Introducción
En la entrada anterior sobre el palacio de Lorenzana, sede de la universidad, hacía referencia a la iglesia de San Vicente, por la que en este recorrido por Toledo ya hemos pasado en infinidad de ocasiones, pero es momento de entrar porque de seguro que ya hace tiempo que está lleno de arte, que ya no es un aula de la universidad
En 1991, la ciudad confirió transitoriamente San Vicente a la Universidad de Castilla-La Mancha que lo aplicó como aulario hasta 1999.
El Museo Parroquial de San Vicente (1929-1961) (abc.es)
Tuve la suerte y la oportunidad de entrar como estudiante para hacer algún que otro examen de final de semestre, sin que en todos los casos me sonriera la suerte o la dicha de ese merecido o inmerecido aprobado. Pero vamos a pensar que no fue porque no hubiera estudiado lo suficiente, ni siquiera me excusaré con la dificultad del mismo. Digamos que me sobraban razones artísticas para estar más centrado en el entorno que en esos folios en blanco donde se suponía debía plasmar el conocimiento adquirido en la susodicha asignatura.
De haber optado por una carrera universitaria centrada en el arte, tal vez el resultado de esos exámenes hubiera sido para enmarcarlo porque escribir sobre lo que veía a mi alrededor al menos me hubiera asegurado que se valorase mi capacidad de observación, pero mis inquietudes iban hacia otras materias menos artísticas.
Callejón del Instituto
Entre el Círculo de Artes (Iglesia de San Vicente) y la Universidad Lorenzana hay una calle realmente estrecha, con una verja que la cierra, pero no es propiedad privada y por eso hay un cartel que pone «Esta calle es de Toledo«. En el s. XVIII el cura de la Iglesia de San Vicente colocó unas rejas procedentes de la iglesia de San Andrés y realizadas por Juan Francés. Pretendía apropiarse de la calle, pero los vecinos se quejaron y consiguieron que la verja permaneciese abierta… y así está desde entonces.



No figura en el callejero fiscal ni hay placa identificativa del mismo. Callejón con reja entre el palacio Lorenzana y la antigua iglesia de San Vicente (ahora Círculo de Arte) y que une la plaza de San Vicente con la calle del Cubillo de San Vicente. De los famosos callejones que han sufrido un intento de privatización, pero no culminada, y que sigue siendo público. Julio Porres Martín-Cleto cuenta en su Historia de las calles de Toledo con detalle la gestación de esta vía y su sinuosa historia.


Iglesia de San Vicente de Toledo
Historia
La iglesia de San Vicente es un templo de estilo mudéjar; figura como parroquia ya en 1125, si bien, existe documentación que habla de que fue fundada por Alfonso VI poco después de la Reconquista.
El edificio actual es el resultado de sucesivas reconstrucciones, transformaciones y añadidos. Así, el elemento más antiguo conservado es el ábside que, por su estructura, no parece anterior al siglo xiii, siguiendo un tipo muy similar al del Cristo de la Vega, en el que se destaca el exterior, con un pequeño resalto, el tramo recto, que precede al ábside propiamente dicho. También concuerda con esa fecha la utilización de frisos en esquinilla, separando horizontalmente los cuerpos de arquerías, y la misma tipología de los arcos, que repite los de medio punto doblados y los de herradura apuntados, cobijados por lobulados, que aparecen en el Cristo de la Vega. El conjunto quedó desfigurado al añadir, en el eje, un gran escudo barroco y abrir dos vanos, para iluminación de la capilla mayor y de una cripta. En el interior conserva la doble arquería que recorre el perímetro del ábside, arcos ciegos sencillos de herradura. A la derecha, aprovechando el grosor del muro, se ha incorporado una pequeña capilla gótica, con bóveda de crucería, de comienzos del siglo xvi.
A fines del XVI se reformó una de las capillas góticas, instalándose en ella la nueva capilla de la Asunción de Nuestra Señora, fundada por doña Isabel de Oballe (u Ovalle) en su testamento de 1557. Se ejecutó unos años después, entre 1597 y 1605 por Francisco de las Cuevas y Juan del Valle, decorándose con un fresco del genovés Alejandro Semino. Cuando este falleció, en ella se instaló por encargo el maravilloso retablo y lienzo del Greco en 1615.
En esa época se reforma la iglesia por su mal estado general, eliminándose la vieja torre mudéjar y ejecutándose en 1599 la nueva bajo la dirección de Lázaro Hernández, colaborador habitual de Nicolás de Vergara el Mozo, que la diseñó de manera original con planta de rombo en vez de cuadrada.
La parroquia fue suprimida en 1804, manteniendo el culto pero con un rango ya mucho menor. Las primeras fotos de su interior son estas imágenes tomadas por Casiano Alguacil y Baldomer Gili a comienzos del siglo XX cuando aún se usaba para fines de culto religioso.

