Introducción
¿A comienzos del mes de junio, en plena época de exámenes, es una buena fecha para cambiar de dormitorio?
Monday, June 20, 1994 Ahora entiendo por qué Ana no se esperó a principios de mes ni hasta final de curso para que tuviera mi propia habitación.
Lo del reparto de las habitaciones me pareció bastante extraño y a la vez curioso, porque hasta el mes pasado Jodie, Brittany y yo compartíamos la misma habitación, la de las chicas de 5th, 6th y 7th Grade. Se suponía que el próximo curso nos tocaría un cambio de habitación; seríamos las que ocuparíamos la habitación de las chicas de 8th Grade.
(….)
Sin embargo, desde hace algún tiempo el St. Clare’s Home se queda con camas y habitaciones vacías; se marchan más chicas mayores de las que vienen nuevas y ya hace tiempo que no entra ninguna mayor de diez años, lo que da una mayor estabilidad a quienes nos quedamos, aunque las adopciones continúen porque a nadie se le niega esa posibilidad, salvo que mi caso se considera una excepción porque, mientras Daddy no venga a por mí, yo no me voy con nadie a ninguna parte.

Sabemos que Jessica es un tanto peculiar y que, en ocasiones, el trato que recibe es acorde con ese concepto que tiene de sí misma, con la intención de que no tenga una rabieta, pero no parece que Ana y Monica hayan estado muy acertadas en la elección de la fecha para este cambio de dormitorio.
Jessica no tenía ningún problema de convivencia con Jodie y Brittany, por el hecho de ocupar un mismo dormitorio. Más bien, daba la impresión de que era positivo para ella, para esa madurez personal y normalización de su conducta, para que se mostrase menos recelosa y más adaptada a la vida en el St. Clare’s.
De hecho, como se cuenta en la novela, nos confiesa en su diario que, aunque ya en abril a ella se le había ofrecido esa posibilidad, la propuesta se les planteó a las tres, pero Jessica es quien se ha mostrado mucho más decidida y animada, quizá sin tener en cuenta los inconvenientes y valorando las ventajas y las expectativas de cara a su futuro.
Lo que tiene por delante es su último año en el St Clare’s, en el colegio, de tal manera que los próximos doce meses son casi un aviso y un anticipo para que no se acomode demasiado porque el tiempo juega en su contra y ya tiene medio pie en la puerta. Más que pensar en cambios de dormitorio, habría de pensar en recoger sus pocas pertenencias.
¿Por qué ahora?
En la novela no se termina de explicar ni de justificar este cambio, más allá de una reorganización y redistribución de los dormitorios de cara al siguiente año. Lo que parece dar a entender que ya se tiene una idea de qué niñas están por llegar y que aquella o aquellas que este año cumplan con esa edad límite máxima ya regresarán el próximo curso.
Lo apropiado es que este cambio se hubiera producido una vez hubiera concluido el curso escolar, sobre todo porque las demás niñas sí se marcharán a pasar las vacaciones repartidas entre las familias y el campamento de verano, pero se sabe de antemano que ni un terremoto logrará que Jessica se aleje del St. Clare’s.
Resulta todo muy extraño e inquietante, sobre todo porque en lo que Jessica cuenta en abril, ella ya se mostraba bastante mejor adaptada a la vida en el St. Clare’s, se la veía correr feliz por los pasillos, a primera hora de la mañana, para ir en busca de Ana y preguntarle por los progresos en esa búsqueda de su «Daddy».
De hecho, daba la sensación de que, salvo por lo inoportuno de esa interrupción matutina, todo el mundo aceptaba con naturalidad este comportamiento jovial, que no mostrase ningún reparo a dejarse ver por todo el mundo, en caso de que aún quedase alguna de las mujeres voluntarias que acuden a ayudar, que no supieran de su presencia y sus manías.
Esto casi parece una medida un tanto drástica para que reprima esos impulsos y se muestre un poco más comedida. Es como si se pretendiera evitar que se hiciera demasiado público eso de que se ha retomado la búsqueda de su padre e incluso que la actitud afable de todo el mundo pudiera dar pie a que se generen falsas expectativas, con el riesgo de las consecuencias en caso de no lograr dicho objetivo.
¿Esconder a Jessica?
Esto parece más con la intención de fomentar esa actitud un tanto introvertida y poco sociable de Jessica, que, sin que haya una provocación ni un motivo que lo justifique, como una visita o el interés de una posible familia de acogida hacia ella, en vez de desaparecer sin más, hasta que haya pasado el peligro, bastará con que se quede en el trastero.
¿Cuánta gente sabe de la existencia del trastero? Es fácil suponer que todo el mundo lo sabe, porque tampoco es algo que se pueda esconder con tanta facilidad. Forma parte del edificio. Es ese tejado abuhardillado construido sobre el garaje, porque el St. Clare cuenta con garaje para la furgoneta en el anexo lateral.

