Introducción
El convento y la plaza de Santa Clara sirven de entrada al denominado barrio conventual, que nos ofrece uno de los paseos más bellos y auténticos de cuantos se pueden realizar en Toledo.
El monasterio continúa sobre el famoso cobertizo de Santo Domingo, linda con el actual monasterio de las Comendadoras de Santiago y está muy cerca de otros antiguos monasterios como el de Santo Domingo el Real y el de las Capuchinas.
El enorme edificio actual es el resultado de la yuxtaposición de sucesivas casas reformadas a lo largo de los siglos, así que el resultado es una planta de extraordinaria complejidad pero con muy pocos muros exteriores, ya que el conjunto ha quedado encajado entre las construcciones vecinas.
Una nueva vida para el convento de Santa Clara
El Consorcio y la orden buscan nuevos usos para este inmueble, con el fin de evitar su deterioro tras la marcha de las religiosas en 2015
Un cartel en el portón del convento de Santa Clara, en Toledo, informa a toledanos y turistas del horario de las visitas guiadas a sus dependencias. Reiji es el encargado de abrir sus puertas y también de mantener a salvo este conjunto de palacios mudéjares que se quedó huérfano de vida religiosa hace siete años, cuando las pocas moradoras que en él vivían se marcharon por su avanzada edad y los problemas económicos.
(…)
El concepto estratégico del Consorcio para 2030 es la fijación de población en el Casco Histórico y dentro de este objetivo se encuentran los monasterios. «Los conventos son viviendas y en el casco es importante la vida espiritual no solo por la historia y espiritualidad de Toledo, sino porque realmente los conventos también forman parte de la identidad del casco, de la ciudad y de nuestro patrimonio», dice Corroto. «Forman parte de la sociedad y de la idiosincrasia del casco, y por eso es importante para el Consorcio esa fijación de población», resalta su gerente.
ABC Toledo 27/12/22
El convento de Santa Clara la Real
El convento de Santa Clara la Real es un cenobio de monjas clarisas fundado a mediados del siglo XIV, ocupando un espacio donado por Dª María Meléndez, en la actual Plaza de Santa Clara de la ciudad de Toledo. Con el tiempo fue aumentando de tamaño, adquiriéndose inmuebles anexos como fue la parte de una plaza cedida por las monjas del vecino convento de Santo Domingo en 1410.

Cobertizo de Santa Clara


Plaza de Santa Clara

Siguiendo el modelo hispano-musulmán, el conjunto se articula sobre un patio de planta rectangular, con habitaciones sólo en los dos lados menores, precedidas por un pórtico sobre pilares. El acceso a esas habitaciones se hace por doble arco de herradura con encuadramientos de yesería. En el ala sur se encuentra la sala capitular.
La iglesia del convento es de dos naves rectangulares paralelas, con bóveda de crucería en la cabecera de la nave de la Epístola, de traza octogonal y con una cúpula elíptica en la nave del evangelio construida ésta última en 1626. En ambas naves se conservan las techumbres de madera del siglo XV, de par y nudillo con dobles tirantes.
La iglesia se encuentra más baja que el nivel de la calle y se comenzó a construir entre finales del siglo XIV y principios del XV. Su planta resulta muy original debido a que está constituida por dos naves rectangulares gemelas y paralelas, pero de desigual altura, comunicadas por un arco apuntado. El coro se sitúa a los pies del templo y separado de éste por las características rejas de clausura.
Las dos naves conservan techumbres originales del siglo XV típicas del arte mudéjar: armaduras de madera del tipo par y nudillo con tirantas pareadas sobre canes de perfil lobulado. La techumbre de la nave de la epístola lleva decoración policroma de lazo octogonal y mocárabes completado con elementos decorativos vegetales, epigráficos y heráldicos. La techumbre de madera de la nave principal quedó inacabada (en blanco). El espacio del coro adyacente también fue construido en la misma época que la de la iglesia y con el mismo estilo. En el siglo XVIII este espacio quedaría desvirtuado con techos raso de escayola que esconden las armaduras de madera mudéjares.

