Local time 09:00 AM. My diary
Hoy, como cada mañana, lo primero que hago por rutina, por intentar que mi estancia aquí resulte un poco menos aburrida, es apuntar lo más relevante que sucediera el día anterior y para llegar a la conclusión de que el planteamiento que Ana se ha hecho de nuestra estancia aquí es mucho más emocionante que el mío. Al menos ella tiene algo en lo que entretenerse, ese asunto tan misterioso sobre el que no quiere hablar conmigo y que le ocupa todo el día, desde primera hora de la mañana hasta media tarde, hasta que regresa de la ciudad o de donde vaya, porque lo cierto es que no estoy muy segura de que haya algo de civilización más allá de donde me alcanza la vista, lo que resulta un tanto más desalentador que el paisaje que se observa desde la ventana de mi dormitorio en el St. Clare’s, donde parece que son los edificios de Medford, y no las distancias, lo que me impiden ver Toledo. Aquí tan solo hay campo, árboles, con en silencio roto por el ladrido de los perros y el ruido procedente de la autovía, aunque para saber lo cerca o lejos que ésta se encuentra haya de bajar hasta el pinar, lo cual, debido a la climatología, a mi desconocimiento de la zona y a la advertencia de Ana de que tenga cuidado por dónde me meto, queda un poco lejos de alcance.
Una de mis distracciones es preocuparme por escoger cada mañana la ropa que me pongo y con ello comprobar lo que Ana tuvo a bien meter en mi maleta cuando la hizo, que no me habré de pasar el día en pijama, como me llegó a insinuar, porque lo cierto es que mi vestuario no es tan limitado ni la situación económica del St. Clare’s tan desesperada como para que no tenga nada que ponerme, salvo el uniforme del St. Francis. Es más, creo que Ana ya se ha convencido de que no es muy conveniente que me invente argumentos en ese sentido, porque prefiere que me olvide del trapicheo con la ropa. Como tal dispongo de toda la que una chica de catorce años puede necesitar, sin que me sobre, que los donativos que se reciben no se destinan tan solo a mantener llena la despensa o evitar que no haya goteras en el edificio. No somos pobres. Tan solo tenemos un presupuesto ajustado que administrar y hay quince chicas que dependen de éste. Sea como fuere, el caso es que, en cuestión de vestuario, al menos mientras esté aquí, tengo las necesidades cubiertas, sobre todo porque no voy a ninguna parte y no importa tanto que repita de un día para otro.
¿Dónde estoy?
Que me asome por la verja del chalé y lo que tenga en frente no sea nada más que un campo de olivos no anima mucho a que salga, a que me dé un paseo por los alrededores, porque me temo que no encontraré nada más interesante que eso. Llevo aquí seis días y, salvo porque el domingo nos llevaron a misa a una población cercana, no he visto nada relevante. Este chalé está orientada y situada de tal manera que la entrada principal da al campo y la parte de atrás a una zona común de la urbanización, donde se encuentra la piscina que comparten todos los chalés, ante lo cual me siento bastante atrapada y con la sensación de que Ana pretende que me quede aquí encerrada y no vaya a ninguna parte mientras ella no esté conmigo, pero lo cierto, es que desde que llegamos, se pasa todo el día por ahí con sus asuntos. No me explica dónde va ni deja que la acompañe, como si me escondiera algo, aunque su respuesta es que se trata de asuntos personales o del St. Clare’s y es mejor que no la acompañe porque me aburriría. Aquí, al menos, tengo la piscina y se supone que chicos y chicas de mi edad con los que relacionarme, pero que me ignoran y a los que tampoco hago demasiado caso porque no les entiendo cuando hablan. Además, tampoco tengo interés en hacer amistad con nadie porque me queda una semana de estancia aquí y en cuanto cogiera confianza con alguna chica nos tendríamos que marchar y sería tiempo perdido porque no volveré a ver a esa chica, salvo que Daddy viva por aquí, pero lo dudo mucho.
Reconozco que no sé dónde estoy, en el sentido de que esto no es Medford ni se le parece. Además, después de que hemos volado en dos aviones distintos, estoy segura de que nos hemos alejado lo suficiente como para que ni me plantee volver a pie. La sospecha, o al menos lo que a mí me gustaría, es que estamos cerca de Toledo, pero dada mi obsesión por ello, me parece que no tengo mucha suerte y es mejor que sea un poco más realista. Si Ana me hubiera traído con Daddy, me lo habría dicho o al menos ya habríamos ido a verle. Sin embargo, no me ha llevado a ninguna parte, salvo a la iglesia el domingo y me ha invitado a que paseemos por las calles de la urbanización. Es probable que esto sea España o algún país de Europa donde se hable el idioma. Incluso es posible que me haya traído a algún país de Sudamérica, aunque, dado que aquí también es verano, he pensado que quizá estemos en México, aunque lo cierto es que no me he tropezado con nadie que tenga los rasgos característicos.
