FRIDAY, JUNE 23, 1995

08:00 AM. Bedroom

Lo que me despierta esta mañana no es la alarma del despertador, tampoco que hayan abierto la puerta del dormitorio para que empiece a ser un poco más consciente de la hora en que vivo, si no el jaleo que hay montado en toda la casa y del que intento mantenerme ajena. El mejor refugio en estos casos es la ventaja de no compartir dormitorio con ninguna otra chica, lo cual entiendo que en su día fue una concesión meditada, de tal manera que no molesto a nadie con mi postura en fechas como ésta. De todos modos, con el ruido que se arma es inevitable que me afecte y que por mucho que me esconda es absurdo que me comporte como si no fuese conmigo. Me conformo con que nadie entre en el dormitorio, porque aquí tan solo guardo mis pertenencias, salvo en ocasiones excepcionales en que Ana me ha pedido que le guarde algo que no quiere que toquen las demás hasta la hora de dárselo. Se fía de mí, aunque tiene ciertas dudas con respecto a mi discreción y contención de la curiosidad. En cualquier caso, esta mañana no es uno de esos días, porque la intención es que nadie se deje nada olvidado. Comienzan las vacaciones y es día de mudanza.

Mi plan para hoy, como todos los años en estas fechas y más desde que todo el mundo se ha convencido de que no pienso irme a ninguna parte y que nadie vendrá a por mí, será que baje a desayunar y regrese al dormitorio para quedarme aquí tranquila hasta que haya pasado todo el jaleo. Es mejor que no me haga notar demasiado, no sea que alguien se confunda o encapriche conmigo. Las demás ya tienen destino y familia de acogida para los próximos meses, sin que a mí se me haya incluido en ninguno de sus planes. Por lo único que me tengo que preocupar es que Ana no me olvide, porque este verano me quedaré con ella. Lo que de algún modo es una suerte porque tendremos tiempo para preparar el próximo curso, que para mí será toda una novedad. En cualquier caso, me he de atener a los planes y lo primero es la conclusión de éste, porque no se trata de que todas las chicas estemos más o menos colocadas. Hay otras muchas cuestiones administrativas y organizativas. Esto es, que Monica aún estará por aquí algunos días antes del inicio de sus vacaciones y yo me puedo olvidar de exigencias y caprichos.

Lo mejor, sin duda, es que ya me puedo olvidar del uniforme del colegio y tengo libertad para vestir como quiera, dentro de un orden. Como en ocasiones me dice Ana, puedo escoger mi ropa mientras no dé motivos para que me llamen la atención. Esto es, con ropa que tenga una procedencia clara y aparte de sentirme cómoda, me permita salir a la calle sin que ello sea motivo de escándalo para los demás. Esto último me lo recalca siempre y es una sutil alusión a mis escapadas al parque, a mi comportamiento allí, para que no consienta que los chicos se aprovechen de mi ingenuidad, de lo que cual ya sabe que estoy bastante escarmentada y en todo caso me considero una chica bastante pudorosa. Sea como fuere, Ana sabe muy bien por qué me lo advierte y yo tengo muy claro cómo me gusta vestir. Entiendo que he conseguido que lleguemos a un acuerdo, por el cual yo me visto cómo me apetece y ella se muestra condescendiente siempre que no haya un motivo justificado para que me pida que me cambie. Es más, dado que las dos somos conscientes de lo limitado de mi vestuario tampoco hay razón para que surjan discrepancias y en último caso se trata más de mi actitud que de mi aspecto.

Tal vez lo peor de días como éste no es tanto el jaleo que se monta como la presencia de gente, que las familias de acogida, quienes vienen a recoger a las niñas, sino que se saltan un poco la norma de que no deben subir a los dormitorios. Hoy todo el que venga lo hará con intención de ayudar, de centrar toda su atención en su niña de acogida. Por lo cual, si no quiero que me tomen por un fantasma o algo así, mejor que no me deje ver demasiado y procure pasar inadvertida, tampoco es que haya de cuidar en exceso mi aspecto para causar buena impresión, pero conviene que no sea demasiado mala porque todo el mundo se ha de creer que aquí se nos cuida bien, que esto más que una casa de acogida es nuestra casa. Esto es, Ana prefiere que cohíba mis rebeldías y no me inquiete sin motivo porque nadie viene a por mí. Aunque mi tendencia sea la de esconderme, mejor que esté localizable. Tengo la sensación de que nos tienen contadas y se espera que al mediodía tan solo quede una. La verdad es que la despedida suele ser rápida porque ha habido tiempo para recoger y las familias tampoco se quieren entretener demasiado para que no aumente el nerviosismo.

