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Introducción
A lo largo de nuestro recorrido por Toledo, en ese llamar a todas las puertas y echar un ojo a todos los rincones de la ciudad hemos pasado infinidad de veces por aquí, (Un día en la plaza) hasta el punto de que casi se nos considera parte del paisaje, de la idiosincrasia del lugar. Sin embargo nos hemos olvidado de una visita importante que en esta ocasión pretendemos enmendar, de manera que, dado que curioseáremos por aquí y nos lamentaremos por no haber venido antes.

Iglesia de San Marcos de Toledo
La parroquia mozárabe de San Marcos, es una de las seis que los árabes permitieron a los cristianos, después de conquistar Toledo: Santas Justa y Rufina, Santa Eulalia, San Sebastián, San Marcos, San Lucas y San Torcuato (nombradas por orden de erección), además de Santa María de Alficén y algunas otras ermitas. Este hecho se debió a las capitulaciones bajo las que fue entregada Toledo a los musulmanes. Con ello aceptaron y toleraron que los cristianos que quedaron viviendo en la ciudad, pudieran continuar con su creencia y ritos, con alguna contraprestación, como la de pagar unos im-puestos especiales.
La iglesia de San Marcos formaba parte del convento de la Santísima Trinidad y se levantó de nueva planta durante el siglo xvii.
Las obras empezaron en 1628, según trazas de Jorge Manuel Theotocópuli, por entonces, maestro mayor de la Catedral, del Alcázar y del Ayuntamiento de Toledo. Ajeno y anterior a la obra del templo propiamente dicho, a los pies del muro del evangelio del mismo, se sitúa un pórtico o anteiglesia, con el único acceso desde el exterior y la espadaña. Esta última, toda en ladrillo visto, es obra de 1622, trazada y ejecutada por Francisco de Espinosa, maestro de obras y alarife municipal. El mencionado acceso, desde el exterior, se efectúa a través de una portada-retablo en piedra, realizada en torno a 1620.

Descripción
Con respecto a la fábrica general de la iglesia, se sabe que hasta 1666 no se trabaja en la capilla mayor, y que hacia 1693 se concluye la cúpula que se levanta sobre el tramo central del transepto.

Como partes anejas a la fábrica principal, las dos capillas absidiales, a ambos lados del presbiterio, una decoración a base de pequeñas ménsulas o modillones pareados, extraños a la arquitectura toledana de la época. Como parte importante de la iglesia, y ajeno a la traza general de la misma, se encuentra un importante voladizo, cuyos elementos decorativos se disponen sobre la nave central, base del amplio coro, en alto, situado a los pies del templo.




La iglesia presenta una planta rectangular con irregularidades; los pies de la misma quedan configurados en forma inclinada, con sucesivos retranqueamientos, desde una capilla situada a los pies de la nave de la epístola, a modo de anteiglesia, donde se sitúan la portada y la espadaña. La iglesia consta de tres naves, la central es muy ancha, ocupa prácticamente el doble de espacio que las laterales. El crucero, que no sobresale en planta, es de anchura semejante a la nave central. El presbiterio es poco profundo y ligeramente elevado, respecto al transepto. El coro es amplio y se localiza en alto a los pies del templo.

El interior de la iglesia es amplio y diáfano y en él predominan las cubiertas abovedadas. Exteriormente presenta pocos vanos, así como unos perfiles rectilíneos y acusados; se destacan, por su amplitud y altura, la nave central, el crucero y el cimborrio exterior, cubierto con pizarra, que enmascara la cúpula.
La iglesia presenta una planta rectangular con irregularidades; los pies de la misma quedan configurados en forma inclinada, con sucesivos retranqueamientos, desde una capilla situada a los pies de la nave de la epístola, a modo de anteiglesia, donde se sitúan la portada y la espadaña.





El templo consta de tres naves, la central es muy ancha, ocupa prácticamente el doble de espacio que las laterales. El crucero, que no sobresale en planta, es de anchura semejante a la nave central. El presbiterio es poco profundo y ligeramente elevado, respecto al transepto. El coro es amplio y se localiza en alto a los pies . El interior de la iglesia es amplio y diáfano y en él predominan las cubiertas abovedadas.



