Por su altura la conocerás

Introducción

Como siempre, buscando curiosidades por el barrio judío, por el casco histórico de Toledo, por la ciudad misma, por eso de que hoy pensaba visitar tal o cual edificio por segunda vez, nos encontramos con que hay lugares que aún no hemos ni una sola vez, ni nos hemos cobijado bajo su sombra en los días de calor. ¡Mira que es difícil no verlo! Hasta lleva el nombre de un paseo y no nos hemos parado a preguntarnos la razón de dicho nombre.

Pues resulta que, si subimos desde el paseo del Transito por la Bajada de los Descalzos y giramos por la primera calle a la derecha nos encontramos con una plaza triangular y uno de los miradores de Toledo. ¡Embobados nos quedamos ante la panorámica que obtenemos de la ciudad!

A tu izquierda, las Cortes de Castilla –La Mancha. Además, desde este paso, podrás contemplar al otro lado del río, los famosos cigarrales de Toledo. ¡Uno de los mejores miradores de Toledo!

Vista desde el mirador de San Cristóbal

Además, podrás sentarte en los bancos del paseo y contemplar un maravilloso atardecer sobre la judería de Toledo.

Es probable que El Greco contemplara en no pocas ocasiones una imagen como la de arriba, pues vivía muy cerca de este tranquilo paseo, sobre el Tránsito. Un lugar más donde conseguir excepcionales panorámicas al atardecer, dada la orientación, contemplando el Museo Sefardí, el Museo del Greco…

Pero también deberíamos mirar a nuestra espalda. Si no, que se lo pregunten a Albert Einstein, quien estuvo relativamente cerca, en teoría y en la práctica.

Para que digan que no lo hemos visto, nos acercaremos por la catedral, porque, lo que se dice «verse,» se ve la imagen de San Cristóbal. Pero el otro día, cuando estuvimos, no nos fijamos.

Torre de San Cristóbal

La torre de San Cristóbal es el único resto de la antigua iglesia homónima. De estilo mudéjar, ha sufrido una fuerte restauración en época reciente.

Historia

La desaparecida iglesia parecía identificarse con una mezquita fundada por Fathibn Ibrahim al’Umawi, conocido por al-Qasari (934-1013). En 1187 ya hay noticia de la existencia de la iglesia de San Cristóbal, como tal; y en el siglo xviii se nos da cuenta de unas transformaciones hechas para adecuarla, según parece, al gusto grecorromano, con planta cruciforme y crucero muy poco acusado.

En 1842 se procedió a la supresión de su parroquialidad, siendo el edificio desamortizado y vendido a particulares. En 1959 se procedió a la demolición de la iglesia, en vista del estado ruinoso de la misma. Como único testimonio ha quedado su torre, relacionable, al menos en sus fundamentos, con un anterior alminar. La torre se rehízo entre la segunda mitad del siglo xii y la primera mitad del siglo xiii, vinculándose a la primera fase de mudéjar toledano.

Más de un autor señala que la desaparecida iglesia de San Cristóbal de Toledo -cuyo culto cesó en 1842-, a pesar de alzarse en el medieval barrio de Montichel , y no lejos de Santo Tomé, siempre tuvo un anodino pasado y contenido. En 1857, Parro decía simplemente que se sabía de su antigua creación y que, como los demás templos de la ciudad, tuvo sucesivos cambios, perviviendo su fábrica «al gusto greco-romano», de los siglos XVII y XVIII. Cuando escribió esto, el edificio era un volumen casi cúbico, contiguo a otra propiedad privada, sin distinguirse, incluso, torre alguna, pues estaba englobada en una esquina del templo como se observa en una fotografía de Thomas, realizada hacia 1910, cuando aún seguía en pie la fábrica de esta cerrada parroquia.