LA NAVE DE LA EPÍSTOLA
Lado derecho del espectador mirando al altar
La primera nave cuando se accede al templo, o nave de la epístola, presenta en su cabecera la Capilla de Santo Tomé o Capilla del Arcediano, por contener el enterramiento de este religioso. El arcediano era Juan de Morales, quien ostentó el cargo de deán de la catedral de Sevilla, canónigo de la catedral de Toledo y arcediano de Guadalajara. En 1478 este eclesiástico compró la capilla para ser enterrado en ella junto con sus padres. En el centro de la capilla, exento, se encuentra el sepulcro del arcediano. Es un sarcófago realizado en mármol blanco, decorado con follaje y el escudo familiar repetido tanto en la cabecera –sostenido por leones- y en los pies sostenido por dos galgos con collares. Varios leones sobresalen en los laterales. Sobre el sarcófago la estatua yacente del finado revestida con las insignias sacerdotales, las manos unidas en actitud orante sosteniendo un breviario y a los pies un perro indicando fidelidad. En la pared, en un arcosolio, las tumbas de sus padres Juan Fernández Morales y María Fernández Sedena.
LA NAVE DEL EVANGELIO
Lado izquierdo del espectador mirando al altar
En la cabecera de la nave del Evangelio se sitúa la capilla mayor del templo. Su actual configuración es barroca, diseñada por el arquitecto Jorge Manuel Theotokopoulos, el hijo del Greco. El retablo mayor fue contratado en 1622 participando en su realización varios artistas: el diseño (una estructura muy clásica y sencilla) se debe a Jorge Manuel, la escultura al artista Juan Fernández, el pintor Diego de Aguilar realizó el dorado y estofado de las esculturas y el pintor Luis Tristán, el principal discípulo del Greco, la elaboración de los lienzos con los ciclos dedicados a la Virgen y a Cristo. La hornacina central del retablo presenta una escultura de bulto redondo de la santa fundadora, Santa Clara, vestida de monja abadesa con un báculo y su símbolo iconográfico: el Ostensorio o Custodia.
En 1891 se sustituyó el Sagrario histórico del retablo, de estilo barroco, con espejos y sistema giratorio, siendo incorporado el actual en el siglo XX.
EL CORO
El coro, un espacio rectangular a los pies de la iglesia, debió construirse en los últimos años del siglo XIV o comienzos del XV, en los mismos años que ésta. Por tanto, pertenecería también al estilo gótico mudéjar. Este espacio se ha transformado profundamente a lo largo del tiempo.
El cambio más importante se produjo en 1794 cuando se hizo el actual cielorraso que esconde las armaduras de madera originales de época mudéjar similares a las del templo.
En el siglo XV las paredes del coro debieron estar totalmente decoradas con pinturas murales. La más antigua e importante es la composición que aparece en la esquina derecha de la sala, que representa la figura del Arcángel San Miguel pesando las almas, a cuyos pies, en actitud orante, están representadas las infantas doña Inés y doña Isabel. En este mismo muro se abre una hornacina que contiene un Crucificado, en escultura de tamaño natural, que la tradición cuenta que perteneció a doña Inés y doña Isabel, por lo que la comunidad monástica siempre le ha llamado el Cristo de las Infantas. Es el típico Cristo gótico, sobre cruz arbórea, doliente y lacerado, con largo faldellín y escaso dominio del natural en la representación del cuerpo humano. También en el siglo XV este espacio del coro, como los dos claustros, estuvieron recubiertos con zócalos de azulejos toledanos de arista conformando una decoración vidriada magnífica. De estas decoraciones cerámicas quedan algunos restos aunque en 1928 se vendió gran parte.