Ana: (Se asoma por la puerta) Buenos días. – Me saluda con su alegría habitual. – Si te espabilas un poco, tendrás tiempo para despedirte de todo el mundo. – Me indica animada. – Habrá quien no regrese tras las vacaciones y les harías un feo, si ahora pasases de ellas. – Me advierte.

Jess: Ya me he despedido de todas a lo largo de la semana. – Le respondo. – Hoy prefiero desaparecer. – Le confieso con intención.

Ana: Como quieras. – Me responde resignada. – Pero mejor que no te vayas muy lejos. – Me aconseja. – Monica y yo tenemos cuestiones que atender y no queremos perder la mañana por buscarte. – Alega con intención.

Jess: Me quedaré en la habitación. – Le aseguro.

Ana: Aprovecha para poner un poco de orden, dedícate a leer o a mirar por la ventana. – Me sugiere. – Lo que te apetezca, pero que no tengamos que buscarte.

Jess: En serio que no tengo intención de ir a ninguna parte. – Le aseguro. – No me pienso esconder dentro de ninguna maleta ni colarme en ningún coche. – Alego con intención.

Ana: Me fiaré de ti porque, como sabes, ya que todo el mundo está recogiendo, se tarda menos que nada en llenar tu maleta y mandarte donde ya sabes. – Me advierte con complicidad.

Jess: Mi maleta no se moverá del armario. – Le respondo con convicción. – Bueno, si viniera Daddy, no hará falta ni que me ayudes. – Le aseguro.

Ana: Tú, por si acaso, no te despistes, no sea que te lleves una sorpresa. – Me advierte con intención. – Como ya te he dicho en alguna ocasión, de momento te quedas, pero no te lo tomes como algo definitivo.

Jess: ¡Pero, si apruebo la asignatura de Spanish el próximo curso, sí me quedo! – Le recuerdo ante el temor de que no cumpla con lo prometido.

Ana: Queda un último trámite, pero estoy segura de que, si tú pones de tu parte, no habrá problema. – Me contesta.

Jess: Entonces ¿me quedo o no? – Le pregunto contrariada y reprimo el impulso de reaccionar ante ello.

Ana: Sí, tranquila. – Me responde como si me conociera e intuyera mi contrariedad. – De momento tienes plaza en el Medford High y de verdad que todo el mundo confía en que aproveches la oportunidad que se te da. – Me dice en un tono más afable. – Me tengo que ocupar de las demás. Tan solo he subido para avisarte de que se marchan y que se empieza a hacer tarde para que desayunes.

Jess: Vale, ya me levanto. – Le respondo. – Pero después de desayunar regreso al dormitorio. – Le anuncio.

Ana: Donde estés localizable. – Me aclara y reitera.

Jess: Aquí. – Me reafirmo porque tampoco necesito que me controle en exceso.

Ana: Donde estés localizable. – Reitera. – Te dejo para que te levantes. – Me indica. – Si me necesitas, ten un poco de paciencia porque, salvo que se trate de algo urgente, ahora mismo mi prioridad está en las demás.

Jess: ¿Está el cuarto de baño libre? – Pregunto, aunque temo que ya conozco la respuesta y no me agradará

Ana: Si te das prisa, creo que podrás disponer de él durante quince minutos. – Me responde. – Me parece que esta mañana la única que ésta relajada eres tú. – Añade para justificarse.

Jess: Ha mucho jaleo, por lo que supongo que me habré de dar prisa. – Le contesto resignada.