Y es que, precisamente, este elemento, al hundirse el edificio en 1958, quedó prácticamente aislado, como una desmochada atalaya con algunas ventanas de sello islámico. Aquello probaba su raíz como alminar de una mezquita que, según apuntó, en 1991, la recordada investigadora Clara Delgado Valero (1952-1998) pudo ser el oratorio de Yabal al-Barid , citado en documentos de 1187. La estructura de la torre era de planta cuadrada con machón central y una escalera en su entorno, igual a la de otras torres toledanas, según el patrón de la arquitectura califal. De esta época quedan algunos sillares de la parte inferior, pues a partir del siglo XII -ya como templo cristiano- periódicas obras borrarían el perfil del primitivo minarete. A finales del XVIII la parte baja era un colmatado osario, utilizándose para tal fin una cripta subterránea donde aún, en 1826, se inhumaba solemnemente a un soldado voluntario de Caballería.

En 1855 tuvo lugar la subasta de la iglesia. Fue adquirida, en 14.400 reales, por Eustaquio Arnaiz -comprador también de ciertos bienes expropiados a municipios de La Jara, en 1856-, y que llegó a ejercer como alcalde tercero de Toledo en 1869. En junio de 1876, fue traspasada a Leandro Cabezas Fernández-Prieto, comenzando, días después, una cadena de reventas a favor de Raimundo Gómez Hernández, Francisco de la Paz Mora (en 1882) y Miguel Vázquez Pons (en 1883) que la adquiría en 3.125 pesetas. En esta última fecha aún quedaba la bóveda de enterramientos, la nave central, dos laterales (es decir, el crucero), la sacristía, un patio con pozo y un patinillo junto a la torre. En el antiguo coro existían habitaciones repartidas en dos niveles. El cuerpo bajo sirvió de depósito de maderas y después, hacia 1890, para albergar el Teatro Marte, una sociedad de aficionados, de corta vida, alentada por jóvenes militares. A principios del XX hubo una fábrica de jabón y, posteriormente, una empresa funeraria (Nuestra Señora del Sagrario) que empleó el templo de San Cristóbal como almacén y cochera.

En 1958 se producía un derrumbe de la fachada principal, quedando en pie la torre y algunos jirones del edificio. Los últimos propietarios ofertaron al Ayuntamiento la venta del ya arruinado templo, aceptándose el 3 de diciembre de aquel año. La compra de los 470 metros cuadrados de la antigua iglesia, efectuada en 1960, se fijó en 250.000 pesetas. El destino inicialmente previsto fue alojar el parque de bomberos que, desde 1933, estaba asentado precariamente en la antigua capilla del ya vacío Hospital de la Misericordia (o Provincial) en la calle de Esteban Illán . Descartada esta idea, el solar acabó destinado para acoger un colegio que daría el relevo a la maltrecha escuela pública de San Juan de Dios (en la calle del mismo nombre), instalada en un caserón propiedad de la Catedral –el Granero de San Julián- contiguo al Museo del Greco.

Edificio levantado en 1969 para escuela adaptado a otros usos desde 1990. FOTO RAFAEL DEL CERRO

Si la parroquialidad de San Cristóbal cesó en 1842 por falta de feligresía suficiente, en 1982, el mismo motivo –la caída de población en el entorno- determinó el cierre de este centro, destinándose después sus vacías estancias a sucesivas cesiones a favor de asociaciones educativas o institucionales. Desde 1990, son las ondas de Radio Nacional de España las que emiten desde este mismo punto cualquier contenido más allá del viejo barrio de Montichel. Parece pues que, en el fondo, aún persiste la función esencial del histórico alminar o torre, donde el almuédano y las campanas avisaban a los fieles sobre el diario discurrir de las horas y los días.

Descripción

La torre es de planta cuadrada, en su día debió tener un machón central, en torno al cual giraba la escalera. Está realizada en mampostería encintada que, en la base, antes de su actual restauración, tenía la apariencia de sillería. A estas primeras hiladas corresponden cadenas de piedra, mientras que en el resto de la torre son de ladrillo. Los paramentos presentan las características mencionadas, con la única salvedad de contar con una pieza visigoda reutilizada.

Por lo que respecta a la modulación de los huecos, hay que destacar la organización de los vanos en arco de herradura apuntada, enmarcada en ligero resalte por un paramento dispuesto a modo de alfiz. Semejante organización tiente evidentes vinculaciones almohades, constatándose asimismo su presencia en la iglesia de San Cipriano de Toledo. A pesar de ello, es un modelo poco habitual en el mudéjar toledano.

