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Introducción
Nos queda pendiente recorrer un tramo de la senda ecológica, porque ya dimos la vuelta a Toledo desde el puente de la Cava hasta el puente de Alcántara, pero el recorrer del río Tajo por la ciudad no se limita a ese abrazo fluvial, sigue su cauce hasta la desembocadura, sin que nuestro paseo pretenda ser tan largo ni en un sentido ni en otro, porque igual podríamos ir río arriba hacia su nacimiento. Mejor que nos quedemos en Toledo, que queda mucho por ver o por volver a ver cuantas veces nos apetezca.
Inicio de la senda
Nuestro paseo se ha de iniciar de nuevo en el parque del baño de la Cava en la zona de los merenderos, por el camino que corre a espaldas del monumento al Sagrado Corazón, como si llevásemos intención de perdernos, aunque el camino está bien limitado y no hay posibilidad de pérdida, dentro de lo que se puede esperar será un recorrido en llano y sin demasiados sobresaltos, a diferencia de lo que ocurre por la senda que rodea la ciudad, por aquí el recorrido se vuelve mucho más accesible y amable para todo el mundo, salvo por algún pequeño tramo en donde se pone en juego la valentía de algunos, pero, aun así, se puede llegar al final de la senda sin complicaciones, a pie, en bicicleta y quien lo precise, incluso en silla de ruedas.
Hemos de ir por el camino que se inicia a espaldas de Monumento a El Sagrado Corazón, bordeando los terrenos de la ermita del Cristo de la Vega, con el cauce del río a nuestra derecha y la ciudad a nuestra espalda

Desde este punto parte un tramo de la senda que transcurre pegado al Río Tajo, por un sendero bien delimitado y vallado, que transcurre en un primer tramo por detrás del Cristo de la Vega y el monumento del Sagrado Corazón de Jesús, que vemos de espaldas desde el camino.

La torre del Agua
Desde la senda observamos la “Torre del Agua”, en cuyo interior se conserva desde 2014 una de las esculturas que Cristinas Iglesias hizo en Toledo. La torre fue construida con el fin almacenar agua para templar el metal de las espadas y armaduras. Las otras esculturas se encuentran a nivel de suelo en la Plaza del Ayuntamiento y en el Convento de Santa Clara.

Molino y central eléctrica de Azumel, toledo
Cuando las aguas del Tajo han rebasado el puente de San Martín dejan atrás el torno rocoso del recinto histórico de Toledo y comienzan a bañar las orillas que durante siglos fueron huertas y plantíos. Además, por aquí, gracias a un gran azud de 900 pies de longitud, el río prestó su fuerza para mover viejos batanes de paños y molinos pertenecientes a nobles y eclesiásticos. A partir de 1780, también impulsaría la maquinaria de la Real Fábrica de Espadas y Armas de Corte alzada sobre unos terrenos comprados a la cofradía de la Caridad en 1775. A finales del siglo XIX, la presa y los molinos de Azumel se adaptarían para albergar una central eléctrica que perviviría en uso hasta la centuria siguiente.
Los datos del número de molinos de distintas épocas parece que dejan claro que fueron los situados en el bucle del río Tajo a su paso por Toledo. En concreto se contaron hasta diez, que curiosamente debieron ser los que mas actividad mantuvieron Azumel, el cual se menciona ya en 1199 como “Molinos de Assomail”, vocablo que parece recordar el nombre de su constructor o del más famoso de sus propietarios. Un quinto del azud existente en esta presa era, desde poco antes de la fecha, propiedad de convento de San Clemente.
En las proximidades del 1273 ya se le conoce como molino de Azumel, al que se consideró en el año 1841 como uno de los Bienes Nacionales desamortizados a la iglesia, pasando posteriormente a subastarse. En 1844 y debido a su proximidad, los molinos fueron cedidos a la Fábrica de Armas (fundada por el Rey Carlos III en 1775), en cuyo poder continúan.
Durante la pasada década, a principios de los noventa y aprovechando los mismos enclaves, se van sustituyendo los viejos molinos hidráulicos por centrales eléctricas, acabando estas con los que formaron parte valiosa del patrimonio, del paisaje y de la vida del pueblo.

