Haz la maleta. Nos vamos

Introducción

Friday, June 23, 1995 (10:30 AM)

Nos encontrábamos con que Jessica estaba pendiente de que Ana, su tutora, le avisara para empezar a hacer algo, una vez que las dos se han quedado solas en el St. Clare’s, con la expectativa de que este verano de 1995 sería como los anteriores. La única novedad será la presencia de los albañiles, pero mientras las dejen vivir, no son un problema.

Es verano, es el comienzo de las vacaciones y, como Jessica tiene por costumbre, ella no va a ninguna parte, ni por las buenas, ni por las malas, ni familia de acogida, ni campamento de verano, tan solo visitas a la playa, porque se encuentra cerca y en coche se llega pronto y se regresa antes. No vaya a ser que, mientras estén fuera, se presente su padre, su «Daddy», preguntando por ella.

Vamos, para los demás, su plan de vacaciones resulta de lo más aburrido e insípido, esperando a su padre 24/7, casi con la incertidumbre de si alguna vez acudirá, si este sabe de su existencia, si quiere algo con ella, si en algún momento se ha llegado a plantear asumir esa paternidad responsable. Como se trata de su Daddy, hay que ser positivos, optimistas y darle una oportunidad.

Hasta ahora todo el mundo se ha mostrado de lo más comprensivo y complaciente con Jessica; Ana ha sido y es la primera. Gracias a su mediación se ha evitado la asistencia a clases de Spanish en el colegio y su mediación ha permitido que la estancia de Jessica en el St. Clare’s Home for Girls se alargue más allá de los 14 años cumplidos.

Ni todo el oro del mundo, ni el negociador más experto, ni una máquina demoledora, ni un terremoto harán que Jessica se mueva de donde está, desista de esta inalterable e invariable espera de su padre, de su «Daddy».

Cuando ella afirma que «Nada ni nadie«, se refiere a «nada y nadie«. La única excepción en la playa, porque desde allí se ven llegar los aviones y porque en la costa se está y se siente un poco más cerca de su padre. Se olvida un poco de las penas y de algún modo vuelve al St. Clare’s con las pilas recargadas para seguir esperando.

La expectativa para esta mañana de viernes es ayudar a Ana con la limpieza de la casa, que todo el mundo se ha marchado y despreocupado por el caos que dejaba tras de sí. El lunes vendrán los albañiles y es mejor que se encuentren despejadas las zonas donde hayan de picar.

Nos vamos en una hora.

Sin embargo, Ana viene a buscarla a su dormitorio y no viene ni con una interminable lista de tareas por hacer, en las que Jessica le pueda ayudar, ni interesada en saber qué es lo que a Jessica le apetece hacer para que este primer día de vacaciones sea un poco más divertido y entretenido.

Ana: [Se asoma por la puerta]. —Jessica, ¿en cuánto tiempo te preparas la maleta? —me pregunta con toda intención y gesto serio. – Nos marchamos dentro de una hora y más vale que te des prisa. – Me advierte. – No hace falta que te cambies. Así vas bien. – Me dice para que no me entretenga.

Quien tiene la maleta como elemento decorativo en su dormitorio, por argumentar que por lo menos la tiene, se la ha de preparar en menos de una hora, cuando lo cierto es que la trajeron al St. Clare’s cuando apenas era un bebé de pocos días y, después de 14 años, no ha sentido la necesidad de recogerla. Esto de «hacerse la maleta» es toda una novedad.

Como no tiene ni ha tenido nunca una familia de acogida que viniera por ella los fines de semana, festivos o vacaciones, no se ha encontrado con la tesitura de pensar qué debía llevarse.

Como no ha ido a ninguna excursión ni ningún campamento, no ha sentido la necesidad de pensar en si llevarse esto o aquello le vendría bien durante el tiempo que estuviera fuera. Todo lo que ha necesitado lo ha tenido a su alcance siempre, incluso eso de trapichear con la ropa y los chicos.

Como no la van a mandar al otro internado, porque se queda, no tiene que pensar en que termina o que empieza una etapa de su vida. Todo va a seguir casi como hasta ahora, lo único que para ir al high school habrá de tomar el autobús escolar, pero para eso basta con que se prepare la mochila cada día.

Jessica: ¿Ha venido Daddy? —le pregunto ilusionada a la vez que contrariada por la noticia. —No me voy del St. Clare’s, ¿verdad? —le digo con temor. —¡Al campamento tampoco voy! —recalco. – Este verano ya soy mayor. – Argumento

JESS: “Did Daddy come back?” -I ask, both hopeful and worried. —“I’m not leaving St. Clare’s, am I?” – My voice cracks a little. – “I’m not going to camp either!” – I say louder. “I’m old enough now to stay for the summer,” I argue.

Tampoco le han avisado que su padre, su «Daddy», vaya a pasar a recogerla, que en tal caso, ya casi lo que menos le preocupa es tener que hacerse la maleta, porque se va con lo puesto o espera que sean Ana o Monica, que estarían mucho más relajadas que ella, quienes se preocuparían por esas cuestiones.

Pobre de pedir

Ella es una de las chicas del St. Clare’s Home for Girls, o lo que es lo mismo, que vino con lo puesto y se puede marchar de igual manera, aunque tampoco es que la vayan a chequear como intente poner un pie fuera. Como ya sabemos, ella se ha «escapado» en más de una ocasión cuando era más pequeña y es una «experta» en eso de entrar en la casa con prendas que no le ha proporcionado la institución.

Lo único es que desde que cumplió los 13 años, tiene una asignación semanal y con eso se supone que, gracias a una supuesta buena administración y poca vida social, ha fomentado su capacidad de ahorro, aunque para no «trapichear» con la ropa ha tenido que ir a la tienda y ello ha repercutido en su economía.

Además, para dentro de un año tiene que organizar y costear la fiesta de fin de curso, por lo cual, en la práctica, el saldo de su cuenta, descontados esos intereses a favor que no ha percibido como sanción por su mal comportamiento, por haber tardado en confesar, se diría que no tiene ni para una bolsa de pipas, pero se podrá ir con lo puesto, porque lo que se compra y aún le vale, ni se devuelve ni se comparte.

Es más, seguro que su anhelado «Daddy», por eso de que es de Toledo (España), sea lo que sea o donde esté ese lugar, podrá cuidar de ella como hacen todos los padres. Las madres no, porque abandonan a las niñas al nacer y no dejan ninguna pista de su identidad.

Jessica vestida con una camiseta de tirantes

Origen