Introducción
Friday, June 23, 1995 (01:00 PM)
Aún no embarcan en el avión, pero Jessica prefiere desahogar su nerviosismo dándole conversación a Ana, queriendo confirmar si aún puede confiar en ella y compartir todo aquello que le inquieta, o definitivamente esta es una puñalada trapera, por la espalda. Para su tranquilidad, Ana tiene una paciencia infinita y mantiene la actitud afable y dialogante de siempre.

Jess: ¿Habría algún problema en que me escribiera con él? —preguntó. – Si no me quisiera contestar, me aguantaría, pero al menos sabría de mí. —Alego. – Tal vez con el tiempo cambie de opinión o al menos no se sorprenda, si algún día me presento delante de la puerta de su casa. —Digo, esperanzada.
Jess: Would there be any problem when I write to him? If you do not want to answer, I would hold, but at least they know me. Perhaps eventually change his mind or at least not be surprised if one day I stand before the door of his house.
Tiene todo el sentido que Jessica quiera descubrir la manera de ponerse en contacto con su padre. Tan lógico como que, ante el hecho de la falta de veracidad de los datos que se tengan de él, ante la falta de pistas e información fiable, eso de pensar en una vía de comunicación, en un intercambio de correspondencia, se plantea como una utopía.
¿Cuán grande y poblado es ese lugar llamado «Toledo (España)» como para que cuando las oficinas postales recibieran esa carta sin dirección, con tan solo el nombre del destinatario, supieran entregarla a la persona correcta?
Seguro que los servicios postales de Boston saben dónde se encuentra España, cómo hacer llegar esa hipotética carta hasta allí, que los servicios postales de España, aunque «Toledo» se encuentre en el lugar más remoto y escondido del territorio nacional, saben dónde se encuentra.
Pero, ¿cuánta gente vive en Toledo (España)? ¿Cada cuánto tiempo se hace el reparto del correo, si es que hay establecida una frecuencia? ¿Cuántos de los que allí viven se llaman igual o de manera similar a la de «Daddy»? ¿Merece la pena llevar a casa de ese que se llama como «Daddy» una carta que quizá no sea para él?
¿Cuánto cuesta mandar una carta desde Boston a Toledo? El presupuesto del St. Clare’s no está para tonterías ni caprichos tontos. Casi seguro que tanto Ana como Monica le aconsejarán a Jessica que lo olvide. El dinero es para costearse sus estudios, para sus gastos personales, para pensar en los más necesitados. No para malgastarlo en enviar una carta que no llegue a su destino.

Ana: Ahora mismo no te sabría contestar. – Me responde un tanto apurada. – Supongo que no. Pero ten en cuenta que, como tus tutoras, tenemos el deber de velar por tu bienestar y únicamente entregaremos tu custodia a un pariente directo, no al primero que pase por la puerta; ello incluye adopciones.
Ana: Right now, I do not know the answer. I suppose not. But keep in mind that, as your tutors, you have a duty to ensure your welfare and your custody only deliver a direct relative, not the first one through the door, this includes adoptions.
No son cartas, es el diario: la novela.
De algún modo, la novela y el diario de Jessica dentro de ese relato es como si fueran esas cartas sin destino. Es ese contarle a ese «padre anhelado y desconocido» todo lo que Jessica, como hija, como adolescente y soñadora, le gustaría compartir con él.
Como no está incluido en la novela, aunque posiblemente lo incluya en la versión del autor, le he planteado a Copilot que escriba una posible carta, de esas que Jessica escribiría para matar el aburrimiento a la espera de acontecimientos, de que sea hora de embarcar en el avión.
Carta a Daddy
Friday, June 23, 1995
> From: Jessica Marie Bond, Logan International Airport, Boston, USA
> To: My «Daddy». Somewhere in Toledo, España
Querido Daddy,
No sé si algún día leerás esta carta. Tal vez ni siquiera sepas que existo o sigas dudando de si de verdad eres mi padre. Pero hoy, mientras estoy sentada en una sala del aeropuerto, viendo aviones despegar hacia destinos que no me importan, no puedo evitar imaginar que uno de ellos podría llevarme hasta ti… o mejor aún, traerte a ti hasta mí.
Tengo catorce años, y sé que eso no me hace adulta, pero tampoco soy una niña. Estoy cansada de que decidan por mí, de que me lleven de un sitio a otro como si fuera una maleta que nadie quiere reclamar. Ana dice que esto es un viaje “de placer”, pero se siente más como un secuestro con pasaporte incluido. Y, claro, ella se las arregla para hacerlo parecer una aventura emocionante. Pero para mí… es solo otra escapatoria que no lleva a ningún lugar donde yo quiera estar: contigo.
Me frustra no saber nada de ti. Ni una carta, ni una foto, ni una sola palabra que me diga que, en algún lugar, piensas en mí como yo pienso en ti. A veces me convenzo de que tienes una razón importante para no buscarme, y otras veces, me pregunto si simplemente no quieres saber de mí. Lo que más deseo es una señal. Algo tuyo. Algo real.
Pero también tengo ilusiones. Sueños tontos, tal vez, como que un día suene la megafonía del aeropuerto y anuncien un vuelo desde Toledo, España, y tú estés bajando de ese avión. Que camines entre la gente, me veas y sepas que soy tu hija, sin necesidad de preguntar. Que no haga falta explicar nada porque con solo mirarnos, lo sabremos.
Mientras tanto, me conformo con escribirte. Con imaginar que estas palabras algún día cruzarán el océano, entrarán en tu vida y te tocarán el corazón, aunque sea un poco. Quizá pienses que aún soy demasiado joven para entender, pero créeme, Daddy, lo único que quiero es saber que tengo un lugar en tu historia. Un pequeño rincón en tu vida.
Con cariño, aunque con un montón de preguntas,
Te espera, Jessica.
American English
Friday, June 23, 1995
> From: Jessica Marie Bond, Logan International Airport, Boston, USA
> To: My «Daddy» > Somewhere in Toledo, España
Dear Daddy,
I don’t know if you’ll ever read this letter. Maybe you don’t even know I exist, or you’re still not sure if you’re really my father. But today, as I sit here in an airport lounge watching planes take off to places I don’t care about, I can’t help imagining one of them might take me to you… or better yet, bring you to me.
I’m fourteen years old, and I know that doesn’t make me an adult, but I’m not a little kid either. I’m tired of people making decisions for me, of being dragged from place to place like some lost suitcase. Ana says this is a “pleasure trip,” but it feels more like a kidnapping—with a passport.
And yeah, she always makes things look like some cool adven ure. But to me? It’s just another escape that leads nowhere I actually want to be: with you.
It frustrates me not knowing anything about you. No letters, no photos, not a single word to tell me that maybe, somewhere out there, you think about me the way I think about you. Sometimes I convin e myself you must have a good reason for not looking for me. Other times, I wonder if you just don’t want to.
What I want most is a sign. Something from you. Something real.
But I do have dreams. Silly ones, maybe—like one day hearing an airport announcement saying a flight from Toledo, Spain, has just landed, and you’re stepping off that plane. You walk through the crowd, you see me, and you just know I’m your daughter. No one has to tell you. No explanations needed.
For now, I write this letter. I imagine these words somehow finding their way to you, sneaking into your life and nudging your heart just a little. Maybe you think I’m too young to understand, but believe me, Daddy—I just want to know that I have a place in your story. A tiny corner in your life.
With love, and a thousand questions,
Waiting for you, JessicaOrigen
- Esperando a mi Daddy. Friday, June 23, 1995
- Reflexiones personales
- Conversación con Copilot

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