Además, hablan

Introducción

Seguimos en el miércoles 21 de abril de 1993 (05:30 pm). Nos encontramos con que Ana y Jessica han recibido visita en el St. Clare’s, lo que se sale un poco de las normas y de lo habitual porque se supone que la institución está cerrada por vacaciones.

Ana, como tutora responsable, parece ser plenamente consciente y cómplice de ello al saltarse las normas, con el añadido de que no ha querido que Jessica se mantuviera al margen, como si la visita en realidad fuera para ella, aunque no les conozca ni tenga interés en conocerles. No es su «Daddy».

Esto es un claro ejemplo de cómo acostumbra a recibir Jessica a las visitas, aunque en esta ocasión no le hayan dado ocasión de esconderse ni de evitarlo. La han pillado desprevenida y el hecho de mantener la puerta del dormitorio cerrada no ha sido suficiente para que estos visitantes desistieran de su empeño en conocerla.

La pantomima de hacerles creer que había bloqueado la puerta desde el centro y que hubiera hecho falta llamar al Ejército para obligarla a salir, para que echasen la puerta abajo y se dispusieran a enfrentarse a una niña en todo su esplendor, no les ha hecho cambiar de idea. De hecho, ha bastado con que Ana se lo pudiera con amabilidad para que Jessica se decidiera a salir.

Al menos cuando se abre esa puerta, con bastante temor y timidez, no parece que sea necesario que acuda nadie a sofocar ese «fuego amigo«. Quien aparece tras la puerta es una Jessica asustada, acobardada y contrariada, que no entiende lo que ocurre y tampoco quiere saberlo.

La buena educación

Aclarado que esta gente no ha venido para interesarse por ella de manera específica; no son familias de acogida, sino futuros donantes. De esos que van a poner su altruismo al servicio de la institución y rascarse el bolsillo para que mejoren las condiciones de las niñas.

La primera impresión es que a esta gente no le faltan años ni tampoco cifras en el saldo de sus cuentas bancarias, aunque intenten aparentar normalidad y no quieran presumir por ello, pero Jessica se ha percatado de que no son gente de la que acostumbra a vivir por el barrio ni por los alrededores, considerando que es una zona de clase media trabajadora, que vive a la sombra de una gran ciudad como es Boston.

Pero si lo que se esperan es que, por el hecho de tener una generosidad que en nada tiene que envidiar al saldo de sus cuentas bancarias, Jessica les vaya a recibir con una sonrisa amable que multiplique ese altruismo, se quedan con las ganas. No se habla con desconocidos, aunque en este caso sean visitantes y Ana esté allí para justificar su presencia.

Ana:  Se saluda diciendo: «Hola, buenas tardes”.

Ana parece esperar un poco de amabilidad por parte de Jessica, alguna evidencia clara de que, después del tiempo que lleva cuidando de ella, de los progresos que ha hecho en este sentido, sobre todo después de haber comprobado que no ha hecho falta tirar la puerta abajo. Ana pretende presumir de niña.

Sin embargo, quien sale en defensa de Jessica, quien no parece tomarse a mal ni de manera negativa este silencio ni esa expresión de susto, es la mujer del primer matrimonio. Es su segunda visita y el día anterior ya tuvo ocasión de conocer de pasada a Jessica, quien tampoco se detuvo a decirles nada, aunque estuvieran en la puerta.

Verónica: No pasa nada. La hemos interrumpido.

No es tan fiera como la pintan.

Ana se hace la sorprendida y se toma con cierta relajación el hecho de que Jessica no monte una de sus habituales rabietas ante este tipo de situaciones. Parece haber aceptado de buen grado la visita con el argumento de que son donantes y no posibles familias de acogida, dando a entender que les había puesto sobre aviso ante su previsible reacción.

Ana: Hay tres importantes reglas que nunca deben romperse: no exponga a las niñas a luces brillantes o luz solar porque las matan; no deje que se mojen, y nunca las alimente después de medianoche.

Jacob: Al menos cumple unas de las normas al quedarse en su dormitorio.

La reprimenda es para Ana.

Sorprende un poco bastante la naturalidad y familiaridad con la que esta gente intenta justificar el proceder de Jessica y, en cierto modo, convierten sus palabras en una llamada de atención para Ana, quien se ve en la tesitura de tener que reconocer que Jessica no es tan terrible como se la ha pintado, tan solo una adolescente a quien han pillado desprevenida.

Jessica, 12 años

Como ya sabemos, Jessica no es muy sociable y reprimirá su curiosidad a la hora de preguntar quién es esta gente y sobre todo el motivo por el que se comportan con esta familiaridad, pero está claro que esta gente ya ha tenido más de una oportunidad para escuchar hablar de Jessica y no siempre para bien, aunque su primer encuentro no pueda ser más positivo.

Esta gente no es su «Daddy», pero la fiera salvaje no es más que una niña acobardada que quisiera que esta interrupción, esta visita, sea lo más breve posible, que no sea a ella a quien le pregunten sobre en qué invertir el dinero de esas donaciones, seguramente en la clase de Spanish no.

Origen