Suprimida la parroquia en 1842, el edificio alberga en la actualidad el Círculo de Arte de Toledo, con fines ajenos a los litúrgicos.
Descripción
El templo consta de una sola nave, con capillas laterales a ambos lados, separadas de ésta por pilares rectangulares, que sostienen arcos semicirculares de herradura. Estas capillas se añadieron a la época gótica, probablemente en la segunda mitad del siglo xiv, como parecen indicar los únicos restos conservados en las capillas situadas en el lado del evangelio: Dos bóvedas de crucería, una de ellas con terceletes, y las celosías de estuco con tracería de lado.
Se viene afirmando que fue en 1577 cuando se añadió, a los pies de la iglesia, la capilla del Espíritu Santo, siguiendo trazas de Vergara. Sin embargo, se trataría de la reconstrucción de otra capilla, edificada a fines del siglo xv o comienzos del xvi, como demuestra la decoración vegetal del arco de entrada, único elemento que todavía se conserva. La capilla existió hasta 1795, año en que el cardenal Lorenzana compró la casa de la Inquisición –situada al lado de la Iglesia– y utilizado el espacio de la tribuna y del hastial de la iglesia, construyó el actual palacio Lorenzana.
También, a finales del siglo xvi, se llevó a cabo la remodelación de una de las antiguas capillas góticas, la primera del lado de la epístola, transformada en capilla de la Asunción de Nuestra Señora, por fundación de doña Isabel de Ovalle en su testamento de 1557. La decoración, al fresco, fue realizada por el genovés Alejandro Semino, a cuya muerte se encargó a El Greco el retablo de la Asunción, que fue terminado en 1615.



A finales del siglo xvi, se planteó la rehabilitación del edificio, pues sufría grandes daños en la estructura. Se encargaron de la reparación Lázaro Hernández, habitual colaborador de Vergara, y el carpintero Antonio de Espinosa. Se eliminó la torre mudéjar, construyendo una nueva en 1599 con trazas de Nicolás de Vergara el Mozo. Es totalmente lisa, con campanario de un solo vano, entre pilares cajeados; al lado, también con traza de Vergara, se construyó un pórtico, hoy desaparecido, pero que todavía existía en 1804, cuando se colocaron en él unas rejas de Juan Francés, procedentes de la iglesia de San Andrés, que hoy se encuentran en el callejón situado a los pies de la iglesia.
Ábside
Se sitúa al final de la calle Alfileritos y está construido con el típico aparejo mudéjar. Posee, en la parte inferior del muro, un alto zócalo formado por mampostería encintada. La parte superior está formado por hiladas superpuestas de arquillos ciegos, realizados en ladrillo.

Su elemento más antiguo conservado un espléndido ábside, del siglo XIII, del que ya en el XV, por un rebaje de la calle, quedará al descubierto su plataforma de cimentación, otorgándole su actual esbeltez y apariencia de torreón mudéjar.

Se aprecian dos hileras formadas por dobles arquillos ciegos. Los de la parte superior tienen forma de herradura (polilobulados y túmidos) y los de la parte inferior son de medio punto. Estas hileras de arcos se separan por impostas realizadas en ladrillos dispuestos en esquinilla. En el centro aparece el escudo de armas de una de las familias más importantes de la nobleza toledana, Los Toledo, siendo un añadido posterior.

Su actual fachada principal, en la que pueden advertirse relieves romanos y visigodos incrustados, bien como adorno o bien como materiales reaprovechados, oculta la primigenia con construcciones añadidas,

Interior


Cabecera del templo donde en su día se situaba el altar mayor. Se trata de un ábside semicircular separado de la nave principal por un doble arco toral en forma de herradura. Se cubre con una bóveda de cuarto de esfera y sus paredes interiores aparecen fajadas por dos hileras de arquillos ciegos realizados en ladrillo (estilo mudéjar).