Exterior
Exteriormente presenta pocos vanos, así como unos perfiles rectilíneos y acusados; destacan, por su amplitud y altura, la nave central, el crucero y el cimborrio exterior, cubierto con pizarra, que enmascara la cúpula.


En ella se aprecia el aparejo toledano formado por mampuesto encintado con verdugadas de ladrillo.


Entrada
La entrada al templo está formada por un arco de medio punto flanqueado por dos columnas toscanas, arquitrabe recto y friso alternando triglifos y metopas. Encima aparecen dos piramidones y tres hornacinas en forma de templetes clásicos, rematados por frontones, el central triangular y los laterales semicirculares. Culmina la fachada una espadaña realizada en ladrillo con dos cuerpos.



Actualmente la iglesia es un templo desacralizado, propiedad del Ayuntamiento de Toledo, que sirve de centro de exposiciones y otras actividades culturales. Adosado a la iglesia y ocupando la parte de la plaza se construyó un edificio dedicado a archivo municipal.

Historia
Ateniéndonos a unos versos escritos por San Ildefonso, se deduce que esta iglesia se construyó en el 634, “bajo el reinado de Si-senando, por una ilustre señora de la sangre real de los godos, llamada Blesila”.
Los párrocos de las parroquias mozárabes venían ejerciendo su ministerio pastoral cada uno en su templo, atendiendo así a las necesidades de sus respectivas feligresías. Esto podría parecer evidente, pero en el caso de San Marcos, al quedar arruinada su iglesia, tuvo que asistir a su feligresía desde otros templos ya que los parroquianos eran siempre los mismos. Éstos no cambiaban aunque la parroquia se trasladase de templo. No olvidemos que estas parroquias lo son a título personal y no territorial.
La parroquia de San Marcos ha estado estrechamente ligada a la de San Antolín. Al ser esta última anexada al convento de Santa Isabel de los Reyes en el año 1480 se trasladó la parroquia latina a la mozárabe de San Marcos. En este templo convivieron ambas feligresías y como bien dice Ramírez de Arellano en su obra Las Parroquias de Toledo, es muy difícil separar la historia de las dos parroquias.
La iglesia tenía tres naves, con sus altares, a decir de los que la vieron en pie: el del Sacramento, el de la Virgen de Belén y el de Santa Quiteria, con sendas puertas: una de ellas, la que daba a la calle, se abría a los pies de la iglesia; la otra daba paso al patio principal.
Entre los años 1651 y 1657 se derribó la torre por amenazar ruina, y se construyó una nueva según las trazas de Diego de Venavides. También se hizo un retablo para el altar mayor de san Marcos.
A comienzos de la década de 1700 la iglesia necesitaba una profunda reparación en su armadura, chapitel y paredes maestras. Con este artículo, pretendemos poner de relieve las incidencias que atravesó a lo lar-go de su existencia y, tras hallar en el Archivo Histórico Provincial de Toledo un documento en el protocolo nº 491, del escribano Gabriel Ruiz de Arrieta, la situación en que se hallaba el templo a comienzos del siglo XVIII y la precisión de los reparos que eran precisos realizar en su fábrica. Por último, ponemos de relieve la diferenciación con la iglesia de San Marcos, de origen trinitario, en la que fue ubicada la parroquia mozárabe de San Marcos tras la ruina de su sede y después de varios traslados
Ramírez de Arellano en su obra citada, nos dice que, «al parecer el templo debía de estar dividido de alguna forma, ya que la parte correspondiente a San Antolín se cayó en 2 de septiembre de 1778, y para acabar de demolerla se trasladó a San Bartolomé; y San Marcos siguió allí hasta que un nuevo hundimiento le hizo trasladar también a San Bartolomé el 9 de octubre».
Solo quedaría en pie la torre, el resto quedó todo arruinado. Años más tarde con ayuda del Arzobispado pudieron levantarse los muros, la portada y la sacristía, sin que pudiera concluirse la reconstrucción, pues ya estaba en estudio la reorganización de las parroquias de Toledo afectando también a las mozárabes.