Local Time: 11:40 AM. My diary
Cuando Ana se marcha, su amiga la lleva en el coche o se va en el autobús, que, según nos han explicado, pasa por aquí tres veces al día. La verdad es que no me resulta muy tentador eso de levantarme a 06:30 AM o antes, cuando a esas horas ni las gallinas lo hacen. Incluso los perros parecen algo perezosos porque apenas se escuchan sus ladridos. Sin embargo, Ana se ha levantado todos los días como si no hubiera nada más importante y el hecho de que estemos de vacaciones no sea relevante. Como ella me dice, la que está de vacaciones soy yo y más me vale que aproveche el tiempo porque lo echaré de menos cuando regresemos al St. Clare’s. A mí lo único que de verdad me preocupa es que Daddy vaya por el St. Clare’s y se encuentre con que está en obras o que no hay nadie que le indique dónde estamos para que venga a por mí o se espere hasta que nosotras volvamos. Mientras me quedo en la cama, dormida, el tiempo pasa más de prisa, aparte que, según Ana, tengo libertad para hacer lo que se me antoje dentro de un orden. Sus amigos no me controlan, pero se espera que mi comportamiento no les escandalice. Nos han ofrecido su hospitalidad por estos días y lo mínimo es que seamos agradecidas y les dejemos un buen recuerdo. Lo que aún no tengo claro es el que me llevaré de mi estancia aquí porque no sé dónde estoy. Supongo que, en algún lugar de España, pero ni siquiera en eso estoy segura, porque Ana no me da ninguna pista al respecto, prefiere que lo averigüe por mi cuenta.
1º bus. 07:40 am
2º bus 02:40 pm
3º bus 07:40 pm
Esta mañana, a diferencia de días anteriores, Ana no ha madrugado para irse en el bus, ni tan siquiera le ha pedido a Sonia que le acercara en coche a la ciudad o a donde la lleve cada mañana para que haga esas gestiones, aunque tampoco se ha quedado como si no tuviera nada que hacer, pero, como es habitual, no me ha dado explicaciones ni ofrecido que le acompañase. Hemos desayunado juntas y cuando yo pensaba que me acompañaría a la piscina, porque no sé quién de las dos estaba más pendiente de la hora, me ha dicho que se marchaba a resolver un asunto y que no esperaba tardar mucho. Me ha llamado la atención que llevase una carpeta consigo. Otras veces se lleva el bolso y no me fijo tanto en el contenido, a las horas en que se marcha yo duermo a pierna suelta, pero en esta ocasión no sé si por despiste o porque he estado un poco más atenta, me he fijado en lo que se llevaba. Es más, como ya era demasiado tarde para el bus, supongo que no habrá ido muy lejos, aun así, me ha dado un poco de reparo seguirla y me he reprimido. Confío en que me lo contará cuando regrese, al menos qué hay por los alrededores, por si en algún momento me animo y salgo a dar un paseo, aunque no creo, tan solo hay chalés y campo como el que hay en frente, al otro lado de la calle.
Ayer por la tarde, cuando regresó de gestionar sus asuntos, me pareció que intentaba mantener las formas conmigo, pero lo cierto es que la noté algo confusa y contrariada, como si hubiera descubierto algo que no se esperaba; como si hubiera tenido la impresión de que, después de la semana que llevamos aquí, del tiempo dedicado a ese asunto tan misterioso, la respuesta la hubiera tenido delante de sus narices y no se hubiera percatado de ello hasta ahora. Ha sido como en alguna de esas ocasiones en que yo me he escapado del St. Clare’s, confiada en que nadie se percataría de mi ausencia, y durante el trayecto de regreso desde el parque cuando me he dado cuenta de que he olvidado de algo que me ha delatado, que era inútil que corriera porque estarían en la puerta y me esperaba una buena charla sobre eso de que no debía irme sin permiso. Entiendo que nosotras no nos hemos escapado ni huido del St. Clare’s, volveremos dentro de una semana y todo el mundo sabe dónde estamos. Yo no lo sé porque Ana aún no me lo ha dicho, pero ese detalle no es relevante. Se supone que tengo que averiguarlo por mi cuenta y hasta ahora no he hecho nada al respecto porque estamos en mitad de ninguna parte.
