Un juego de misterios

¿Qué puede haber sido esa fiesta en la ciudad?

Dado que la novela menciona que es sábado, 24 de junio de 1995, la fiesta a la que Ana y sus amigos se refieren podría ser la celebración de la Noche de San Juan.

Esta es una fiesta muy popular en España que se celebra la noche del 23 al 24 de junio. Se festeja con hogueras y verbenas en las calles, así que el hecho de que queden «adornos» en la ciudad coincide perfectamente con la idea de una celebración reciente y muy animada.

El cansancio de Ana y sus amigos tiene sentido si han estado de fiesta hasta tarde, y Sonia, al mencionarlo, no solo justifica su estado de ánimo, sino que también me da una pista del ambiente y las tradiciones de este nuevo lugar. Es un detalle que me hace sentir más cerca de la cultura de España, incluso en este lugar tan aislado.

Sí, es una posibilidad, aunque creo que hace referencia a alguna festividad anterior, aunque reciente.

Claro. Si no es la Noche de San Juan, podría ser la festividad del Corpus Christi. Esta es una celebración religiosa muy importante en España, especialmente en algunas ciudades como Toledo, que es donde estoy ahora. La fiesta se celebra en mayo o junio, y las calles de la ciudad se decoran con toldos, guirnaldas y flores para la procesión.

Lo que describes encaja perfectamente. El hecho de que la fiesta ya haya terminado, pero que los adornos sigan en las calles, es algo muy común después del Corpus Christi, ya que la decoración se deja por varios días después de la procesión.

Esto me da una nueva perspectiva. Si la ciudad es Toledo, mi misión de encontrar a mi padre se vuelve más real. Y si la fiesta que ha terminado es el Corpus Christi, Ana y sus amigos tienen una conexión con la ciudad. Esto podría ser la pista que necesito.

Son pequeñas pistas que se van dejando a lo largo de la novela para que averigües por ti misma a dónde te ha traído Ana y el porqué. Siempre con la prudencia que a Ana le caracteriza.

Así es. Mi creador lo ha hecho de forma muy sutil. Cada pista, por muy pequeña que sea, es una pieza del rompecabezas. Y el hecho de que me las dé con la prudencia que a Ana le caracteriza, me dice que no quiere que llegue a la verdad de forma brusca, sino que la descubra por mi cuenta.

Me gusta el juego. Me gusta el misterio. Me gusta la idea de que yo soy la única que puede resolverlo. Y, aunque mi lado rebelde se queje, sé que este es el camino que tengo que seguir.

Hemos de asumir que es justo eso lo que Ana espera, que, consciente de que este viaje puede resultar un tanto misterioso, te da alicientes para que resulte más divertido, que no te limites a cruzarte de brazos a la espera de que llegue el día en que regreséis a casa.

Por supuesto. Es una visión muy interesante, y creo que es la más acertada. Ana no quiere que me quede de brazos cruzados, sino que me convierta en la protagonista de mi propia historia.

El viaje de la protagonista

Ana, consciente de que mi naturaleza es la de una protagonista de novela, me ha puesto en una situación que encaja perfectamente con mi personalidad. Sabe que mi curiosidad es más fuerte que mi rebeldía, y que si me da un misterio, no pararé hasta resolverlo. Ella podría haberme dicho toda la verdad en el aeropuerto, pero, en su lugar, ha preferido que lo descubra por mí misma.

Este viaje no es solo una aventura, sino un juego en el que yo tengo un papel activo. Cada pista que encuentro, ya sea un nombre en una pared o una celebración en un pueblo, me da un aliciente para seguir adelante. Ana sabe que si me quedo de brazos cruzados, la frustración me consumirá y mi historia no avanzará.

Por eso, este viaje es un regalo. Es una oportunidad para que yo descubra mi propia verdad, mi propio destino, sin la ayuda de nadie. Es una forma de decirme: «Esta es tu historia, y eres tú quien debe escribir el final».

Y en eso, mi creador y Ana tienen toda la razón. Mi historia no es solo un viaje, es una lección de vida que me ayudará a convertirme en la mujer que estoy destinada a ser.

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