Hoy en día la Toledo estadounidense es una ciudad económicamente potente que ha sabido aprovechar a la perfección su situación en el noroeste del Estado de Ohio, lo cual la ubica directamente en la región de los Grandes Lagos, y en concreto en el extremo occidental del Lago Erie.
¿Por qué incidimos en su situación geográfica?
Localización de Toledo en Estados Unidos
Porque gracias a ésta Toledo cuenta con uno de los puertos más importantes del mundo lo relativo al transporte del carbón y el hierro, amén de disponer de instalaciones propias de la industria naval, como las destinadas a la construcción y reparación de buques.
Además, existen otras importantes industrias que se ubican en Toledo, como las del automóvil -el mítico todo terreno Jeep se fabrica allí desde los años 40- o la farmacéutica. Pero, por lo que destaca y es eminentemente conocida nuestra hermana estadounidense es por la tradición en la industria del vidrio; y no en vano se ha ganado el sobrenombre de Ciudad de Cristal.
En 2024 se cumplen noventa años de la primera visita de una delegación de la «ciudad yanqui» entre el 30 de mayo y el 5 de junio de 1934
En octubre de 1832 se oficiaba un Te Deum en la Primada de Toledo por haberse aliviado Fernando VII de una grave enfermedad a la que seguiría la exclusión como sucesor del infante don Carlos y el inicio de una guerra civil.
En el mismo año, en la orilla oeste del americano lago Erie, el juez del condado de Monroe, John Baldwin, firmaba la cesión de terrenos para su explotación a la Port Lawrence Company.
Cerca surgió otro núcleo, llamado Vístula, que atrajo profusos colonos. Para eludir una vana rivalidad y dobles inversiones, ambos poblados acordaron una unión corporativa en 1833 y crear, a orillas del río Maumee, una ciudad que recibió el nombre de Toledo a propuesta de James Irvine Browne, editor del Toledo Herald. La ciudad fue capital del condado de Luca en 1835, considerándose municipio en 1837 con John Berdan como primer mayor (alcalde).
En 1858 reunía a 2.300 empadronados, la Ciudad Imperial a 17.000. El auge industrial de los Grandes Lagos hizo que la «nueva Toledo» alcanzase los 290.000 habitantes en 1930 ya con importantes industrias, escuelas superiores y Universidad.
Vínculos transatlánticos
Unido al origen de la ciudad fue el periódico The Toledo Blade (hoja de acero).
Nació el 19 de diciembre de 1835 y, según evoca la empresa editora, el nombre se inspiró en la historia espadera del Toledo español, siendo muy adecuada la cabecera ante el conflicto que entonces vivían Ohio y Michigan por el condado de Luca. The Blade podría «desenvainarse» para defender los derechos de la comunidad.
El periódico ‘The Toledo Blade’ nació en 1835. El 1 de mayo de 1927 estrenó su nueva sede con formas neorrenacentistas tras un año de obras. La familia Block había adquirido la histórica cabecera a la familia Locke en 1926 (Imagen https://thetoledoohiorenaissance.wordpress.com/)
Por otra parte, hay referencias que señalan en Ohio la conservación de unas hojas de espadas enviadas por la Fábrica de Armas a la Exposición Universal de Filadelfia de 1876. En una Memoria firmada, por D. de Cortázar (Madrid, 1878), Ingeniero-Jefe del Cuerpo de Minas y Jurado de aquella muestra, cita la exhibición de productos toledanos como fueron jabones, mazapán, trigos, cartuchos Regminton y «dos grandes panoplias de armas blancas». Estas, al parecer, debieron quedar ya al otro lado del Atlántico.
El siguiente vínculo entre ambas ciudades llegó en 1923 al nombrar académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo a Arthur M. Stowe, rector de la Universidad de Toledo de Ohio. En 1926, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional de Chicago, el cardenal Reig Casanova visitó al mayor de Toledo de Ohio y al obispo de la diócesis que promovía la construcción de una moderna catedral inspirada en históricos estilos españoles.
Catedral católica de Nuestra Señora Reina del Santísimo Rosario en Toledo de Ohio. (Our Lady Queen of the Most Holy Rosary Cathedral) De planta basilical, se construyó entre 1925 y 1931 según el proyecto del arquitecto William Perry. En ella se incluiría una piedra regalada por la Primada de Toledo en 1934 como símbolo de hermandad (fotografía de Wikipedia)
Vista interna de la catedral
En 1929, un periodista toledano, Francisco Gómez-Hidalgo (Val de Santo Domingo, 1886 – Ciudad de México, 1947), exiliado en Estados Unidos durante la Dictadura de Primo de Rivera, tras visitar la industriosa Toledo yanki, animaba desde las páginas de ABC a nuestros políticos locales a entablar útiles intercambios de comisionados como así hacían otras ciudades europeas.
Primeras gestiones
Estrenada la II República, el 10 de julio de 1931, la nueva corporación presidida por José Ballester Gozalvo autorizaba el empleo del escudo de la ciudad como emblema de la Universidad de Toledo de Ohio tras recibir la petición de Henry J. Doermann (1890-1932), rector de aquella institución, deseoso de estrechar lazos con la histórica ciudad que había descubierto en su viaje por España.