Sin embargo, se trata del trastero y no forma parte de lo que es la vivienda en sí. No es una habitación de la casa a la que se suelan llevar las visitas, ni siquiera cuando se les hace el recorrido para que conozcan las distintas dependencias. No es un lugar de fácil acceso y, hasta cierto punto, queda un tanto camuflado.
Para Jessica y esa costumbre suya de desaparecer para evitarse compromisos sociales, es el escondite perfecto, de manera que al estar un poco separado de la vivienda principal tampoco debía preocuparse por el ruido que pudiera hacer, porque no sería fácil que la oyeran.
Cómo se accede.
Al trastero se accede a través de un despacho. El despacho cuenta con cuarto de baño y una puerta «trasera» que, aparte de dar acceso a las escaleras que llevan al garaje y al hall de atrás, comunica con un largo, estrecho y, hasta cierto punto, lúgubre pasillo que comunica con el trastero. Si te quieren asustar, que te encierren dos segundos en ese pasillo.



Una vez que te armas de valor y cruzas ese pasillo, te encuentras con una habitación de techos inclinados y abuhardillada, una estancia amplia que, con el mobiliario adecuado y una decoración no demasiado fría, hace que el lugar resulte acogedor. Muy diferente de lo tenebroso que se pudiera esperar.


Como es comprensible, se entiende que en las semanas previas los trastos que pudiera haber se han retirado, se ha hecho limpieza, sin que ello alterase el día a día del St. Clare’s ni de las niñas. En vez de utilizar la puerta principal, se ha recurrido a la auxiliar, tanto para sacar trastos como para entrar muebles.
¿Tanto gasto y molestias?
No hemos de olvidar que, según las normas que rigen el funcionamiento de la entidad, en cuanto a la estancia de las niñas, a Jessica no le quedan más que doce meses de seguir aquí, por lo que el hecho de convertir el trastero en un acogedor dormitorio para un adolescente se justifica más como otro de los excesos que ha habido desde la llegada de Ana.
Esta es una entidad sin fines lucrativos cuya finalidad principal es la de ofrecer a las niñas que viven allí la oportunidad de llevar una vida lo más normalizada posible, dando prioridad a la búsqueda de familias de acogida, siempre que no sea factible que regresen con la propia o se les mande con algún pariente o familiar dispuesto a hacerse cargo de estas.
En principio, la advertencia para Jessica, con idea de quitarle esa expectativa de la cabeza, es que, una vez cumpla con la edad límite, ya no cumplirá con los requisitos para seguir allí; correrá la misma suerte que el resto. Tendrá que recoger sus pocas pertenencias y marcharse, por mucho que ella pretenda quedarse, aunque sea junto al cubo de la basura.
Entendemos que, ante la expectativa de que la trasladen a otra institución, que por supuesto no se encuentra en el barrio, la amenaza es que Jessica no reprima sus impulsos y se empeñe en regresar al St. Clare’s. Que, si en su momento tuvo el coraje de escaparse al parque, ahora, con un poco más de madurez y autosuficiencia, lo de plantearse volver dependerá más de su empeño que de las dificultades u obstáculos que se le pudieran poner.
Origen
- Esperando a mi Daddy. Monday, June 20, 1994
- Reflexiones personales

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