Lo único que se me ocurre pensar es esta mañana que habrá ido de visita a alguno de los chalés de la zona. Si la hubiera seguido, seguro que me habría enterado, pero me ha dado un poco de apuro, por si se enfadaba conmigo y me mandaba de regreso, en caso de que se hubiera dado cuenta de que la espiaba. Incluso me he planteado darle la suficiente ventaja como para que, en caso de que me encontrase con ella, se creyera la excusa de que había salido a dar un paseo o que, por hacer algo distinto, pretendía acceder a la piscina por la puerta principal, ya que siempre me recrimina que no tomo iniciativas. Lo malo es que con este calor tampoco apetece demasiado salir por la puerta. Con la excusa del paseo podría asomarme por la puerta de los chalés, por si Ana estuviera en un lugar donde la viera. Al final lo he descartado porque es demasiado arriesgado y una idea un poco tonta. No quiero que Ana se entere de mi pequeña escapada ni lo que descubra sea peor que no saber lo que pasa. Además, en el supuesto de que llamen desde el St. Clare’s para avisar de que Daddy ha preguntado por mí, prefiero estar localizable y ser la primera que reciba la noticia. Cuando menos nos quedemos aquí, mucho mejor.
Por lo poco que he visto hasta ahora, ya que casi no me he movido de la parcela en estos días, salvo que el domingo nos llevaron a misa, he hecho un cálculo aproximado y creo que por aquí habrá en torno a cien chalés, quizá alguno más. Entiendo que, si hay una zona A, también habrá una zona B y algún que otro chalé por los alrededores. La cuestión es que, si ahora saliera en busca de Ana, tendría al menos 1% de posibilidades de encontrarla y alguna más de perderme y no ser capaz de volver aquí antes de que se diera cuenta de mi pequeña escapada. De hecho, por la hora en que se ha marchado y la tranquilidad con que se ha ido, entiendo que tenía muy clara la dirección, que, si hubiera tenido que hacer como yo, mirar en todos los chalés, se habría marchado a primera hora. Es posible que alguien le esperase, mientras que, en mi caso, los únicos que saben que estoy aquí son los amigos de Ana, con quienes estamos. No conozco a nadie ni tengo a quién llamar. Es como si me hubiera secuestrado, dado que no tengo a quien pedir ayuda, aunque ya asumo que los administradores del St. Clare’s Home nos tienen localizadas.
La cuestión es que casi todos los días Ana me propone que demos un paseo por la zona, al atardecer, pero mi negativa es siempre la misma, ya nos dimos ese paseo el primer día y comprobé que no hay nada de interés por los alrededores, salvo el parque de pinos de la entrada y la autovía por la que llegamos desde el aeropuerto, la zona B de la urbanización, algún que otro chalé suelto, lo que parece una zona C, o urbanización anexa y el resto es campo abierto. Quizá, si hubiera aprovechado y aceptado en alguna de esas ocasiones, ahora tendría un mejor conocimiento de la zona y no me limitaría a lo poco o mucho que se ve desde la verja del chalé u observé el domingo cuando fuimos en coche a misa, durante el trayecto no me privé en mirar por la ventanilla tanto a la ida como a la vuelta. Por eso sé que no estamos lejos de la autovía, aunque me cuesta un poco precisar lo lejos que se encuentra la iglesia, porque tuvimos que ir en coche y me dio la sensación de que dimos alguna que otra vuelta de más, que si hubiéramos ido en línea recta habríamos tardado menos. Tal vez nos llevaron por la ruta más corta y la iglesia se encuentra mucho más lejos de lo que a mí me parece. Desde el St. Clare’s a St. Francis se puede ir a pie e incluso a otras zonas de Medford también, pero aquí no tengo ninguna referencia en ese sentido porque no conozco el lugar ni sé dónde estamos.
Se supone que esta mañana, como parece que no lloverá, si me animo, como distracción, me puedo acercar a la piscina, para ver el ambiente y que no pierda el entusiasmo los próximos días. En realidad, me habría creado la falsa expectativa de que Ana tal vez se hubiera quedado para que fuéramos juntas, aunque desde primera hora la he notado bastante nerviosa, por lo que mi expectativa no tenía mucho sentido. Además, ante la evidencia de que ella no pensaba ir a la piscina, yo he perdido todo el interés y la poca motivación que pudiera tener. Cuando me ha insinuado que tenía que marcharse, me he sentido liberada, porque temía que me fuera a mandar a la piscina por las malas, pero me ha dejado tranquila, confiada en que es mejor que no me mueva de aquí. Porque ella no sabe lo que tardará en regresar y existe la posibilidad de que a mí se me cierre la puerta y me quede en la calle. Mientras no me mueva del chalé me mantendré sana y salva. Tal vez, si sus amigos estuvieran, la situación sería distinta. De todos modos, Ana no ha descartado que me vaya a animar a ir la piscina, porque, aunque se cierre la puerta de la casa, puedo quedarme dentro de la parcela.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...