El Museo Parroquial de San Vicente (1929-1961)

A finales de 1926, el papa Pío XI nombraba cardenal al entonces arzobispo de Burgos, Pedro Segura Sáenz (1880-1957), para asignarle la silla primada de Toledo. Su entrada tuvo lugar en enero de 1927, permaneciendo hasta el 13 de mayo de 1931 para marchar a Roma antes las presiones recibidas del Gobierno por sus frontales disposiciones hacia la estrenada República. En su etapa toledana, entre otros aspectos, alentó el culto al Corazón de Jesús (con un monumento en la Vega Baja), presidió la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe y un concilio provincial que clausuró el propio monarca, en 1930. Pocos años antes, en 1926, siendo arzobispo Reig Casanova, Toledo había vivido dos concurridas celebraciones eclesiásticas acompañadas de representantes de las instituciones del Estado: la coronación de la Virgen del Sagrario y el III Congreso Eucarístico Nacional.

En este paisaje de solemnes actos de la sede primada el cardenal Segura añadió la creación, en 1929, de un Museo Parroquial con múltiples piezas procedentes de varios templos de Toledo, para evitar posibles pérdidas irreparables (robo, daños, ventas, etc.) y lograr algún ingreso para el Cabildo de Párrocos. El 29 de abril tuvo lugar la inauguración del citado museo alojado en la iglesia de San Vicente con la ayuda económica del Patronato Nacional de Turismo. Aunque acudieron todas las autoridades de la ciudad, el Cardenal no pudo asistir, delegando en el Vicario General de la diócesis, Agustín Rodríguez. El primer «archivero y organizador» de la muestra era el presbítero y fecundo investigador Antonio Sierra Corella (1881-1958) que ocuparía cargos similares en otras ciudades. Escribió la primera Guía del Museo Parroquial de San Vicente , sin aspirar a ser un «catálogo metódico (…) sino una labor de vulgarización religioso-artística». Hasta 1936 le sucedieron en la misma tarea los sacerdotes Nicolás Rodríguez Madridejos, Gerardo Pérez-Hita Navarro y Pedro Santiago Gamero.

