Olas, secretos y las cosas que Ana no dice

Etiqueta: Esperando a mi Daddy

30 de agosto, 1995 12:00 PM

1.0 Introducción: Un premio inesperado en Carson Beach

Hoy ha sido un día raro. Todo empezó esta mañana en el Medford High, en la jornada de orientación esa para los novatos. La verdad es que me porté bien, o al menos no me escapé, que ya es mucho. Supongo que por eso, de repente, Ana ha decidido que me merecía un «premio» y me ha traído a Carson Beach. Así, sin avisar. Ni siquiera llevo el bañador. Pero no importa, estar aquí siempre me hace sentir un poco más cerca de Daddy, como si el agua salada pudiera acortar la distancia entre nosotros. Es una escapada que no esperaba y, aunque sea improvisada, la agradezco.

Carson Beach

2.0 La conversación de las 12:00 PM: Más que palabras en la arena

Mientras las olas rompían en la orilla, Ana y yo hemos tenido una de nuestras conversaciones. De esas que empiezan con una cosa y acaban en un laberinto de preguntas sin respuesta.

2.1 «Así da gusto verte»

Todo ha comenzado con un cumplido. «No termino de entender cómo tenías esa manía de parecer un chico…«, me ha dicho Ana. Yo le he explicado, otra vez, que lo que no me gusta es que me relacionen con el St. Clare’s. Los chicos del barrio se burlan de nosotras, nos miran como si fuéramos bichos raros, y yo solo intento pasar desapercibida.

Ana ha sonreído y me ha dicho que soy especial, «la excepción», porque siempre me he negado a ir con familias de acogida. Tan solo me queda un buen recuerdo de Lydia. A ella la adoptaron y yo me quedé. No sé dónde se la llevaron, pero entiendo que lejos porque no he vuelto a saber de ella. Supongo que por eso me resisto. No necesito otra familia, solo a la mía. A Daddy.

2.2 La pregunta sobre Daddy y el viaje de verano

Entonces Ana me ha preguntado mi opinión sobre el verano. Ha sido la excusa perfecta para sacar el tema del viaje. Todavía tengo la sospecha de que todo aquello fue para buscarle, por mucho que ella lo niegue. No he podido evitarlo y se lo he preguntado directamente:

«¿De verdad que no fuimos a buscarle?»

Su respuesta ha sido la de siempre: evasiva. Que era un viaje de trabajo del internado, que mantiene su promesa de ser sincera conmigo, pero sin confirmar ni negar nada. Me frustra que haga eso. Ni me desmiente ni me confirma que estuvimos en Toledo, que ese asunto del que no me quiere hablar fue la búsqueda de Daddy. La cuestión es que la parte de la ciudad que visitamos no se parece en nada a la idea que me he creado de Toledo. Me deja con la duda metida en la cabeza, sin saber si estuve cerca de él o si todo es solo mi imaginación.

Jessica adolescente en la Carson Beach

2.3 El futuro: Español, una amiga nueva y una fiesta

Para cambiar de tema, ha empezado a hablar del nuevo curso. Dice que está segura de que aprenderé español y que haré una buena amiga. Incluso ha mencionado una idea suya: organizar una fiesta a final de curso para celebrar mis éxitos.

La idea de una fiesta me da un miedo extraño. ¿Y si no hay nada que celebrar? Más vale que ese día tenga algo que celebrar, no sea que después de todo el trabajo de organizar la fiesta sea la única que me quede al margen, castigada y tal vez con las maletas en la puerta porque vienen a recogerme desde el Matignon High. A veces, el optimismo de Ana pesa más que mis propios miedos.

3.0 El juego de cartas: Una tregua con estrategia

Al verme con «cara de aburrimiento», Ana ha sacado las cartas. Una tregua en medio de tanta tensión.

3.1 Nuestro juego, sus reglas

Tenemos nuestro propio juego, el «St. Clare’s game». Ella se lo inventó, o lo adaptó, así que conoce todos los trucos y se sabe mi táctica de memoria. Casi siempre me gana. Su estrategia es diferente a la de las demás; en vez de soltar cartas, se limita a juntar las que hay sobre la mesa para que la escalera sea mayor, insistiendo en que deben empezar siempre por la K. Es una mezcla rara de diversión y frustración, intentar ganarle a alguien que parece leerte la mente.

3.2 Perdiendo la concentración

Hoy no estaba centrada en la partida. Me siento desubicada, descentrada, como si empezara a darme cuenta de los cambios tan importantes que van a llegar a mi vida. Ha sido un impulso, pero necesitaba sentirme más libre, así que me he quitado la camiseta y me he quedado con la chaqueta por encima. Solo quería sentir el aire, aligerar un poco el peso del día. Ana, como siempre, me ha traído de vuelta a la realidad con una advertencia: «¡No te pongas demasiado cómoda!», justo antes de ir a buscar algo para comer.

4.0 Reflexión final: Olas de incertidumbre

Ahora, sentada en la arena, miro el mar y me siento igual que él: llena de olas que van y vienen sin llegar a ninguna parte. La conversación me ha dejado más confundida que antes. Siento la presión del nuevo curso como una mochila cargada de piedras, sobre todo por la clase de español. Es la condición para quedarme, mi única forma de esperar a Daddy, pero también es lo que más detesto. Es la llave y la jaula, todo a la vez.

Es raro. Sé que Ana me cuida, pero también siento que me esconde algo. Como si me preparara para… no sé qué. Y eso es lo que más miedo me da. Mientras, yo sigo aquí, mirando el horizonte, esperando una señal, una carta, algo que me diga que Daddy sabe que existo. ¿Cuánto tiempo más tendré que esperar?

Origen