¿Tienen visita?

Introducción

Seguimos en el miércoles 21 de abril de 1993 (05:30 pm). Tras la conversación mantenida dos horas antes, parecía que había vuelto la tranquilidad al «St. Clare’s Home for Girls». Ana ha vuelto a sus quehaceres y se supone que Jessica ha atendido la llamada de atención sobre eso de que aprovechara el tiempo y estudiara, en vez de estar leyendo sin más.

Es el día del cumpleaños de Jessica, pero no hay prevista ninguna fiesta ni celebración; ya sabemos que esta niña es un encanto y que en estas fechas, la semana de primavera, hay vacaciones en el colegio y la casa se queda vacía. Es decir que para organizar una fiesta y que no acuda nadie, casi mejor no planteárselo.

Además, la vida social de Jessica es tan extensa e intensa que esa lista de invitaciones empieza y termina por ella misma, más bien, escribiendo el nombre de su «Daddy», pero no se conoce la dirección ni un teléfono al que enviar la invitación, aparte de que no hay constancia de que éste tenga constancia de esta paternidad.

En definitiva, que descartada la opción de escaparse al parque a jugar y unirse con los chicos a alguno de sus deportes de equipo, la tarde se presenta de lo más tranquila. Queda esperar que sea la hora de cenar y, antes de que se quiera dar cuenta, Ana la está mandando a la cama.

Ruido en la calle.

Para situarnos, hemos de aclarar que, según la novela, el edificio del «St. Clare’s Home for Girls» hace esquina. La fachada da a una de las vías principales del barrio y la fachada izquierda a una calle perpendicular de menor importancia. A la derecha, comparte muro divisorio con una vivienda particular, y en la parte de atrás, aparte de un pequeño jardín, está la valla divisoria con los vecinos de la calle de atrás.

No es como tal un edificio que se pueda bordear, pero hay dos calles por las que hay tráfico de coches. A través de la calle lateral se tiene acceso al garaje, que es una extensión de la casa, sobre el que se ha construido un trastero abuhardillado, del que ya hablaremos en su momento.

El caso es que me ha parecido oír que ha venido alguien y no se trata de ninguna niña a la que busquen alojamiento para lo que resta de curso, ni para el próximo, dado que, al menos hasta final de curso, están todas las camas ocupadas y no tengo constancia de que haya nadie que tenga pensado irse antes, aunque tampoco tiene nada de particular que las familias de acogida del fin de semana se conviertan en adoptantes, porque la finalidad es que todas las chicas terminemos con alguna familia, sin que ello se vea condicionado por el horario escolar.

Sabemos que Jessica se conoce hasta el más pequeño rincón de la vivienda y dado que no se mueve de allí ni por las malas, dado que es donde espera que venga a buscar y recoger su Daddy, es capaz de intuir lo que sucede tanto dentro como fuera de la casa. Le llama la atención cualquier ruido que se salga de lo habitual, porque no le agrada que le sorprendan con posibles familias de acogida, que la aparten de la posibilidad de irse con su Daddy.

Jessica, 12 años

De tal manera que, aunque se supone que debería estar centrada y concentrada en los estudios, que tiene una confianza plena en Ana, que a su lado se siente segura y protegida de sus temores, anda con la mosca detrás de la oreja.

Esta vez «la mosca» le lleva a deducir con acierto que ese coche detenido delante de la casa y esas voces que llegan de la puerta no son gente que se haya parado bajo su ventana por casualidad.

Ana

Es Ana quien es responsable de atender a quien llame a la puerta; Jessica se puede desentender. Sin embargo, no es habitual eso de que reciban visitas y menos aún durante los periodos de vacaciones cuando se supone que el «St. Clare’s Home for Girls» está cerrado, aunque desde que Jessica vive allí, a nadie le haya de extrañar que haya alguien.

Se supone que la puerta siempre está abierta para acoger a esas niñas que, por sus circunstancias, han quedado desamparadas y necesitan de una casa de acogida, aparte de que se ha de estar pendiente de aquellas que en estas fechas se encuentran con sus familias de acogida por si hubiera algún problema o imprevisto.

Para cuestiones referentes a las niñas, se entiende que Monica o Ana siempre están localizables por teléfono. En el caso de Ana, ya sabemos que ese «moderno» teléfono móvil es como una extensión de ella misma. Para localizar a Monica, esta ha de dar el número del teléfono fijo de la casa donde se encuentre.

Origen