Publicado: Domingo, 6 de octubre 2019
Introducción
En mi entrada anterior hacía mención a mi técnica de los narradores múltiples, a las dificultades y ventajas que ello me plantea a la hora de enfrentarme a escribir mis novelas, lo cual centré en la segunda parte de la novela «Silencio en sus labios», lo que de algún modo me sirvió de presentación o como una pequeña introducción, aunque ya he publicado distintas entradas al respecto y tampoco ello suponía ninguna novedad en ese sentido.
Secuencias o escenas en las que coinciden varios de esos narradores/protagonistas las hay casi a cada página, aunque por el hecho y la recomendación de que la lectura se hace más fácil cuando hay un cierto orden, lo cierto es que una de las cuestiones que he intentado corregir de la novela es precisamente esa, que no hablen todos a la vez, porque se forma un pequeño caos del que no siempre yo soy capaz de entenderme en mi labor de escritor. De todos modos, la inexperiencia de mis comienzos, en la actualidad, creo que me ha hecho madurar en parte y ya no dejo que mis «narradores» hablen sin levantar antes la mano y pedir su turno.
Una de esas secuencias un tanto caóticas en cuanto a la narración se encuentra en los primeros días de relato de la novela, como una manera de presentar y dar a entender la situación y el conflicto de los personajes. Porque para los posibles lectores entiendo que, con respecto a Manuel y Ana, poco más se puede decir, porque al final de la primera parte se dan algunas pinceladas de las razones de esa ruptura. Pero esta segunda parte se inicia de verdad cuando se supone que el resto de los narradores ya tienen la suficiente madurez como para pensar por sí mismos, para que participen de este juego. En particular en lo referente a Marta, la niña de nueve años. El desencadenante de esta segunda parte de la novela es el hecho de que Ana vuelve a desaparecer. Esta vez no del todo, pero sí lo suficiente como dar prioridad a su salud frente a su maternidad. De manera que se encuentra con el dilema y la disyuntiva de reunir a la familia antes de que sea demasiado tarde. Sin que, como tal, la situación se le plantee fácil porque hay demasiados conflictos y tensiones por medio que se han de resolver antes.
Se trata de un primer encuentro entre las tres hermanas, si consideramos que Sandra es una más en ese sentido, por el hecho de que vive en acogida. Pero, de las tres, es la única que tiene plena consciencia de lo que sucede. Kris y Marta tan solo saben una parte de la historia, lo que a cada una les afecta. De hecho, Kris y Sandra ya se conocen, pero, dado que las dos han crecido después de diez años y Kris tan solo era una niña pequeña entonces, no tiene mucho recuerdo de aquello. Sandra, por su parte lleva, dos años viviendo con Ana y ésta le ha contado con detalle cuál es la situación.
Después de misa lo típico es ir a comprar chucherías, con el aliciente y planteamiento en la novela, de buscar esas coincidencias para que se produzca ese encuentro por casualidad, para que nadie recrimine a Ana que pone impedimentos, aunque en esta secuencia se supone que ésta se encuentra hospitalizada y que la responsabilidad recae sobre Sandra, en un claro intento de actuar con naturalidad, dejando que ese anhelado encuentro se produzca sin forzarlo.
Aunque durante la misa se ignoran, no sucede nada relevante, es aquí, en la tienda de chuches, de caramelos, donde se produce este encuentro. La narradora es Sandra, quien se percata de que Kris les ha seguido, aunque no con intención de hablar con ellas, sino para lo mismo endulzarse de algún modo esa mañana de domingo, sin que Manuel la acompañe porque se supone que ya tiene edad para valerse por sí misma. Tan solo hay que comprar el pan y alguna chuchería.
Hay otras tiendas de golosinas en el barrio, pero ésta es una de las pocas que abre los domingos por la mañana y, por lo tanto, en una mañana como ésta y después de misa, es de las más concurridas. Yo me limito a cumplir las indicaciones que me hizo Ana al respecto. Marta se merece algún premio por su buen comportamiento en misa, como si cada domingo se celebrara una fiesta por su comunión. Ana lo entiende como un refuerzo para que Marta encuentre algún sentido al arrepentimiento y la confesión, dado que esta mañana se ha confesado, porque el asunto de la patada no es algo que se quede en el mero castigo. Marta tiene que ser consciente de que no estuvo bien. Por otro lado, el domingo es un día de fiesta y, aunque tengamos la pena de que Ana haya regresado al hospital, es mejor que Marta tenga motivos para alegrarse y se le endulce la vida. En cualquier caso, sabe que, si no hay propósito de enmienda, no hay chuches y me parece que este fin de semana se los ha ganado. Aunque, si Ana se enterase de nuestra pequeña travesura de ayer, ni a mí se me permitiría que me acercara por aquí. Sin embargo, no creo que encontrásemos nada relevante que a Ana le moleste.
