Introducción
Seguimos en el miércoles 21 de abril de 1993 con Jessica castigada porque el día anterior se escapó del St. Clare’s para acercarse al parque y jugar con los chicos, porque esta niña, por mucho que pasen los años, parece que no escarmienta y parece que aún no se ha convencido del todo de que esto le perjudica más que beneficia.


No parece que las enseñanzas, los consejos y el control al que Ana, su tutora del St. Clare’s la tiene sometida tengan el efecto deseado en este sentido, porque esta vez la escapada ha sido con premeditación. Está de vacaciones, disfrutando de la semana de primavera, y pretende alejarse de todo aquello que le agobia.
Ayer, cuando me escapé, lo hice porque estaba aburrida del encierro. Se supone que es la semana de vacaciones de primavera, pero para mí se convierte en la semana de estudio porque no me dejan hacer otra cosa, ante lo cual es lógico que aprovechase el primer despiste y me marchase por la puerta de atrás, que no siempre está cerrada.
Lo más grave es que para esta ocasión Ana le tenía una visita sorpresa preparada, quería presentarle a alguien y a consecuencia de esta escapada no queda en muy buen lugar, no causa muy buena impresión eso de ser una niña rebelde, cuando se supone que todo lo que se han dicho de ella son maravillas.
Me fui a mediodía, después de comer. Ana estaba pendiente de una visita y se desentendió de mí. Ocasión que aproveché sin pensármelo dos veces.
¿Juegas a baloncesto?
Sin embargo, lo que se encuentra esta vez en el parque es algo diferente, incluso ella se comporta de manera un tanto diferente, porque los chicos ya se han dado cuenta que ya no es la niña ingenua dispuesta a lo que sea con tal de que le permitan unirse al juego, porque quiera pensar que el hecho de ser como los chicos es lo mejor del mundo.
Esta vez es una niña de doce años, consciente de su personalidad, del hecho de ser una chica, que espera que los chicos la traten como tal, se destaque esa diferencia, ese establecer quién es quién en este juego de las relaciones personales, donde los chicos piensan que por el hecho de ser ella una chica, es torpe y menos inteligente. Es una chica que hace cosas de chica y se comporta como tal.
Ayer se trataba de baloncesto, que no se me da mal y es un deporte donde las chicas nos defendemos. En el soccer, el fútbol o béisbol es más fácil acabar por los suelos.
La cuestión es que, como se trata de un juego por equipos y de que haya el mismo número de jugadores en cada equipo, la inesperada llegada de Jessica para los chicos supone una solución. Ya pueden jugar sin que nadie se tenga que quedar en el banquillo a mirar y esperar su turno.
¡Jugar con una chica!

Dado que las escapadas al parque de Jessica son cuando lo consigue, no tiene como tal un grupo de amigos estable. Para ellos, es una chica que a parece por allí de manera inesperada y que no tiene demasiado reparo a unirse a ellos siempre que la inviten. Pero es la chica «rara» del barrio.
Es una chica y no intenta ocultarlo. Lo es, lo parece y se comporta como tal. La única diferencia es que ésta no cuenta con el apoyo de otras niñas y aunque se la nota un poco incómoda en esta situación, parece no importarle. ella tan solo pretende disfrutar del juego, del tiempo que tenga de estar allí, como el temor de que vayan a buscarla o que los chicos no repriman el hecho de ser lo que son y cómo son.
La desventaja de jugar con esta chica, aparte de que tenga claro que hay que mantener las distancias y la compostura, porque están en presencia de una chica que no va a dejar de escandalizarse ante su naturalidad, está el hehco de que con ella hay que hablar en inglés.
Es decir, es una chica y, además, maniática, de esas que se quiere enterar de todo lo que hablan y se dicen entre ellos, que la única manera de evitar que se entrometa en conversaciones ajenas es hablando en español, porque se espanta.
¡Las chicas son muy raras y ésta no es la excepción! Era más divertida cuando no se empeñaba tanto en actuar como una chica y se integraba en el juego como una más, aunque tuviera sus cosas típicas de las niñas. Pero es que ha marurado.
Además, como saben que no voy a clases de Spanish, en alguna ocasión los he escuchado hablar en ese idioma con intención de que no me enterase de lo que decían. Al final me quedo con la sensación de que son ellos quienes se piensan que soy estúpida o algo así, por eso ya no me gusta tanto estar con ellos. Sin embargo, ayer no tenía otro sitio donde ir ni con quien estar.
Ahora ya parece algo general eso de que aquellos que juegan con niñas, no son tan «machotes», por lo cual más que pensar que ella se integra en el equipo como una más, es mñas fácil pensar que su participación supone una clara desventaja. Si eres un chico y tienes espíritu de lider, de ganador, no pongas a una niña en tu equipo.
Origen
- Esperando a mi Daddy. Wednesday, April 21, 1993
- Reflexiones personales

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