La sillería de madera fue realizada a finales del siglo XVI. Los asientos están flanqueados por pilastras acanaladas jónicas que apean sobre dinteles con querubines. Los sitiales se rematan con frontones curvos y triangulares. Sobresale en el centro la silla prioral, ricamente tallada, cuyo respaldo aparece decorado con un óvalo con el Agnus Dei.
El retablo principal que preside el coro fue realizado ya en el siglo XVIII en estilo rococó. A los pies del mismo, directamente en el suelo, se ubican cuatro desgastadas laudas de pizarra del siglo XV, dos de las cuales son las tumbas de las infantas doña Inés y doña Isabel, hijas naturales del rey Enrique II de Trastámara, quienes llegaron a ser abadesas del convento.
En el centro de la sala (no es su ubicación original) se localiza el sepulcro exento, de alabastro, del fraile franciscano don Juan Enríquez, Confesor del rey Enrique III, Provincial de la Orden franciscana en Castilla, Obispo de Lugo y visitador del convento. Realizado entre 1410 y 1418 probablemente en el taller del toledano Ferrand González. La figura se dispone sobre una cama posada sobre lomos de leones que sostienen entre sus garras figuras humanas. El religioso va vestido con ropa episcopal y el cordón franciscano. A los pies figura un perro que vuelve la cabeza hacia su amo (símbolo de fidelidad a Cristo). El alabastro conserva importantes restos de la primitiva policromía.
Coro de las monjas
En el llamado coro de las monjas del convento de Santa Clara la Real de Toledo, y bajo cuatro losas de pizarra negra, reposan los restos mortales de cuatro miembros de la realeza castellana:
- Inés Enríquez de Castilla (m. c. 1443). Hija ilegítima del rey Enrique II de Castilla y de Juana de Cárcamo.
- Isabel Enríquez de Castilla (m. c. 1420) Hermana de la anterior.
- Fadrique Enríquez de Castilla (1388-1430). Duque de Arjona y conde de Trastámara, de Lemos y de Sarria y pertiguero mayor de Santiago. Fue hijo del conde Pedro Enríquez y de Isabel de Castro y era bisnieto del rey Alfonso XI de Castilla.
- Juana Enríquez (m. c. 1471), también conocida como Juana de Lidueña o Juana de Soto. Fue abadesa de este convento y Jesús Antonio González Calle demostró que era hija ilegítima del conde Alfonso Enríquez y de Inés de Soto y nieta del rey Enrique II de Castilla, aunque otros historiadores, basándose en lo expuesto por Balbina Martínez Caviró, señalaron erróneamente que era hija del almirante Alfonso Enríquez y de Juana de Mendoza y bisnieta del rey Alfonso XI de Castilla, pero las conclusiones de Martínez Caviró en lo concerniente a esta religiosa fueron refutadas por González Calle y por otros autores.
Y en un sepulcro exento colocado en el centro del coro de las monjas reposan, según la mayoría de los historiadores modernos, los restos de fray Juan Enríquez, que fue obispo de Lugo, confesor del rey Enrique III de Castilla, y bisnieto de Alfonso XI de Castila, siendo dicho sepulcro según numerosos historiadores una de las obras escultóricas más destacadas de este convento.
SALA DE PROFUNDIS
El nombre De Profundis hace referencia al lugar en el que las religiosas se reunían para rezar por los difuntos. Desde este espacio se accede al refectorio (sin interés artístico), la cocina (moderna) o la llamada sala de labor (moderna). Esta sala rectangular de gran altura está cubierta con una bella techumbre de madera con dobles tirantes sobre modillones de perfil en “eses”. Lleva decoración de elementos vegetales, roleos y dibujos geométricos sencillos.También aparecen arcos lobulados entrelazados y abundante decoración epigráfica de influencia almohade. Las expresiones islámicas más repetidas en esta decoración son las siguientes: “Alabado sea Alláh”, “las gracias a Alláh” o “la felicidad y la prosperidad”. El hecho de que esta techumbre de madera carezca de escudos heráldicos y por el contrario presente abundante decoración epigráfica musulmana hace suponer que esta techumbre perteneció a la casa del alfaquí (doctor en la ley musulmana)Hamete Xarrafi adquirida por el monasterio en 1395.
En época posterior las monjas instalaron en esta sala, aprovechando su gran altura, una pasarela de madera para acceder a distintas habitaciones superiores.
En esta sala se pueden observar multitud de restos de azulejería del siglo XVI y de tablas decoradas procedentes de antiguas techumbres de madera, ya desaparecidas, que cubrieron diversas estancias del convento y que fueron recogidas y enmarcadas con gran desvelo por una monja de la comunidad clarisa, sor Francisca, en la segunda mitad del siglo XX. También hay una antigua copia del célebre cuadro del Entierro de Cristo de Tiziano históricamente conservado en las colecciones reales españolas (hoy en el Museo del Prado).
El espacio contiguo a la Sala de Profundis se encuentra literalmente volado sobre el cobertizo de Santo Domingo (en realidad sería más correcto denominarlo Cobertizo de Santa Clara).
Al fondo se encuentra la llamada Sala de labor (reformada en el siglo XX). Esta sala se encuentra iluminada por amplios ventanales desde los cuales se puede contemplar unas magníficas vistas hacia toda la zona norte de la ciudad de Toledo: la Vega del Tajo, el barrio de Santiago del Arrabal y la Puerta nueva de Bisagra, el Hospital Tavera, el Palacio de Galiana y parte del gran crecimiento urbanístico moderno de la ciudad.
Claustro de los Laureles
Adosado al muro del coro se encuentra el claustro de los Laureles, edificado a comienzos del siglo XV, de planta cuadrada con cuatro galerías de arco de herradura con alfiz.

Entrada abierta en su galería este, vista desde el vecino Patio de los Naranjos

El piso inferior está formado por cuatro galerías de arcos de herradura con alfiz, siguiendo los modelos de claustros mudéjares de Andalucía y Extremadura.
Se trata de un claustro edificado a comienzos del S. XV, de planta cuadrada. El piso inferior está compuesto por cinco arquerías por panda, en forma de herraduras, enmarcadas en alfiz y enjalbegadas. El piso superior, excesivamente bajo en altura, lo forman cinco vanos adintelados, formados por pilastras descantilladas sobre las que apoya el entablamento.