Sandra
Es decir, se monta una pequeña escena, una discusión entre Sandra y Marta, porque una niña se tiene que hacer notar y, en su caso, se siente justificada, por las continuas ausencias de su madre. Frente a lo cual Sandra no puede más que armarse de paciencia. Aunque por como es Marta, lo de la armadura tampoco es algo que se descarte. Es un rasgo característico de este personaje, de Marta, sacudir primero y preguntar después. Mientras que Sandra se define más por esa complicidad, por ese conseguir sus propósitos rozando lo permisible, pero sin cruzar la línea. Por su parte, Kris es una adolescente un tanto rebelde, que va mucho por libre porque está en una edad en que se empieza a sentir un tanto incomprendida, necesitada de ese referente materno y un poco agobiada por el excesivo control de su padre, de los adultos.
¡Vaya escena familiar! La mocosa parece tonta, una niña mimada y consentida y la otra que, tan solo será una conocida, no tiene muchas más luces, si se deja engatusar de esa manera por los caprichos de la niña. ¡Vaya espectáculo están montando! Se podrían salir a la calle a tener esta conversación porque aquí hacen el ridículo. Si yo me comportase como la niña, papá ya me estaría mandando al piso y me olvidaría de comprar nada. Lo de las chuches es sólo un entretenimiento para pasar el rato y que sacie el apetito hasta la hora de comer, aunque con el dinero que he conseguido sacarle a papá del bolsillo y de su generosidad poco me saciaré. Si la chica mayor está tan preocupada por el poco apetito de la otra, debería tomar ejemplo. Si yo me puedo comprar un par de regalices, ya me doy por satisfecha. Creo que el dinero me llega, pero no habrá para más porque ni siquiera me planteo la compra de un refresco, que sería lo que me saciaría la sed para no tener que volver demasiado pronto al piso. ¡No estoy dispuesta a dejar que me venza el aburrimiento por no tener compañía! Sin embargo, no quiero una niñera ni a ningún adulto que cuide de mí, ya tengo trece años.
Kris
¿Por qué no se reconocen las hermanas? ¿Acaso no se parecen? ¿Nos les llama la sangre, el instinto? Esta parte de la novela se inicia sin que ninguna sepa de la existencia de la otra. Marta es fruto de un embarazo inesperado, nacida una vez que ya se ha producido la ruptura. De manera que Kris ni siquiera tiene constancia ni recuerdo de haber visto a su madre embarazada, aunque entre las hermanas hay cuatro años de diferencia, pero sí del momento en que los padres estuvieron tan acaramelados.
El hecho de que se parezcan es una de las líneas argumentales de la novela en cuanto a la historia de Kris se refiere. Más adelante Kris se dará cuenta de ese parecido entre ellas, porque de manera premeditada Ana favorece desde el principio que Marta siga los pasos de Kris, aunque eso, a nivel argumental, es un poco complicado de justificar, salvo por el hecho de que en el colegio los profesores están al corriente de la situación y salvo que Ana no esté localizable, ya sabemos quién es el siguiente en la lista de contactos ¡A ver cómo se lo explican!
Cinco narradores, cinco historias, una novela
Si me dedicase a contaros las cinco tramas, creo que tardaría bastante, os desmenuzaría toda la novela y desvelaría toda la intriga del argumento. De hecho, yo creo que, como tal, ninguna de las cinco tramas se entendería sin relación con las demás. Por eso no hay cinco versiones, pero las historias se van entrelazando unas con otras, con momentos en que tienen sus momentos individuales, porque Manuel tiene que trabajar; Ana sus problemas de salud y trato con la familia; Sandra ha de empezar a vivir por su cuenta; Kris acude a clase al instituto y Marta, aparte de ir al colegio, va de casa de unos a casa de otros.
Personajes secundarios relevantes, están los padre de Ana; Marta/Tata, la hermana de Ana; José, el hermano de Ana y jefe de Manuel; Carlos, el hijo de Marta/Tata, y Patricia, mejor amiga de Kris. De un modo u otro todos se ven involucradas en las diferentes tramas, porque los protagonistas necesitan cómplices y quien les haga de acicates para que se muevan en una u otra dirección, aunque no todos tengas un total conocimiento de lo que sucede, pero les aportan ese otro punto de vista.
Los padres de Ana intentan mediar en la ruptura, pero manteniendo una postura de imparcialidad, más tendente a proteger a Ana. Tata se mueve entre las dos familias, por una parte ejerciendo de hermana y por el otro de amiga, sin admitir que también es cuñada y tía. José se limita a ejercer de jefe y de hermano, no se entromete en asuntos que no le competen; Carlos también se mueve entre las dos familias, sin conocer la identidad de su madre y sin tener demasiada clara la relación entre Kris y Marta. Patricia tan solo conoce la versión de Kris de toda la historia, pero tiene un punto de vista un tanto más objetivo y se percate de detalles que a Kris se le pasan por alto.
Vamos que cuando me puse a escribir esta parte de la novela le eché mucha imaginación y esa maraña de nudos que poco a poco se va deshilachando. pero, claro, como cuando lo escribí situé la historia entre 2019 y 2020, con esto del Covid no encaja demasiado. Pero bueno, ahí está, a la espera de que lo deje como está o le ponga un poco de realismo social en ese sentido.
Sin duda, es complicado, cada uno debe levantar la mano y pedir permiso para hablar. Saludos.
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