A principios del siglo XVIII necesitaba la iglesia de la parroquia mozárabe de San Marcos una profunda reparación en su armadura, chapitel y paredes maestras, según atestiguó el 21 de octubre de 1709 el maestro de obras y alarife de Toledo (de edad de 41 años, poco más o menos), Francisco González, enviado por don Francisco de Contreras y Castro, catedrático de Vísperas en Cánones de la Universidad de esta ciudad, Teniente de Contador mayor, Juez ordi-nario de Rentas Decimales en Toledo y todo su arzobispado.
Cuatro años más tarde (4 de diciembre de 1713), en el testimonio que Francisco González dio ante el escribano de Rentas Decimales, Ga-briel Ruiz de Arrieta, manifestó que, atendiendo la orden de don Francisco de Contreras y Cas-tro, visitó el 21 de octubre de 1709 la parroquial de San Antolín y San Marcos, de esta ciudad, y reconoció con toda atención los reparos que su iglesia requería, así en su chapitel como en sus armaduras y paredes maestras. A aquellas reparaciones que señaló, ahora había que añadir un aumento del coste debido a los mayores daños que habían sufrido las armaduras y el chapitel en este intervalo de tiempo, debido a las incle-mencias de los tiempos.
Su dictamen actual era el siguiente:
- Primeramente, se había de desmantelar toda la armadura exterior del chapitel de la torre de la iglesia, por estar podrida por las aguas y a una de las vigas de las de la cruz, a la que se le había dañado una cabeza, se le habían de poner unas costillas de álamo negro, de tres dedos de grueso, con su cogote8 ajustado, y del todo el largo del brazo de la cruz, clavadas con buenos bellotes9, a la vez que a dos cuadrales10que había endebles, se les tenía que añadir y unir otros dos cuadrales para darles fuerza.
- Se había de cubrir con ladrillo y yeso todo el entrevigado de soleras y estribos hasta enrasar con los estribos.
- Era necesario volver a ejecutar las ar-maduras sentando soleras nuevas enterizas de tirantes de Cuenca y las limas de cuartón.
- Había de realizarse el apendolado15 de tirantes de Cuenca, cuadrados; labrado todo a azuela; repartiendo las péndolas de diez a diez dedos, dejando solamente una buhardilla, en la que proporcionar bastante hueco para que pu-diera salir un hombre por ella y debía de ir a línea del sol de mediodía. Debía ser de monterilla, con su remate de una bola de cobre dorada.
- Se había de empizarrar haciendo las canalillas de plomo y en los vuelos y donde no se pudiera empizarrar, con su tablero dado de verde y todo su chapitel, se había de entablar con tablas de siete, de buen grueso, labradas, y juntadas todas, cuadradas, muy clavadas con chillones.
- También se había de empizarrar todo el chapitel y el pedestal, siendo de plomo lo que no se pudiera hacer de pizarra.
- Las pizarras debían asentarse solapando los dos tercios, así como poner un garabato de hierro fuerte y con buena espiga, clavado, para poder echar un paral si se ofreciese salir a qui-tar alguna gotera.
- Era preciso entablar todo el tabladillo que estaba debajo de las campanas, con tablas gruesas clavadas con chillones y meter dos cuartoncillos en el suelo cuadrado.
- Asimismo, se debían hacer a todas las ventanas antepechos de tabique doble con puentes de cuartón labrados.
- Se habían de rehacer en la escalera todos los antepechos que se hallaban caídos, así como asentar todos los peldaños que faltaban.
- Imprescindible era rematar todo de yeso y dejarlo limpio de broza.
- Otra condición era que se debía de des-montar todo el colgadizo de la nave de Nuestra Señora de Belén y lo que se seguía hasta la entrada de la tribuna y hacer en todo ello un colgadizo de cuartón, cabeceando las paredes pie y medio, repartiendo siete pilares en los ti-rantes de ladrillos y cal, de tres frentes y medio cada una y enrasarlos de mampostería de barro revocado de cal por dentro y fuera, con una hilada de ladrillo a plomo y dos voladas que volasen cada una cuatro dedos.