Ana: Corre. Si te vas a duchar, yo te llevo la ropa. – Me propone. – Así no te entretendrás ni tendrás que dar vueltas por el pasillo.

Jess: Si me puedo duchar, lo haré. – Le contesto. – De todos modos, me puedo esperar a que se hayan marchado todo el mundo.

Ana: Lo más probable es que en un par de horas no quedemos más que tú y yo, pero casi prefiero que te duches ahora porque de ese modo te tendré controlada, estarás entretenida y aprovechas el tiempo.

Jess: Entonces, voy. – Le indico con decisión. – No tardes en llevarme la ropa porque cerraré por dentro.

Ana: Hay otro cuarto de baño, por lo que, si alguna tiene prisa, no tendrá que esperar a que termines. Además, tengo la impresión de que esta mañana todo el mundo tiene ganas de irse menos tú.

Jess: Cuando Daddy venga a por mí, me prepararé la maleta en cinco minutos. – Le contesto con complicidad.

Esta mañana no tengo planes e intención de ir a ninguna parte, en principio tampoco de esconderé de nadie porque no creo que me vayan a venir a buscar ni me hayan encontrado una familia de acogida para los próximos meses, porque cuento con el compromiso de Ana de que me quedo al menos otro curso más, en caso contrario esta mañana tendría la excusa perfecta para otra de mis escapadas, para esconderme donde sea hasta que dé por seguro que ya no me buscan, que ha pasado el peligro. En esta ocasión, entiendo que el escondite me lo ha sugerido Ana, el cuarto de baño, aunque espero que no sea un truco para tenerme localizada. Sea como fuere, en pijama no voy a ir a ninguna parte y me temo que debido al bullicio que llega hasta mi dormitorio asumo que no será tan fácil eso de salir por la puerta sin que nadie se percate de mi presencia. En esta ocasión, como en los últimos años, el hecho de dormir en el trastero tiene sus ventajas y desventajas. Podría internarlo por el garaje, pero supongo que la puerta de las escaleras está cerrada con llave, que si no quiero que mis primeros impulsos provoquen que termine en Matignon High más vale que me deje de tonterías. Mientras no me molesten, me puedo quedar en el cuarto de baño o aquí todo el tiempo que necesite.

09:00 AM. Bedroom

Friday, June 23rd, 1995. 09:00 AM

El curso se da por concluido para todos los alumnos del St. Francis School y en particular para las chicas del St. Clare’s Home. Lo que se evidencia porque a lo largo de estas primeras horas de la mañana saldrán muchas maletas por la puerta, para subirse al coche de alguien que ha venido a recoger a su propietaria y algunas no volverá. Mientras que la mía continúa vacía y guardada en el armario como en años anteriores. De hecho, incluso sorprende que tenga una maleta, ya que nunca la he utilizado. Sin embargo, éste no será otro verano más en el St. Clare’s, dado que ahora estoy tranquila porque no contaré los días que me quedan hasta que me marche; me quedo durante unos cuantos años más. Como Ana me ha dicho, mi presencia será una revolución, dado que hasta ahora ninguna chica con más de catorce años se había quedado y, por lo tanto, es una situación novedosa. Hará que para ciertas cuestiones el St. Clare’s madure conmigo. Plantearé problemas que hasta ahora les resultaban demasiado distantes. Aunque, de todas maneras, hay chicas mayores que vuelven de visita algún que otro fin de semana, pero yo estaré todos los días y me sentiré un poco fuera de lugar. A pesar de todo, Ana está decidida a que estos años de mi adolescencia sean lo más normales posibles, para que supere mis agobios y obsesiones. Esa es una de las razones por las que ha insistido para que me quedase. Me tendrá vigilada para que no cometa ninguna de mis tonterías, porque su gran temor es que, si me fuese interna a un high school, como mis compañeras, perdería todo lo que he conseguido hasta ahora.