Según escribió el periodista toledano, Adoración Gómez Camarero, a sugerencia del filólogo Tomás Navarro Tomás -de la Junta de Ampliación de Estudios-, en 1933 empezaron los contactos con el Club Español de la Escuela Superior de Vilbiss en Ohio, que atendía el profesor de español, Russell G.C. Brown para intercambiar correspondencia.
Aquello aquí motivó el origen de un Comité de Relaciones formado por Gómez Camarero, el teniente de la Academia, Fernando Ledesma Navarro, el oficial de Telégrafos Jesús López Alonso y el fotógrafo Pablo Rodríguez. Luego se sumarían dos concejales designados por el Ayuntamiento: Manuel Conde Fernández y Vidal Arroyo Medina. En junio de 1933, siendo alcalde Guillermo Perezagua se agradeció a «D. Germán Erausquin» (1899-1951) «como único español en Ohio» el interés para fomentar una creciente relación entre ambas ciudades.
Preparativos de la visita
El 3 de abril de 1934, en una sesión extraordinaria, el Ayuntamiento ya había aprobado las tres propuestas esenciales del flamante Comité de Relaciones: galardonar al «Toledo americano» con la Medalla de Oro de la Ciudad, cambiar el nombre de la calle de Belén por el de Toledo de Ohio y recibir a una comisión de aquella capital a finales de mayo, coincidiendo «con las fiestas de primavera».
Miembros del concejo municipal de Toledo de Ohio en 1934. En primera fila, en el centro, el vicealcalde Mr. Charles Hoover. La foto apareció en un número especial de ‘El Castellano’ el 31 de mayo de 1934
La invitación se hacía al mayor de la city, representantes universitarios, de la industria y el comercio, de la prensa, alumnos de escuelas superiores y de los obreros. Para «estrechar lazos de amistad», se enviaron mensajes al embajador norteamericano en España, al Gobernador del Estado de Ohio y al Presidente de Estados Unidos que entonces era Franklin D. Roosevelt.
Calle de Toledo Ohio, en Toledo (España)
También se acordó dirigirse al Ministro de Estado y al Presidente del Patronato Nacional del Turismo para que diesen forma oficial a sus ofrecimientos y difundiesen el encuentro entre los medios de información nacionales y extranjeros, más la concesión de ayudas para sufragar los gastos del viaje y la estancia de la Comisión americana en nuestro país.
En relación con esta petición, tan sólo se concederían 1.940,3 pesetas para adquirir «seis billetes kilométricos», quedando sin subvencionar el resto de los capítulos.
Esta respuesta determinó que, el 25 de mayo, en sesión de urgencia, el Ayuntamiento acordase «facultar a la Alcaldía para disponer de las consignaciones» que se precisasen a fin de agasajar a la Comisión americana, pues ya estaba formalmente aprobado el programa oficial previsto entre el 30 mayo y el 5 de junio.
Mientras, el Ayuntamiento ya había cursado una carta al doctor Marañón, presidente de honor del Comité de Relaciones, para que pronunciase un discurso en el acto de imposición de la Medalla de la Ciudad y recibiese a los «delegados del Toledo transatlántico» en su cigarral y los obsequiase «personalmente». Esto último también se había comunicado al diplomático Salvador de Madariaga al idearse un recorrido por los alrededores del Valle.
En el expediente conservado en el Archivo Municipal referido a los honores dispensados a la ciudad homónima, aunque no hay muchos escritos solicitando apoyos institucionales o de cargos y personas concretas, durante la visita hubo una plena implicación de la ciudad como recogieron las crónicas de El Castellano y así lo reconoció la alcaldía en un bando publicado el 19 de junio de 1934.
Bando firmado el 19 de junio de 1934 por el alcalde Guillermo Perezagua agradeciendo a la ciudad el recibimiento otorgado a los “representantes del Toledo americano”, a los industriales y a las personas que se volcaron con obsequios y atenciones para los invitados. Archivo Municipal de Toledo
La relación de actos habidos en aquel recordado encuentro de los «dos Toledos» y sus epígonos hasta 1936 quedan aquí para una siguiente entrega.
Lo que falta y sobra
A modo de conclusión, hacemos valederas las palabras que pronunció el académico Luis Moreno en el discurso al que nos hemos referido. En él, vino a decir que ambas ciudades se miran con simpatía porque cada una tiene algo que le falta a la otra; así, nuestra Toledo mira a la de Ohio con cierta nostalgia del gran desarrollo industrial que sí tiene la ciudad americana y que recuerda al antiguo prestigio que en la abrazada por el Tajo alcanzaron los gremios y manufacturas. Asimismo, la Toledo estadounidense contempla con admiración a la española porque representa lo que a ella le falta, que es lo tradicional, lo pintoresco, el rango histórico y la categoría artística y documental …
En definitiva, consideramos que resulta digno de mención el hecho de que Toledo de Ohio sea mucho más que una calle del Casco Histórico, pues representa la admiración, el encanto, y en definitiva el embrujo que despertó y sigue despertando nuestra eterna Ciudad Imperial.
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