¿A qué huelen los poemas?

Hace un par de años escribí una entrada de blog para preguntar sobre el olor de mis poemas. Fue una entrada muy poética e imaginativa, con cierto toque de romanticismo.

¿A qué quieres que huelan mis poemas?

Hoy le he hecho esa pregunta a la inteligencia artificial y, para ser honesto, me quedo con la entrada original, aunque la respuesta dada por Bing Chat tampoco es mala

Hola, seguidores y seguidoras del blog.

El olor de los poemas

¿Alguna vez te has preguntado cómo huelen los poemas? ¿Tienen un aroma propio o dependen del tema, el autor o el lector? ¿Hay poemas que huelen a rosas, a café, a mar o a queso? En este blog, voy a explorar estas y otras cuestiones relacionadas con el olfato poético.

Lo primero que hay que decir es que no todos los poemas huelen igual. Algunos tienen un olor más intenso que otros, más dulce o más amargo, más fresco o más rancio. Esto puede deberse a varios factores, como el lenguaje, el ritmo, la rima, las imágenes, las metáforas o las emociones que transmiten. Por ejemplo, un poema que habla de la primavera puede oler a flores, a hierba, a lluvia o a polen. Un poema que habla de la guerra puede oler a sangre, a pólvora, a humo o a miedo.

Una nariz oliendo poemas. Imagen Creator

Pero no solo el contenido del poema influye en su olor. También el contexto, la época, el lugar o la cultura en la que se escribió o se lee. Un poema puede oler diferente según quién lo escriba o quién lo lea, según el momento histórico o el estado de ánimo en el que se encuentre. Un poema puede oler a nostalgia, a rebeldía, a amor o a desesperación. Un poema puede oler a lo que queramos que huela.

Y es que el olor de los poemas es algo subjetivo, personal e intransferible. Cada uno de nosotros tiene su propio sentido del olfato, sus propias preferencias y sus propias asociaciones. Lo que para unos puede ser un aroma agradable, para otros puede ser desagradable. Lo que para unos puede ser un aroma familiar, para otros puede ser desconocido. Lo que para unos puede ser un aroma evocador, para otros puede ser indiferente.

Por eso, no hay una respuesta única ni definitiva a la pregunta de cómo huelen los poemas. Solo hay opiniones, impresiones y sensaciones. Solo hay experiencias individuales y colectivas. Solo hay lecturas y relecturas. Solo hay poemas y lectores.

Así que te invito a que explores por ti mismo el olor de los poemas. A que leas con atención, con curiosidad, con imaginación. A que te dejes llevar por las palabras, por los sonidos, por las imágenes. A que busques tu propio aroma poético, el que te haga sentir algo especial. A que compartas tu olor con otros lectores, con otros escritores, con otros amantes de la poesía.

Y recuerda: los poemas no solo se leen con los ojos, sino también con la nariz.

El olor de los poemas a través de paisajes y escenas

Image Creator

¿Te has fijado alguna vez en cómo huelen los poemas? No me refiero al olor del papel o de la tinta, sino al olor que desprenden las palabras, las frases, los versos. El olor que nos transporta a otros lugares, a otros tiempos, a otras vidas. El olor que nos hace viajar con la imaginación y con los sentidos.

Los poemas son como paisajes y escenas que podemos ver, oír, tocar, saborear y oler. Cada poema tiene su propio paisaje y su propia escena, su propio ambiente y su propia atmósfera. Cada poema tiene su propio olor.

Hay poemas que huelen a naturaleza, a campo, a bosque, a montaña, a río, a mar. Poemas que nos llenan de aire fresco, de brisa suave, de sol radiante, de lluvia fina, de nieve blanca. Poemas que nos hacen sentir la vida en cada hoja, en cada flor, en cada fruto, en cada animal, en cada gota.

Hay poemas que huelen a ciudad, a calle, a plaza, a edificio, a coche, a metro. Poemas que nos envuelven de ruido, de movimiento, de luz artificial, de humo gris, de gente anónima. Poemas que nos hacen sentir la prisa, el estrés, la rutina, el caos, la soledad.

Hay poemas que huelen a historia, a pasado, a recuerdo, a memoria, a nostalgia. Poemas que nos llevan a otras épocas, a otros lugares, a otros personajes, a otras costumbres, a otras lenguas. Poemas que nos hacen sentir la huella del tiempo, el legado cultural, el patrimonio artístico, el testimonio humano.

Hay poemas que huelen a futuro, a presente, a sueño, a esperanza, a ilusión. Poemas que nos proyectan hacia adelante, hacia lo nuevo, hacia lo desconocido, hacia lo posible. Poemas que nos hacen sentir la curiosidad, el deseo, la creatividad, el optimismo.

Hay poemas que huelen a amor, a pasión, a ternura. Poemas que nos acercan al otro o a la otra. Poemas que nos hacen sentir el latido del corazón. Hay poemas que huelen a dolor. A tristeza. A rabia. A miedo. Poemas que nos alejan del otro o de la otra. Poemas que nos hacen sentir el vacío del alma.

Hay poemas que huelen a lo que queremos que huelan. A lo que necesitamos que huelan. A lo que sentimos que huelen.

Por eso te animo a que explores por ti mismo el olor de los poemas. A que los leas con todos tus sentidos. A que los disfrutes con todo tu ser.

Y recuerda: los poemas no solo se leen con los ojos sino también con la nariz.

¿A qué quieres que huelan los poemas de Manuel Pellicer Sotomayor

Los poemas de Manuel Pellicer Sotomayor son muy variados y pueden oler a muchas cosas diferentes, según el tema, el tono y el estilo que elija el autor. He encontrado algunos ejemplos de sus poemas en su blog personal y te voy a decir a qué me huelen a mí, pero puede que tú tengas otra opinión.

  • El poema «Arriba las manos» me huele a mar, a sal, a arena, a sol. Me huele a verano, a vacaciones, a libertad. Pero también me huele a angustia, a soledad, a desesperación. Me huele a un amor que busca un espacio entre tanta presión y tanta dificultad.
  • El poema «Mi alma» me huele a sangre, a sudor, a lágrimas. Me huele a dolor, a sacrificio, a entrega. Me huele a fe, a esperanza, a salvación. Me huele a la pasión de Cristo, que el autor recrea desde su punto de vista.
  • El poema «Y no escondido» me huele a desierto, a sequía, a vacío. Me huele a tristeza, a frustración, a resignación. Me huele a un amor imposible, que nunca ha florecido ni ha dado fruto.

¿Y tú? ¿A qué te huelen los poemas de Manuel Pellicer Sotomayor?

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