al ángel infernal, pero enseguida nota que el Diablo teme a Jesús de Nazaret, por lo que decide salir en su búsqueda.
Y lo encuentra a través de un pobre ermitaño que le bautiza y enseña varios caminos para llegar a Jesús. Debido a su fortaleza física lo envía a conocer gente y a ayudar a los viajantes y peregrinos a cruzar los ríos ya que por aquella zona no había apenas puentes. Un día un niño le pide cruzar el río, Cristóbal lo sube a sus hombros y según iba adentrándose en las aguas notaba como sus piernas apenas si le sostenían, cuando llegó a la otra orilla comprendió que ese Niño era Jesús. Cristóbal había llevado sobre sí al Supremo Hacedor del mundo con todo su peso.
Cuenta la leyenda que el verdadero nombre de Cristóbal era Réprobo, pero al convertirse al catolicismo se lo cambió por Cristóforo, que quiere decir “conductor de Cristo” y sería con este nombre con el que se le conocería en la iconografía occidental.
Cuando contemplamos la imagen en nuestra catedral nos damos cuenta de un detalle: las piernas son demasiado pequeñas con relación a un cuerpo tan grande. Esto admite dos versiones: La primera es lo que he comentado antes, que al atravesar el río portando al Niño Dios, sintió como las piernas le flaqueaban por el “enorme peso” que llevaba y la segunda es que de todos es sabido que cuando un cuerpo se mete en el agua la deflación de la luz al atravesarla, este cuerpo se hace deforme. Con cualquier versión que nos quedemos hace que esta pintura sea excepcional y, si nos acercamos, podemos ver incluso muchos peces alrededor de las piernas del Santo los cuales se nos antojan contentos de poder acompañar también ellos el paso de tan extraordinaria carga.
Recibirá un deseo quien cuente los peces
Una vieja broma que se hace siempre a los más pequeños cuando ven por primera vez el monumental fresco es preguntar ¿Cómo se llevó esta gran pintura hasta su lugar en la Catedral, si es más grande que cualquier puerta? A lo que tras un rato de pensar se puede responder: en botes de pintura.
Transepto brazo sur
Tras el muro de San Cristóbal se guarda el archivo musical de la Catedral. Por él se accede al órgano del Emperador situado en el transepto sur.
Web de referencia
El San Cristóbal gigante de la Catedral de Toledo (San Cristobalón) – Leyendas de Toledo
SAN CRISTOBAL, SAN CRISTOBALÓN -Jose herfer
San Cristobalón manuel blastres.blogspot.com
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