Panda norte.

El piso superior, sin embargo, sigue el prototipo de los patios mudéjares toledanos formados por pilastras descantilladas sobre el que descansa un entablamento de madera apoyado en zapatas, con galerías cerradas por balaustres de madera.









situada en una de las galerías del Patio de Los Laureles.

Patio de los Naranjos
Otras dependencias existentes en este conjunto conventual son: «Los Palacios», «el Patio de los Naranjos», o «la Sala de Profundis», con diversas influencias de los estilos arquitectónicos que se dieron en el periodos que abarca los siglos XIV y XV.

Posee una tipología diferente al patio anterior (Laureles) pese a situarse a continuación de aquel. Adopta la forma de un patio de planta alargada típica de una vivienda hispano-musulmana.









SALA CAPITULAR
Al lado sur del claustro del naranjo se encuentra la Sala Capitular que, a pesar de estar muy transformada, es de enorme interés por ser la parte más antigua del convento y por corresponder con la antigua casa islámica del alfaquí (doctor en la ley musulmana) Hamete Xarrafi, adquirida por el monasterio en 1395, como recoge la documentación conventual.
Originalmente debió constar de una planta rectangular compuesta de un salón central flanqueado por dos pequeñas estancias contiguas separadas por una arquería, disposición palaciega característica de los palacios hispanomusulmanes y, copiando a estos, en los edificios mudéjares, como comprobamos en la Alhambra, los Reales Alcázares de Sevilla o en el Taller del Moro de Toledo. Estas dos pequeñas estancias fueron suprimidas con los nuevos usos conventuales para abrir un locutorio y una escalera. La estancia se encuentra cubierta con una techumbre de madera o alfarje de tradición almohade con decoración en color negro, rojo y blanco. Los lados mayores del rectángulo están recorridos por una inscripción gótica, en rojo y negro, hoy ilegible, la cual falta en los lados menores debido a la transformación indicada.
Un arco de herradura geminado, similar al que sirve de ingreso, da paso a una segunda sala dividida en dos espacios por un muro. Este arco tiene por parteluz una columna musulmana con un capitel de hoja de acanto muy clásico. Este capitel es similar a otro que se encuentra formando parte de las construcciones de los Reales Alcázares de Sevilla y que está fechado en época califal en el año 932. Esto hace pensar que la estructura más primitiva de esta Sala Capitular pudiera remontarse a época islámica califal (siglo X).
Junto a la Sala Capitular se encuentra una segunda estancia (donde se ha instalado una selección de la colección histórica de Niños Jesús propiedad del convento) muy interesante por conservar en su techo restos de una decoración pictórica mural de estilo gótico-mudéjar consistente en hojas de vid que parten de roleos y con unos frutos que parecen más bellotas o moras que racimos de uva. Sobre esta decoración vegetal se repite insistentemente, con el ritmos propio del arte islámico y mudéjar, escudos con castillos y leones. Este escudo es el de la abadesa doña Inés, una de las hijas naturales del rey Enrique II, que murió hacia 1443. Aparece también una inscripción en letra gótica negra. Este espacio debió ser profundamente transformado y decorado en tiempos de las infantas doña Inés y doña Isabel (finales del siglo XIV y principios del XV). Quizás aquí se ubicaron sus aposentos privados.
Escultura Tres Aguas
En una de las dependencias del Convento, sita en la Plaza de Santo Domingo el Real, se instaló en 2014 la escultura de Cristina Iglesias: «Tres aguas», que junto con las esculturas de la Plaza del Ayuntamiento y la de la Torre del Agua en la Fábrica de Armas, completan la trilogía que esta famosa escultora ha dedicado al río Tajo y a la ciudad de Toledo.



Web de referencia
Convento de Santa Clara de Toledo. Cultura Castilla La Mancha
Convento Santa Clara la Real. Toledo (santaclaratoledo.es)
Convento de Santa Clara La Real de Toledo (S. XIII-XVII) | Museos y Monumentos
Una nueva vida para el convento de Santa Clara (abc.es)
Convento de Santa Clara la Real (Toledo) – Wikipedia, la enciclopedia libre
Santa Clara abre como museo | Noticias La Tribuna de Toledo
Para ver más imagenes
Paseo Fotográfico – 30 de Enero de 2018 – Convento de Santa Clara – Angel Martinez Torija
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