Los seis paños que forman la pequeña. pero muy notable colección que posee la. iglesia filial de San Vicente Mártir de Toledo, salieron de 1os talleres A. B. D Dries, conocido fabricante de Bruselas, por los años. 1634 La circunstancia de no haber por entonces otros pintores de cartones de Ruben y su discípulo Jordanes; e1 estilo propio de aquel famoso pintor que a simple vista nos recuerda sus cuadros y 1a composición de sus cenefas, acusan indudablemente su época , la del siglo XVII .
Como reza la cartelera superior, representan estos tapices la historia de Alejandro Magno, de aquel hombre prodigioso, cuya famosa sería de inspiración a muscho sartistos de la antigüedad clásica en sus obras, algunas de las cuales figuran hoy en los grandes museos. La tapicería, suntuosa manifestación del arte industrial, que, por su riqueza y efecto decorativo. es la que e primer termino contribuyó a ensalzar enel peirososd del Renacimiento de las artes los actos extraordinarios de la historia, reprodujo algunos de los episodios de la vida de aquel famoso conquistador
ACDSeeTrabajo de impresión (realacademiatoledo.es)
En aquella breve publicación (35 páginas), Sierra Corella solo recogía sesenta y nueve obras, señalando que ninguna había sido restaurada, pues se creía más oportuno «conservar intactas las bellezas que aún se guardan». El principal realce lo otorgaba a los grecos exhibidos. El más destacado eran el gran lienzo de la Asunción con su retablo original de la capilla Oballe. La Guía recogía nueve obras firmadas por el cretense, dos dudosas y una de Tristán. Añadía informaciones sobre retablos, tapices, tallas, moblaje, vestiduras (un terno del cardenal Silíceo), una pila bautismal de cerámica del siglo XV, lápidas, documentos, incunables y piezas de orfebrería como tres custodias de las parroquias de Santo Tomé, de Santiago y de Santa Leocadia.
Sobre el contenido de este museo, más descriptivas fueron otras publicaciones, como Toledo: Tesoro y museos de Elías Tormo Monzó (s.a.) o la Historia y guía de los museos de España (1955) de Juan Antonio Gaya Nuño. Y es que, en sus primeros seis años de vida, la colección fue muy elogiada por críticos de arte españoles y extranjeros. Las páginas de Toledo, Revista de Arte, dedicaron amplias reseñas firmadas por el su director, el apasionado toledanista, Santiago Camarasa, y de Ángel María Acevedo. Sus elogiosos textos también aparecieron en ABC, Blanco y Negro , El Imparcial , La Esfera o La Unión Ilustrada . Todo esto se agregaba a la «recuperación científica» del Greco y su Casa-Museo impulsada, en 1911, por el II marqués de la Vega-Inclán (1858-1942). En este contexto y dada la céntrica ubicación de la iglesia de San Vicente, desde 1929, era otro obligado enclave para el turismo más ilustrado. El historiador y periodista, Adolfo de Mingo , en un estudio publicado en 2016 sobre el impacto social de este museo en Toledo , repasa el alcance habido entre reconocidos especialistas de arte.
Algunos de los visitantes de San Vicente noticiados por la prensa fueron Miguel Primo de Rivera y el ministro francés Aristide Briand en 1929; el paso de F rancesc Macià y su familia en 1931; el del primer ministro francés Édouard Herriot en 1932, además de excursionistas ilustres, periodistas, rotarios o miembros de la Institución Libre de Enseñanza. En 1948 se acercó Humberto II de Saboya (1948) y, en 1960, el secretario general de la Sociedad de Naciones, el sueco Dag Hammarskjold.
Al estallar la guerra civil, en el verano de 1936. La iglesia y su contenido artístico quedaron bajo la tutela del Comité de Defensa de Toledo que alentó el alcalde Guillermo Perezagua , compuesto por representantes del Frente Popular, artistas y técnicos y de cuyas tareas ya escribimos en el primer número de la revista Archivo Secreto (2002). El 17 de septiembre, víspera de la voladura del Alcázar, los cuadros catalogados del Greco se alojaron en una bóveda del mismo templo, dejando in situ , pero protegido, el gran retablo de la Asunción del Greco. Ningún objeto salió de aquel museo como pudo comprobarse cuando las tropas de Varela tomaron la ciudad pocos días después. Tras la guerra, varios cuadros de esta colección fueron restaurados en el Museo del Prado de Madrid donde fueron expuestos durante un tiempo. En los años cuarenta y cincuenta eran escasos los medios para atender las necesidades del país. El mundo se polarizaba entre dos bloques y el turismo escaseaba, anotándose, a pesar de ello, una nueva guía –incluso, con una versión en francés-, en 1959, impresa en los talleres de Rofi.
En 1958 se fecha un documental de Julián Torremocha dedicado al Museo de San Vicente, de 16 minutos, con guion de Luis Serrano Vivar y locución de Matías Prats. En el mismo año Toledo recibió esperanzada, en el Hospital de Santa Cruz, la gran exposición sobre Carlos V y su ambiente con el añadido de restaurarse varios edificios y la apertura del Museo de la Santa Hermandad. Concluida la muestra, el histórico Hospital del cardenal Mendoza se convirtió, desde 1961, en museo de bellas artes y arqueología con fondos de varia procedencia, como los llegados desde San Vicente con el visado del cardenal Plá y Deniel, lo que supuso el cierre del Museo Parroquial.
Vaciado el templo, el culto no fue recuperado. En 1969 ya habían concluido unas obras (dirigidas por el arquitecto González Valcárcel ) que eliminaron las barrocas bóvedas encamonadas para rescatar los antiguos perfiles mudéjares. En 1989 el Arzobispado permutaba esta iglesia con el Ayuntamiento, salvo la torre, la casa rectoral y un local comercial -que también se cederían poco después- a cambio de otros bienes. En 1991, la ciudad confirió transitoriamente San Vicente a la Universidad de Castilla-La Mancha que lo aplicó como aulario hasta 1999. Nuevas rehabilitaciones, efectuadas en 2004, dejaron el conjunto de San Vicente tal y como está ahora. Su gestión, tras concurso público, queda encomendada a la Asociación Círculo de Arte , convirtiéndose en un ecléctico espacio dispuesto para continuas expresiones creativas de todo tipo.

Fuentes:
Iglesia de San Vicente de Toledo | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha (castillalamancha.es)
Iglesia de San Vicente (Toledo) – Wikipedia, la enciclopedia libre
El Museo Parroquial de San Vicente (1929-1961) (abc.es)
La Iglesia de San Vicente y la plaza del mismo nombre / TOLEDO OLVIDADO
SEÑOR DEL BIOMBO: EL GRECO. LA ASUNCIÓN (seordelbiombo.blogspot.com)
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