- Se habían de asentar nudillos de cuartón de cuatro a cuatro pies y soleras de cuartón y hacer sus colgadizos entramados de cuarto-nes para franquear las armaduras y descargar-las del mucho peso que tenían.
- Era preciso repartir los cuartones de suerte que quedase un pie de cuartón a cuartón y entablarlo aprovechando la tabla vieja. Lo que faltase se había de poner nuevo, así como reparar las armaduras sentando en ellas doce pares y las tablas que faltaren correspondientes a lo antiguo y tejar dichos colgadizos a torta y lomo cerrado, solapando el tercio de la teja haciendo aleros, arzonales y boquillas de cal.
- Se había de quitar la buhardilla que caía a la capilla de la Virgen por ser muy perjudicial al tejado y tener bastante luz respecto de tenerla tapada y volver a hacer la que caía a la capilla mayor en la misma forma que estaba.
- En cuanto a la pared de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, que hacía división a la sacristía, se había de demoler toda, desde la esquina de la torre hasta la otra esquina, que era toda la cortina de la nave de dicha capilla, des-envolviendo toda la armadura, haciendo todos los apuntalados suficientes para darle seguridad y volver a ejecutar dicha pared desde lo firme, sacando el cimiento de mampostería de cal hasta el piso de la iglesia. Después se habían de erigir cuatro pilares de albañilería de cal, dejando el claro de la puerta de la sacristía en el mismo sitio que al momento se hallaba.
- La alacena que estaba al lado del altar se había de conservar, por el contrario, la otra alacena, que estaba a la parte de la torre, se había de condenar, porque tantos huecos quita-ban mucha fuerza a la pared.
- Se erigiría en la esquina que caía al patio de la casa del curato un macho de albañilería de cal, que tuviese cada ramal cinco frentes y medio de menor y seis y medio de mayor y en la esquina que arrimaba al altar se había de le-vantar otro pilar de tres frentes y medio de me-nor y cuatro y medio de mayor. Los otros dos machos del medio habían de tener tres frentes y medio de menor y cinco y medio de mayor, con sus cajones de mampostería de cal y dos hiladas de verdugos23 en cada altura, de tres a tres pies. Y en esta forma se había de levantar esta pared hasta enrasar con toda su altura, dándole los mismos gruesos que al momento tenía.
- Se precisaba volver a asentar la armadu-ra poniendo nueva la madera que se desgracia-se al tiempo del derribo y hacer su contraarmadura y tejarla.
- Se había de jaharrar toda la pared nue-va por la parte de la iglesia y sacristía, con yeso moreno y blanco; por el contrario, las oficinas de la casa del curato sólo se habían de rematar de yeso moreno y hacer los solados que se mal-tratasen por razón del derribo.
- Asimismo se habían de quitar dos canales maestras que tenía la capilla mayor, sacan-do las aguas a cuerda con un encamonado de madera, y contra la torre se había de hacer una armadura a dos aguas, de alfarjía, que abarcase toda la línea de la torre, franqueándola con dos cuartones y tejándola como quedaba dicho más arriba.
- Igualmente se habían de trastejar todos los tejados de la iglesia, haciendo boquillas, ca-balletes, limas y arzonales de cal y enlomar de barro lo que faltaba.
- También se debían reparar todos los descostrados de la iglesia, con yeso moreno y blanco y revocar los cimientos por la parte del patio y el de la sacristía, que está contigua a la torre, se había de realzar de cal metiendo pun-tos de albañilería donde le cupiere.
- Era condición que la argamasa que se había de gastar en la obra debía de consistir en una mezcla de tres espuertas de arena y dos de cal y el yeso debía ser puro.
- Los materiales del derribo debían ir en aprovechamiento del maestro que hiciese la obra.
- La iglesia debía quedar limpia de broza, tanto por dentro como por fuera.
