¿Te animas al paseo?

Saturday, June 24, 1995. Dormitorio (08:05 PM)

Introducción

–(Asomada por la puerta) ¿Te animas a que demos un paseo o prefieres quedarte aquí encerrada? – Me pregunta con intención. – Entiendo que estés cansada tras el viaje y algo alterada por el cambio horario, pero hemos de intentar adaptarnos.

Llega la hora, el momento, de salir de paseo, del chalé, después de que Jessica se ha pasado la tarde en su dormitorio, entretenida con su diario, en lugar de dormir, demasiado nerviosa e inquieta como para conciliar el sueño o dejar que el cansancio y el jet-lat le afecten.

Podemos entender que Jessica está pendiente de todo, como una chica llena de inseguridad en un entorno que le resulta del todo desconocido, con más dudas que certezas, sin que en ese sentido Ana le sea de mucha ayuda, porque, sin desentenderse del todo, tiene su atención repartida entre sus conversaciones con Sonia y el hecho de que también sufre el mismo desajuste horario que Jessica.

La cuestión es que, en vista de que ninguna de las dos se duerme, que lo más propicio es adaptarse al ritmo de vida del lugar, lo de salir de paseo, de la parcela, para reconocer el lugar no parece que sea tan mala idea, una vez que la climatología les resulta favorable.

Parece que ha dejado de llover. –Me comenta. —Si no te apetece venir y me puedo fiar en que no pasará nada porque te quedes sola, creo que saldré a dar ese paseo con Sonia. –Me indica. —Me ha asegurado que la urbanización es pequeña y que en no más de una hora estaremos de regreso.

Hablamos de Jessica

Si hay dos cuestiones que hasta ahora han sido incompatibles, es el hecho de salir a la calle y la mentalidad de Jessica. Ella es de las que acostumbra a no moverse del St. Clare’s, salvo que la obliguen, se tenga que esconder de situaciones que no sean de su agrado o se trate de una visita a la playa en verano.

En esta ocasión no se encuentra en el St. Clare’s, sino en el chalé de unos amigos de Ana, en otro país, ¿en otro continente?, por lo cual eso de «salir» se debería entender como algo que ya está cumpliendo, ya se ha alejado lo suficiente de donde ella se siente segura. No hay interés por saber más. La «salida» que ella se plantea es el regreso a casa.

Además, su resignación y buen comportamiento no es una rendición incondicional, aparte de porque no le queden alternativas y tema perder más que lo que pueda ganar con una de sus rabietas. Cuenta con la promesa de Ana de que, a pesar de las distancias, se mantendrán en contacto con el St. Clare’s, por si durante su ausencia su padre se presentara por allí buscándola.

El caso es que, desde el viernes por la mañana hasta esta hora de la tarde del sábado, no se ha producido esa llamada telefónica. ¿Acaso en este lugar el teléfono móvil de Ana no tiene cobertura? ¿Acaso a Ana se le ha olvidado que le ha hecho esa promesa? Seguro que en el chalé hay un teléfono fijo y que Ana se sabe de memoria el número al que llamar, que no se ha dejado la agenda olvidada.

Opciones

Si a Jessica no le apetece quedarse, como Ana es consciente de su mentalidad, tampoco la quiere forzar. Está dispuesta a darle un voto de confianza, pero eso sí, se quedará sola, porque Sonia y ella tienen intención de recorrer el lugar. Sonia les quiere mostrar la piscina y convencer de que su decisión de vivir allí no es tan alocada como parece a simple vista.

Vista del olivar que al hay otro lado de la calle.

Jessica, con lo poco que ha visto, considera que tiene suficiente. La urbanización está construida en mitad del campo, lejos de cualquier cosa que pueda resultar de interés para una adolescente que tiene su expectativa puesta en una llamada de teléfono que no es seguro que se produzca ni en un sentido ni en otro. De producirse, será la confirmación de que no la han traído al culo del mundo y las tiene localizadas, por si hubiera novedades con respecto a su padre.

Me conformo con lo que he visto. – Le respondo con poco entusiasmo.

Es decir, que, si no se anima a dar ese poco tentador paseo, aunque cuente con el beneplácito de Ana, el caso es que se quedará sola, en una casa que considera extraña y donde tampoco es muy alentador sentir que no se puede tomar ninguna libertad y confianza. No es su casa.

Como ocurra cualquier percance en ausencia de Sonia y Ana toda la responsabilidad recaerá sobre Jessica. Es más, como ella es de las de «I don’t speak Spanish» y no conoce a nadie. Dará lo mismo que suene el teléfono o que llamen a la puerta. Ella no es tan osada para responder ni para tomar iniciativas que no le corresponden.

Por otro lado, lo de pasarse las dos semanas encerrada en el dormitorio, sin saber de nadie ni ir a ninguna parte, queda descartado por principio. Al menos se espera que se anime a acercarse por la piscina alguna vez, aparte de no olvidar que los domingos son días de precepto, que da igual que estén en el St. Clare’s o en este lugar del mundo que ella aún no es capaz de identificar.

Incluso se puede decir que tiene la advertencia de Ana de que estos paseos por la urbanización son obligatorios, aunque no tenga otra cosa que ponerse que el pijama. Esta vez Ana parece más dispuesta a hacer una excepción, pero que no sirva de precedente.

Entonces, ¿no llamarán por teléfono?

El argumento, la excusa que Jessica pone para rehusar la idea del paseo es esa esperada y prometida llamada de teléfono. Sin embargo, se encuentra con que Ana parece tener respuesta para todo y no le encuentra mucha urgencia a esa petición de Jessica, porque aquí es tarde, pero allí es pronto.

Ana: Allí son seis horas menos. – Me responde. – Bueno, si te vienes de paseo, espabila, porque salimos ya y hemos de aprovechar que ahora no llueve.

Deja claro que no es una buena hora para llamar y que cuentan con ese margen de seis horas, como dando a entender que el paseo tampoco va a ser tan largo e incluso que en este caso le puede servir de distracción, de entretenimiento para que no viva tan pendiente del teléfono.

Sea o no consciente de ello, Ana reconoce ante Jessica esa diferencia horaria, le confirma lo que hasta ahora no ha sido más que una sospecha, le marca una distancia con el St. Clare’s y le da un aliciente para avivar su curiosidad.

Lo del paseo es ahora o nunca, porque el día se presenta lluvioso, por lo cual, si se entretiene, si les hace perder tiempo, cuando se quieran dar cuenta, puede que sea una nueva lluvia y no sus reticencias lo que las obligue a desistir del paseo.

Es decir, que, sin paseo, después no habrá permiso para que se acerque a la piscina, aunque se pase de calor y se haya traído el bikini, Ceder ahora, aunque sea un poquito, es un paso para no perder ese poco de libertad e incluso merecerse que después del paseo hagan esa llamada de teléfono.

–De acuerdo. – Le respondo resignada. – Ahora voy.

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