El molino de Azumel, el cual (según D. Julio Porres en su obra “I Historia de las calles de Toledo”) se menciona ya en 1199 como “Molinos de Assomail”, vocablo que parece recordar el nombre de su constructor o del mas famoso de sus propietarios. Un quinto del azud existente en esta presa era, desde poco antes de la fecha, propiedad de convento de San Clemente.

En las proximidades del 1273 ya se le conoce como molino de Azumel, al que se consideró en el año 1841 como uno de los Bienes Nacionales desamortizados a la iglesia, pasando posteriormente a subastarse. En 1844 y debido a su proximidad, los molinos fueron cedidos a la Fábrica de Armas (fundada por el Rey Carlos III en 1775), en cuyo poder continúan.
Durante la pasada década, a principios de los noventa y aprovechando los mismos enclaves, se van sustituyendo los viejos molinos hidráulicos por centrales eléctricas, acabando estas con los que formaron parte valiosa del patrimonio, del paisaje y de la vida del pueblo.
Este molino de difícil acceso se encuentra en el margen de la N-403 a su paso por la ciudad de Toledo.




En la fachada, un arco de herradura enmarcado con alfiz cobija un gran portón habilitado para poder montar las dinamos, dejando a cada lado sendas ventanas con arcos de herradura apuntados y polilobulados. Sobre la puerta, un rótulo con caligrafía de inspiración cúfica indica: Central de Azumel. Más arriba hay dos bandas decorativas inspiradas en la mezquita del Cristo de la Luz. La inferior es una serie de arcos ciegos de herradura entrecruzados; la superior muestra dos paneles con juegos de ladrillo formando rombos. La cornisa es una línea almenada que incluye dos castilletes en las esquinas que realzan la imagen romántica de una fortaleza medieval.
En el interior del edificio, ahora deshecho, un zócalo de vistosos azulejos rodea una diáfana sala para el equipamiento técnico. En las paredes se abren ventanas con arcos de herradura que se asoman a la entrada y la salida de la corriente del río que pasa bajo la central para mover las turbinas. Existe otra historiada y pequeña puerta en el costado izquierdo de la central con un arco de herradura de tipo califal y realces de ladrillos.
En el extremo del edificio que se adentra en el cauce del Tajo existe una terraza ornamentada con un artístico antepecho y otros castilletes esquinados. Este mirador se integró en el recorrido protocolario otorgado a las ilustres visitas de la Fábrica para gozar allí de las vistas de los cigarrales, el puente de San Martín y la ciudad de Toledo.
La central estuvo en uso hasta los últimos años de la actividad de la factoría. En 1998, ya desmantelada ésta, el Ministerio de Defensa vendió sus edificios y terrenos a la ciudad de Toledo que, a su vez, cedió a la Universidad de Castilla-La Mancha. En junio de 2021 aún quedaba en manos del Ayuntamiento la central de Azumel, acordándose su entrega a la misma institución universitaria para su rehabilitación, generar energía renovable y nuevos usos con cargo a los fondos europeos de recuperación.
El canal oculto
Detrás de este edificio pasa desapercibido el arranque de un interesante canal: En 1786, buscando solucionar los problemas generados por las ineficientes estructuras hidráulicas precedentes, el “maquinista real” Juan Sardinero idea un canal que proporcionara suficiente caudal para hacer girar las norias que permitían batir la rueda hidráulica, siendo la única energía hasta 1862. Por aquí penetra el agua por un canal oculto, bajo tierra, que concluye en el edificio de Sabatini. (Según el artículo de ABC de Rafael del Cerro)

Web de referencia
Leyendas de Toledo De la Cava a la fábrica
2 comentarios en “La senda sobre el río Tajo”
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