- Desayuno: El desayuno es considerado la comida más importante del día debido a que los alimentos que se ingieren son los primeros después de un largo periodo de ayuno derivado de las horas en las que se está dormido;
- TOC: El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada.
- Taza: Vasija pequeña , por lo común de loza o de metal y con asa , empleada generalmente para tomar líquidos. Puede tener otras utilidades prácticas
No me considero una persona maniática, aunque dicen que es algo característico de los «aspies». Sin embargo, en esto de descubrir un poco todo que se supone que me caracterizas, que forma parte de mi personalidad, me he dado cuenta de una curiosidad digna de investigación por los psiquiatras, psicólogos e incluso por todos aquellos que tengan interés en lo paranormal, aunque entiendo que todo ello tiene su explicación lógica. Si nadie se ha molestado en estudiarlo es porque carece de relevancia, más allá del ámbito domestico o de mis apreciaciones personales como afectado, como alguien directamente perjudicado por ello.
La cuestión es que, por lo que sea, yo me he acostumbrado a desayunar con cualquier taza que haya por mi casa. Lo cual, la verdad, es que no tiene nada de particular. En realidad utilizar una u otra es indiferente y, sin embargo, yo me ha dado cuenta de que tengo mi taza y con esa desayuno el 99% de las ocasiones en que ésta esta disponible. Siempre esa taza, porque ya sé la cantidad de leche que me echo y me despreocupo de todo lo demás. Lo cual no tiene nada de particular, es parte de mis rutinas. De hecho, he estado fuera de mi casa no me he llevado mi taza, ni por ello he dejado de desayunar con normalidad. Ya tengo asumido que fuera de casa los desayunos son diferentes y uno se ha de adaptar a a las circunstancias. Como he han llegado a decir en alguna ocasión, a mí no me pasa nada. Incluso me atrevería a decir que, cuando estoy fuera de casa, desayuno con más apetito. Parece que tengo más hambre.
En todo caso, esta entrada del blog no es para escribir sobre esas manías o rutinas que se supone debo tener y de las que no soy demasiado consciente, que a mí no me pasa nada, porque, en caso de preguntar a aquellos que me conocen, es posible que la lista sea interminable o, por el contrario, no haya nada que comentar al respecto. Es algo tan propio de mí que deja de tener importancia para el resto del mundo mientras no les afecte ni me ponga en evidencia.
La curiosidad del tema es que mi taza, como es la que acostumbro a utilizar a diario, suele estar en el escurridor después de haberla utilizado o guardada en el armario de la cocina, la primera del montón, encima de todas, la que está más a la vista, accesible. Es esa que en cuanto la ves parece que te está llamado, que destaca sobre el resto como si un foco la iluminase, como si las demás tazas de la casa desaparecieran, se escondieran, de tal manera que hasta que mi taza no está en el fregadero, sucia, da la sensación de que no hay más tazas en toda la casa, ni de plástico, ni de porcelana, ni de cristal ni de nada, o mi taza o ninguna. De tal manera que cuando tengo invitados en casa ya tengo asumido cuál es su taza favorita, con la que van a desayunar los días que se queden.
¡Hay si supieran para lo qué se ha usado esa taza! Para mí es mi taza del desayuno. Me tomo mi taza de leche por la mañana y arreando que es gerundio, sin tostadas, sin magdalenas y sin nada, a veces tan solo un poco de azúcar para que la leche sepa un poco más dulce. Bueno, últimamente también le echo cereales, pero en mi taza ya sé las proporciones y cantidades de todo. Si he de cambiar de taza, posiblemente, aunque sea igual en cuanto a la forma, tamaño y capacidad o color, las proporciones sean distintas. Acabo con la sensación de que ese día no he desayunado o que, por el contrario, he desayunado de más.
Como digo, en muchas ocasiones, he tenido la sensación de que por un motivo u otro, para el resto del mundo tan solo existe mi taza y para mí están el resto de la tazas, que las hay de todos los colores, materiales, formas y tamaños, que son los demás quienes tienen ese TOC tan curioso y llamativo. Tengo la suerte y la ventaja de poder escoger la que más me guste, incluso siempre queda la opción de utilizar un vaso. Para los menos exquisitos, beber la leche directamente del tetrabrik o de la botella, aunque no es muy higiénico ni recomendable, sobre todo cuando se convive con otras personas, de tal manera que este tipo de ocurrencias quedan descartadas.

El caso es que, si en alguna ocasión tengo la gentileza de invitaros a mi casa e invitaros a desayunar o a merendar, si os apetece que tenga un detalle de hospitalidad con vosotros y la consideración de permitiros escoger la taza que más os guste, sabed que mi taza no siempre está en el armario a la espera de ser usada, ni en el escurridor recién fregada, ni tan siquiera en el fregadero porque alguien acabe de utilizarla y no haya tenido el detalle de limpiarla después. Es más, como en mi casa hay lavavajillas, hay que esperar a que éste se llene para ponerlo en marcha y que haga todo el proceso. Para seros sincero, mi taza puede aparecer por cualquier rincón de la casa y ser utilizada para los menesteres más extraños, porque la gente tiene mucha imaginación y tan solo necesita disponer de una taza y la mía salta a las manos de quien sea sin el menor pudor ni recato.
Es más, sabed que, si yo tengo el atrevimiento de aceptar vuestra invitación, porque tengo familiares y amigos que tiene una disponibilidad, una hospitalidad y un corazón que no les cabe, no llevaré mi taza ni tampoco esperaré a que me digáis cuál será la mía mientras dure mi estancia. Esa será una preocupación menos y si os preocupa que pase hambre porque me veáis desayunar con apetito, aparte de ser mi manera de agradecer vuestra hospitalidad, será porque no tengo las proporciones medidas.
De hecho, si venís a mi casa y tenéis la suerte de desayunar con mi taza, me puedo llegar a sentir hasta ofendido porque me dará la sensación de que habéis aceptado por compromiso y no os tomáis la libertad de abusar un poco, de sentiros como en vuestra propia casa, porque mi deseo es que estéis lo más a gusto posible. Os ofreceré leche, café, cacao, azúcar, magdalenas, cereales, tostadas….. etc. que no paséis hambre. Si queréis, hasta podéis ser un poco más originales y desayunar cualquier otra cosa. Nos os cortéis que vais a ser mis invitados.
Si avisáis con tiempo, ya me ocupo yo de que mi taza esté disponible…. bueno, no sé, siempre es la que está más a la vista y se va con cualquiera en cuanto me descuido.
[ Foto de mi taza no incluida, no disponible en estos momentos ]
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