- Después de un estudio pormenorizado, deducía que el coste de la obra de reparación, incluyendo materiales y mano de obra, ascen-día a once mil quinientos reales, poco más o menos.
El mismo día, es decir, el 16 de abril de 1714, en que el escribano firma el traslado de los autos para la reparación de la iglesia, se presentaron ante él Manuel Escribano, maestro de carpintería, y Juan Sánchez de Marcos, maestro de albañilería, quienes se obligaron en favor de la Dignidad Arzobispal y señores partícipes interesados en las rentas decimales de la parroquial mozárabe de San Marcos y San Antolín, de Toledo, a que ejecutarían toda la obra de reparación que necesitaba la iglesia y el chapitel de su torre, conforme a la declaración realizada por Francisco González, maestro de obras y alarife de Toledo, en virtud de la co-misión ordenada por el Teniente Contador Mayor de Rentas Decimales de 4 de diciembre de 1713. Las condiciones a que se someten eran
- Ejecutarían las obras por 9.900 reales, incluyendo materiales y mano de obra, cantidad que ajustaron con el Teniente Contador Mayor y con Miguel Díaz Barroso y Eugenio de las Infantas, curas de dichas parroquias.
- El cobro de dicha cantidad debía realizarse de la siguiente manera: 5.000 rs. para iniciar los trabajos; 2.600 rs. en septiembre próximo y los 2.300 rs. restantes en septiembre del año siguiente.
Lo poco que fue rehecho debió ser incendiado durante la invasión francesa, quedando nuevamente en pie la torre.
En 1842 tuvo lugar la comentada reorganización de las parroquias en la ciudad, según el Decreto firmado el 9 de mayo por D. Miguel Golfanguer, Pbro. del Gremio de S.M. y Claustro de la Universidad de Alcalá de Henares, Canónigo de la Santa Metropolitana Iglesia Primada de España, Ministro Honorario del Tribunal Supremo de la Rota, del Consejo de S.M., Gobernador de este Arzobispado Sede vacante.
Las parroquias mozárabes quedaron reordenadas de la forma siguiente:
“Las parroquias mozárabes de Santa Eulalia y San Torcuato se unen a la de San Marcos, de uno solo que deberá trasladarse a la iglesia que fue del convento de Trinitarios Calzados, desde donde cada uno de los tres párrocos administrarán el pasto espiritual a sus respectivos feligreses, quedando a cargo de uno solo luego que por muerte, traslación o renuncia se verificara la vacante; y lo mismo y en igual forma las de San Lucas y San Sebastián, del propio rito, se unen a la de Santa Justa”.
La parroquia de San Marcos, en cumplimiento del citado Decreto, se trasladó a la Trinidad desde la vecina iglesia de El Salvador, a donde había llegado después de su periplo por diversos templos de la ciudad. Pero no acabaría ahí su ir y venir, pues su emplazamiento final la llevaría a Santa Eulalia, como más adelante recoge Alicia Arellano Córdoba en su artículo “Una parroquia trashumante”.

En este grabado de Guesdon (Foto 1) datado en el año 1856, puede apreciarse la torre, siendo ésta la única imagen que se tiene de ella.
Al parecer la torre, que subsistía en 1841, fue demolida en 1857 tras la compra del edificio por un especulador acogiéndose a la ley desamortizadora de Madoz de 1-5-1855.
Su nuevo propietario demolió la torre en 1857. Ni siquiera conocemos la planta de la iglesia, que ya figuraba como simple solar en el plano de Coello, levantado al año siguiente del derribo. Aparece como ruinas de San Marcos.

Toledo contará con un gran centro cultural en la iglesia de San Marcos 26 de agosto 1985
Fuentes
Iglesia de San Marcos de Toledo | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha (castillalamancha.es)
Iglesia de San Marcos (Toledo) – Wikipedia, la enciclopedia libre
1951-106_obras-de-restauracion-de-la-iglesia-de-san-marcos-toledo-luis-garcia-vallejo.pdf
Vista de Vicisitudes de la iglesia mozárabe de San Marcos de Toledo | Liño (uniovi.es)
Andamio mayor (¿Qué fue del retablo de la Trinidad?) [Adolfo de Mingo]
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