Lo más extraño del domingo pasado fue que Ana se esforzase porque nadie olvidará que el jueves anterior había sido la celebración del Corpus Christi’s Day, que, por no ser día festivo, en la parroquia se celebró el domingo. Lo cual asumo que tiene su relevancia y es algo que año tras año se tiene en cuenta. Sobre todo porque es una fecha cambiante en el calendario. El jueves estábamos aún en época de exámenes y lo cierto es que no estaba el ambiente para muchas fiestas, aunque Jodie, Brittany y yo estuviéramos más relajadas porque se supone que ya nos hemos graduado. Ellas estuvieron más preocupadas por recoger y dejar su habitación libre, con la mente en su traslado a Matignon High después de las vacaciones, aunque tampoco es que se vayan a quedar aquí todo el verano, siempre hay familias de acogida o la opción del campamento, a lo que yo me resisto porque confío en que Daddy vendrá por mí y quiero estar aquí cuando llegue.

La cuestión es que el domingo, después de misa, Ana y Monica nos dieron permiso para ver la televisión, grabaciones en video de un programa del Canal Internacional, sin sonido porque no se trataba de que escuchásemos, sino que viéramos cómo se celebra el Corpus Christi en otros lugares del mundo, para que no pensemos que se trata de una celebración más de la parroquia, que, si cabe, es tan relevante como el día de Navidad, aunque no haya regalos para quienes se hayan portado bien ni nada de eso. Tuvimos la oportunidad de ver cómo hay ciudades donde ese día es el más importante, de manera que adornan las calles con flores e incluso con toldos por todo el recorrido de la procesión. Es una fiesta en la que participa mucha gente, muchos de ellos disfrazados o vestidos con trajes de época, aunque me llamó más la atención la estrechez de algunas calles, frente a la anchura de las de Medford, ante la dificultad de que pasara por allí la carroza donde llevaban la Custodia.

El domingo pasado también fue el Father’s Day, lo que de algún modo se utilizó como excusa para celebrar el final de curso antes de la despedida. Se supone que este fin de semana será un poco loco con eso de que casi todo el mundo se marcha. Para mí lo ideal hubiera sido que Daddy hubiera aparecido por la puerta y avisado que también me iré esta tarde. Sin embargo, fue como todos los años, sin novedad, lo que me dejó un tanto apática y sin ganas de nada. Aun así, participé de la fiesta junto con las demás porque, en cierto modo, era la última que celebre este día con Jodie y Brittany. Supongo que me apetecía más celebrar la llegada del verano, aunque no tanto el hecho de que otro año más me quedaré sola. De ahí que no sé si tiene mucho sentido que el Father’s Day se celebre en estas fechas.

Tal vez lo más destacado de este comienzo del verano y de las vacaciones sea que el lunes a primera hora vienen los albañiles. No sé de dónde han sacado el presupuesto, pero habrá obras de rehabilitación en el edificio. Tampoco es que éste se caiga a pedazos, pero es tanta gente la que pasa por aquí que cada cierto tiempo conviene que se hagan algunas reparaciones, para que no nos encontremos con goteras a mediados de diciembre, cuando aprieta el frío y está ocupado. Los albañiles vendrán en estas fechas porque no hay nadie. En principio tan solo nos quedamos Ana y yo, porque no me puedo quedar sola y tampoco quiero ir a ninguna parte, salvo que Daddy venga a por mí. En cualquier caso, supongo que ya tengo una excusa para que nos acerquemos varios días hasta Carson Beach, de manera que nuestra presencia no moleste a los albañiles, aunque Ana me ha recriminado que a veces me paso de lista, ya que me agarro a lo que sea cuando me insinúan cualquier posibilidad de llevarme lejos, pero cuando me mencionan la playa mi único empeño es saber que no volveremos demasiado pronto. En realidad, mi interés por la hora de regreso es para asegurarme que de verdad me llevan a Carson Beach y que no se trata de un truco. A media tarde quiero estar de regreso en el St. Clare’s por si Daddy hubiera llamado o se presentara.