El San Cristóbal gigante de la Catedral de Toledo (San Cristobalón)

Cuenta la catedral de Toledo con innumerables maravillas que hacen de ella un espacio único. Pero hoy me gustaría centrarme en una pintura que encontramos en una pared situada a la derecha de la Puerta de los Leones. Es la figura de San Cristóbal, el cual en la antigüedad era muy habitual encontrarlo pintado en iglesias y murallas de las ciudades.

Visualizar una pintura de San Cristóbal suponía estar a salvo de la muerte, al menos en las siguientes 24 horas, cuenta la tradición… De ahí que se pintara en gran tamaño en iglesias y catedrales

Llama la atención cuando se visita la catedral de Toledo su elegancia no eclipsada por el rigor de sus columnas dirigidas hacia el cielo. Es un templo de cinco naves y muy pocas personas se dan cuenta de que las naves laterales son más anchas y bajas que las que cortejan a la nave central, esto le aporta un efecto piramidal que hace del templo primado un singular espacio bien armonizado y un remanso de paz imposible de imaginar cuando venimos deambulando por las angostas calles que rodean la catedral.

Imagen de San Cristóbal
Pintura al fresco de Gabriel Ruedas, Catedral de Toledo, 1638. Dimensiones aproximadas: 11 x 4,5 m.

Vemos también unos gorros rojos colgados por todas partes, son los capelos cardenalicios de los distintos prelados que ha tenido la diócesis. Hay un viejo adagio que dice que si cae el capelo, es que el cardenal se ha ido al Cielo. Cuenta la catedral de Toledo con innumerables maravillas que hacen de ella un espacio único. Pero hoy me gustaría centrarme en una pintura que encontramos en una pared situada a la derecha de la Puerta de los Leones. Es la figura de San Cristóbal, el cual en la antigüedad era muy habitual encontrarlo pintado en iglesias y murallas de las ciudades.

Era Réprobo un hombre de gran corpulencia y fortaleza física y anhelaba ponerse al lado del rey más poderoso de la Tierra, por tanto permanece junto al rey de Canaán pero al darse cuenta que el rey teme al Diablo abandona a su señor y busca al ángel infernal, pero enseguida nota que el Diablo teme a Jesús de Nazaret, por lo que decide salir en su búsqueda.

Y lo encuentra a través de un pobre ermitaño que le bautiza y enseña varios caminos para llegar a Jesús. Debido a su fortaleza física lo envía a conocer gente y a ayudar a los viajantes y peregrinos a cruzar los ríos ya que por aquella zona no había apenas puentes. Un día un niño le pide cruzar el río, Cristóbal lo sube a sus hombros y según iba adentrándose en las aguas notaba como sus piernas apenas si le sostenían, cuando llegó a la otra orilla comprendió que ese Niño era Jesús. Cristóbal había llevado sobre sí al Supremo Hacedor del mundo con todo su peso.

Cuenta la leyenda que el verdadero nombre de Cristóbal era Réprobo, pero al convertirse al catolicismo se lo cambió por  Cristóforo, que quiere decir “conductor de Cristo” y sería con este nombre con el que se le conocería en la iconografía occidental.

Cuando contemplamos la imagen en nuestra catedral nos damos cuenta de un detalle: las piernas son demasiado pequeñas con relación a un cuerpo tan grande. Esto admite dos versiones: La primera es lo que he comentado antes, que al atravesar el río portando al Niño Dios, sintió como las piernas le flaqueaban por el “enorme peso” que llevaba y la segunda es que de todos es sabido que cuando un cuerpo se mete en el agua la deflación de la luz al atravesarla, este cuerpo se hace deforme. Con cualquier versión que nos quedemos hace que esta pintura sea excepcional y, si nos acercamos, podemos ver incluso muchos peces alrededor de las piernas del Santo los cuales se nos antojan contentos de poder acompañar también ellos el paso de tan extraordinaria carga.

Recibirá un deseo quien cuente los peces

Una vieja broma que se hace siempre a los más pequeños cuando ven por primera vez el monumental fresco es preguntar ¿Cómo se llevó esta gran pintura hasta su lugar en la Catedral, si es más grande que cualquier puerta? A lo que tras un rato de pensar se puede responder: en botes de pintura.

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