La última gestión

Friday, June 30, 1995, Dormitorio (11:40 AM)

Introducción

Ana se ha marchado y ha dejado a Jessica un tanto inquieta, confundida, contrariada… Esta vez sus amigos no la han acercado en coche a la ciudad ni ha recurrido al autobús para sus desplazamientos.

Ana

De hecho, por las horas que son, ni siquiera Ana parece preocupada por el hecho de que a estas horas de la mañana Jessica ya esté despierta, vestida y casi buscando cualquier excusa para acaparar dos minutos de su atención, y se sienta un poco desencantada por el desplante.

Esta vez, ese asunto que mantiene a Ana tan ocupada y a Jessica tan intrigada, no parece que se vaya a resolver en la ciudad, a no sé sabe a cuánta distancia de la urbanización, pero no demasiada, si se puede llegar en coche o en autobús. Esta vez, Ana sale del chalé sola, como si saliera a dar un paseo, aunque por las horas que son, lo aconsejable sería encaminarse hacia la piscina.

Jessica con 14 años

Resulta tentadora la posibilidad de seguirla, espiarla, y así averiguar dónde va y sobre todo, de qué trata ese asunto que Ana parece estar investigando sobre alguien de quien parece tener tan solo una partida de nacimiento, por lo que Jessica escuchó que Ana le comentaba a Sonia.

De hecho, en esta ocasión, Jessica se ha fijado en que Ana ha tomado consigo una carpeta; se entiende que llena de documentos, que a lo largo de estos días ha tratado con mucha discreción. Sin embargo, como no va a la ciudad, como «volverá pronto«, tampoco se ha encontrado con la tesitura de llevar nada más.

No lo gestiona por teléfono

Lo característico, lo peculiar de Ana, es que todo lo resuelve por teléfono, que basta con una llamada para encontrar una respuesta o una solución a cualquier problema.

Fue por teléfono como consiguió que sus amigos le hubieran ofrecido alojamiento en este lugar desconocido y alejado del St. Clare’s. Sin embargo, todo este asunto lo está gestionando en persona y de manera directa, como queriendo dar a entender que ha sido la única manera en que ha conseguido algún resultado, hasta el punto de que esas pistas o indicios le han llevado hasta allí, hasta el sitio al que acude esta mañana.

Lo único que se me ocurre pensar es esta mañana que habrá ido de visita a alguno de los chalés de la zona. Si la hubiera seguido, seguro que me habría enterado, pero me ha dado un poco de apuro, por si se enfadaba conmigo y me mandaba de regreso, en caso de que se hubiera dado cuenta de que la espiaba.

Después de una semana

A lo largo de estos días, desde que llegaron el viernes de la semana anterior, hasta este día, si Jessica hubiera sido un poco más espabilada, habría tenido tiempo de recorrer la zona, de explorar, de seguir el consejo que Ana le ofreció e iniciar su propia investigación para averiguar por sí misma dónde se encuentra.

Sin embargo, ella misma admite que ha desaprovechado incluso las tardes en que le han ofrecido la posibilidad de salir de paseo, de dar una vuelta y recorrer la urbanización, a la caída del sol, cuando refresca, lo que parece ser una costumbre típica del lugar.

Otra costumbre «típica», si la podemos definir como tal, es la de acercarse por la piscina de la urbanización a darse un baño, a socializar, pero como para todo parece que Jessica tiene la excusa perfecta, no ha sido algo que le haya entusiasmado ni fomentado con la frecuencia que hubiera sido deseable.

La salvedad para decir que sí se ha movido del chalé a lo largo de estos días es que el domingo la llevaron a misa, en coche, a una urbanización próxima, porque aquello no era un barrio de la ciudad, aunque dispusiera de una iglesia y tuviera apariencia de ser un lugar más urbanizado.

La cuestión es que casi todos los días Ana me propone que demos un paseo por la zona, al atardecer, pero mi negativa es siempre la misma: ya nos dimos ese paseo el primer día y comprobé que no hay nada de interés por los alrededores, salvo el parque de pinos de la entrada y la autovía por la que llegamos desde el aeropuerto….

Al parecer, incluso Ana se ha mostrado un tanto contrariada al descubrir que ese «no hay nada interesante que ver» ha sido una apreciación errónea. Por aquí cerca se encuentra la persona a quien se supone ha de mostrarle o entregarle los documentos de esa carpeta.

Origen