Según Ana, en la cultura latina, cumplir 15 años es muy importante. Por lo que, como se considera que soy una chica de ascendencia latina, hispana, el próximo curso se celebrará en el St. Clare’s una gran fiesta donde yo seré la protagonista. Ana me lo ha dicho, “Friday, 21st of June, 1996”. El año que viene, estoy invitada a mi propia fiesta de quinceañera, que no será una fiesta sorpresa porque seré la encargada de la organización, de manera que tengo un año para recabar información al respecto y, sobre todo, para que ese día acuda alguien más invitado, dado que, en vista de lo extenso de mi vida social, si acude alguien de fuera será porque esté de paso o se haya equivocado de fiesta, aunque de momento ya cuento con la asistencia de todas las chicas que estén en el St. Clare’s en esas fechas. Un día en que, como hoy, la mayoría pensará más en las vacaciones que en mi fiesta. En todo caso, la única limitación, aparte del coste, dado que el presupuesto anual del St. Clare’s no incluye este tipo de eventos, es que la presencia de los chicos invitados no supere al de las chicas, entre las que incluyo a todas y cada una del St. Clare’s con independencia de su edad.

El tema de la fiesta tampoco se queda a mi elección, aunque la fiesta se celebrará esté o no de acuerdo, por eso es una excusa para que tenga más sentido el hecho de que me quede en el St. Clare’s estos cuatro años. La fiesta se ha de centrar en algo relacionado con España. Se admite que sea una fiesta playera o tipo discoteca siempre y cuando quede patente que es algo que me tomo en serio. Además, como el curso que viene estudiaré la asignatura de Spanish I, sin que mi apetencia importe, si decido que durante la fiesta ese sea el idioma que se hable, nadie pondrá objeciones al respecto. Es decir, la fiesta será relativa a España o a su idioma. Se admite una fiesta hawaiana, si se habla en español. Lo cierto es que tampoco me complicaré demasiado con ello. Ana sabe que no me agradan ese tipo de fiestas y menos aún si me convierto en el centro de atención, ya que parece que esa es la expectativa. Es una trampa, un truco, para que no tenga escapatoria y aprenda por las malas lo que me causa recelo por las buenas. Sin embargo, como sabe que no hay otra opción, por mucho que refunfuñe, al final habrá fiesta y será tal y como ella espera que sea, mi único mérito es que seré la homenajeada.

¿Cómo se organiza una gran fiesta con poco presupuesto? Supongo que Ana no esperará que me gaste los $80 mensuales en un evento que no me entusiasma demasiado. Aparte que creo que ese dinero es más provechoso, si lo guardo para cuando vaya a la universidad, incluso para cuando sea mayor y ya nada me impida que busque alguna pista sobre Daddy. Aunque me haría mucha ilusión, no espero que la fiesta sea una excusa para ocultar el hecho de que éste venga a por mí o le estén buscando. Daddy ahora no tendrá más que 21 años y la verdad es que imagino que no querrá hacerse cargo de una mocosa impertinente como soy yo. Yo sí querría que lo hiciese, pero entiendo que no sea tan sencillo como parece. No me soporto ni aguanto yo misma muchas veces, por lo cual, si Daddy viniera a por mí, creo que a los cuatro días me mandará de regreso porque le habré vuelto loco con mis tonterías. Aparte que, si él es tan joven como supongo, no me parece que le consideren un padre tan apto y responsable. Hay mucho chico malo por el mundo y habrá quién sospeche que Daddy es uno de ellos, a pesar de que yo piense que es un chico estupendo, pero pienso eso de él tan solo porque creo que es mi padre. En general, mi opinión sobre los chicos no es tan favorable.
Ana me ha dicho que en la fiesta tiene que haber una tarta a mi gusto y de un tamaño proporcional al número de invitados. Según eso, si me gasto dos quarters en la pastelería del barrio, seguro que me sobra dinero. Sin embargo, como las chicas de St. Clare’s asistirán a la fiesta, supongo que será preferible que prevea su glotonería y las contadas ocasiones en que entran las tartas y los pasteles aquí, fiestas de cumpleaños y fechas muy especiales del calendario cuando hay dinero en el presupuesto. Lo normal es que los dulces sean un regalo de las familias de acogida o de aquellas personas que hacen sus aportaciones para nuestra manutención, gente altruista de la parroquia e incluso de Boston. Ana y Monica prefieren que el dinero se destine a algo más provechoso. Reconozco que soy algo golosa y que, si me dan la oportunidad, no me importaría que ese día hubiera una gran tarta, pero supongo que será acorde con el evento y cuanto menos apetitosa me parezca menos me incomodará que se la coman los demás. Lo cierto es que las fiestas en el St. Clare’s no se caracterizan por la originalidad de las tartas ni porque nosotras tengamos mucho que decir al respecto. Ya que se tratará de mi fiesta y se supone que celebraremos mis quince años con dos meses de retraso, nada me impide que sueñe un poquito y espere una de esas tartas de las películas, de cuento de hadas, de las que ya me relamo con solamente pensar en ello.

Si hay tarta, también habrá una misa, por eso de santificar las fiestas, aunque por suerte se espera que participen otras chicas de la parroquia, ya que no soy la única chica latina de los alrededores y este tipo de acontecimientos no solamente me afecta a mí, de ahí que la fecha escogida no sea la de mi cumpleaños. Se celebrará casi como si repitiera el sacramento de la Confirmación, para lo que se supone ya llevo algún tiempo con la catequesis. Dicho de un modo un poco más drástico, el año que viene será la primera vez que se confirme una de las chicas del St. Clare’s y ello se convertirá en un acontecimiento especial para todo el mundo, aunque no creo que después de mi marcha se permita que otra siga mi ejemplo y se queden. Mi caso es excepcional y por decisión de Ana, de tal manera que motivos no le faltan para que la ceremonia sea tan relevante como se espera. Incluso puede que sea la ocasión para que la existencia del St. Clare’s sea más conocida por la gente de Medford y los alrededores de Boston, que no le suceda como algunos padres, que se sorprenden cuando les dicen que el St. Francis dispone de una casa de acogida para chicas, como si se mantuviera en secreto cuando la verdad es que la gente de Fulton St. se encuentra con nosotras todos los días.

Lo que de seguro no se es que yo tenga algo de lo que presumir, porque mi madurez, mi desarrollo parece que no va al mismo ritmo que las demás, aunque según Ana no debería preocuparme ni obsesionarme con ello dado que aún estoy en plena adolescencia y mi cuerpo todavía tiene que cambiar mucho, lo único es que cada chica tiene su ritmo y en mi caso soy de las lentas. Aunque por otro lado tampoco estoy muy segura de si quiero que esto vaya más de prisa porque tengo la sensación de que estoy perdiendo la inocencia, que eso de que ya no tengo edad para seguir aquí no es algo que hayan establecido los administradores ni los gestores del internado, por lo cual me debería sentir afortunada de que a primera vista no parezca tan mayor como soy en realidad. Por lo que tampoco sé muy bien cual será mi aspecto dentro de un año, dado que en realidad mi único agobio es que no me podré saltar las clases de Spanish y en consecuencia que si he de presumir de algo entonces será de ese aprobado o será mi trasero quien reciba la patada que me mande a Matignon High, donde me temo que las chicas tienes aspecto de ser mucho más mayores.

Ahora tan solo espero que Ana no venga y me encuentre vestida con ese top, cuando acostumbro a ser mucho más recatada. Pero ya que no me puedo escapar. En caso de que alguien entre en el dormitorio y me encuentre, así espero que me dejen tranquila porque piensen que me encuentran a medio vestir, que intento matar el aburrimiento de esta espera probándome la ropa. A pesar de que no tenga demasiada y tanto Ana como Mónica ya se aseguren de que no haya prendas que no cuenten con su aprobación previa. Sin embargo, ya hace tiempo que no trapicheo con ello, que no haga apuestas con los chicos, pero tampoco es que me agrade demasiado eso de vestir con ropa que resulte muy de chica, como este top. Lo que es seguro es que no me iría a jugar así al parque, dado que ya hace tiempo que no me atrae la idea de jugar con los chicos ni la manera que estos tienen de diferenciar los equipos. En todo caso, no sé si me apetece si quiera que me vea así, porque desde hace algún tiempo se han dado cuenta de que soy una chica y no puedo pasar por uno de ellos.