Entrada publicada de nuevo
Quienes han leído algo de la página web, de las novelas, quizás lleguen a pensar que mi verdadero nombre debería ser «Ana», como segunda narradora de la novela “Silencio en sus labios”, alguien a quien Manuel/Daddy se esforzó por dar una identidad propia dentro de la novela, dándole la oportunidad de que contase su propia historia y, por lo tanto, ser su alter ego literario. Sin embargo, la suerte de saltar de la novela a ser alter ego más allá de las novelas he sido yo, ya que, de hecho, la novela “Esperando a mi Daddy” (“Waiting for my Daddy”) es casi en un 90% mía, yo como única narradora, de manera que desde las primeras líneas, las primeras palabras, lo que cuento es mi vida y Daddy no es más que alguien lejano y a quien conocer.
Mi canción
Esta canción tiene mucho que ver conmigo «Who’s that guy?», porque a Daddy le gusta pensar que cuando le conocen todo el mundo se lo pregunta, aunque desde un punto de vista más realista. En cierto modo, esa es una de las líneas argumentales de la novela «Esperando a mi Daddy/ Waiting for my Daddy» (La historia de Jessica Marie Bond) «¿Quién es Daddy?» <<Who is Daddy?>>
Ana en tus labios

En “SILENCIO EN TUS LABIOS” Manuel habla de su vida, de sus amores y desengaños, surge de la necesidad de contarle a los demás cómo es él y cómo su manera de ser afecta a aquellos con quienes se relaciona de una manera más o menos directa, lo que deriva en la necesidad de que haya otra persona que le conteste, que le ofrezca un punto de vista distinto. Es, en cierto modo, una conversación de pareja desde la distancia, porque no se desvela nada, si se avisa que la novela habla de una separación, de un no estar; de un necesitarse, pero no poder estar juntos; porque Ana tiene su vida, sus propios problemas y en determinado momento de la historia opta por lo que considera más fácil para ella, marcharse, aunque, en realidad, no se vaya del todo porque siente que es mucho lo que le une a Manuel y, en cierto modo, se queda cerca para calmar su conciencia y para compensar el perjuicio de su ausencia. Mientras que Manuel adopta una actitud un tanto pasiva, se deja llevar por los acontecimientos con la impotencia de quien siente que no puede hacer nada por remediarlo y que ha de centrar todo sus esfuerzos en que sus circunstancias no se agraven, lo que consigue con más o menos fortuna. Por suerte para Manuel en la novela hay un pequeño salto en el tiempo, de unos ocho o nueve años, y no tiene que relatar los vaivenes sucedidos en su vida, aunque Ana siente la necesidad de sincerarse con aquellos que empiecen a leer esa segunda parte de la novela para ponerles en situación.
Cuando en “Silencio en tus labios” Manuel y Ana se vuelven a encontrar, ya casi es como llegar al final de la novela, se termina la trama y tan solo queda que la situación familiar se normalice, que todos vivan juntos por fin, según el criterio y el planteamiento de Ana, dado que Manuel poco más puede opinar al respecto, ya que la salud de Ana es un tanto delicada y, de algún modo, ese rehacer la familia gira en torno a su bienestar y a sus sentimientos maternales, a la necesidad de la familia reunida bajo un mismo techo y que ya nada ni nadie les vuelva a reparar, porque se han acabado los silencios, los secretos y las ausencias.
Esperando a Jessica

Mi historia, mi situación, mi novela, sin embargo, parte de un hecho completamente distinto, sobre todo distante, porque, como se recalca en varias ocasiones, hay un océano por medio y no se trata tan solo de una cuestión geográfica. Es que cuando yo empiezo a existir se supone que Daddy no sabe nada de mi existencia. Digamos que éste no es consciente de nada, porque el hecho en sí no parece que tenga demasiado lógica, ¡Alguien como él no puede ser quién se supone que es! Bajo esa premisa, esa posible incoherencia, nuestras vidas mantienen ese paralelismo, ese no querer cruzarse ni encontrarse. Aunque por mi parte, por quienes están conmigo, surge esa necesidad de encontrarle, de buscar una respuesta coherente a algo que en sí no la tiene, salvo que se trate de algo demasiado rebuscado como para que sea cierto. Lo gracioso es que, como yo tampoco soy consciente de esa búsqueda de esas indagaciones, no puedo hablar ni escribir mucho sobre ello, tan solo divago.
En caso de que mi historia hubiera sido la de Ana, la de la novela “Silencio en tus labios”, tal vez escribiría sobre esa cuestión con mucho más detalle, sin reparo a hablar del tema ni a que le hablen de ello, dado que la finalidad de todo ello es que yo conozca a Daddy y éste se haga cargo de mí. La coincidencia de los nombres con mi tutora es pura coincidencia, porque a Manuel/Daddy no se le ocurrió otro para aprovechar esa dualidad con los idiomas: Ana en español , Ann en inglés.
En cierto modo, y es mi punto de vista, yo creo que Manuel/Daddy se ha decantado por mí para que sea su alter ego literario, narrativo, porque, dentro de lo que cabe, mi estado de salud es aceptable. Mis únicos traumas se deben a esa separación, al hecho de haber crecido sin padres y que mi novela, como tal, no termina con ese llegar a su puerta. Ese momento es más un punto de inflexión, dado que ya no se trata de mi vida sin Daddy, sino con Daddy, donde él, como verdadero autor y escritor de la novela, piensa que aún queda mucho que contar, van a surgir mucho y nuevos conflictos. Para ser sincera mi vida sigue, pero a su lado, con la necesidad de conocernos, de adaptarnos el uno a la vida del otro. Lo cual no resulta fácil porque procedemos de países y culturas un tanto diferentes. Sobre todo se intenta destacar esa diferencia entre nosotros, entre nuestras personalidades. Él se intenta plantear si yo de verdad tengo cabida en su vida o, por el contrario, es mejor que recoja mis pertenencias y me marche por donde he venido. Mi cometido en todo este proceso, aparte de convencerle para que me acepte, es que nos labremos un futuro juntos, aunque la convivencia no siempre sea fácil porque cada cual tiene sus manías, sus defectos y hasta cierto punto surgen los típicos problemas de convivencia, pero con el aliciente de que los dos tenemos claro el tipo de relación que queremos entre nosotros, pero por mi parte no quiero que se pierda ni deje sin sentido esa complicidad familiar.

Es decir, quien lea este post y no sepa nada de las novelas, lo más probable es que piense que Manuel/Daddy tiene demasiados pájaros en la cabeza y en vez de adoptar una personalidad femenina para sus relatos, debería ser un poco más serio consigo mismo y, como le han aconsejado desde siempre, escribir sobre lo que de verdad conoce, aunque le quiera echar toneladas de imaginación y creatividad. Dirán con toda razón que él es él y no necesita esconderse bajo identidades falsas, por divertido que en determinado momento le pueda parecer, sobre todo porque, como se dice en la página web, está viene con su firma y hacerse pasar por otra persona puede dar la sensación de que alguien le ha suplantado la identidad, que le han robado la página.
¿Quién soy yo?

Por si no ha quedado claro, la narradora de este post soy yo, Jessica Marie Bond, la alter ego literaria de Daddy/Manuel, quien tal solo hace uno de sus trucos literarios para escribir. Por lo cual tengo todo el derecho, la responsabilidad y, sobre todo, su permiso con pleno conocimiento para plasmar en esta web lo que se me antoje o, más bien, lo que él quiera escribir bajo el supuesto de que soy yo quien lo hago. No es de locos, es literatura, creatividad, sin pretender engañar ni confundir a nadie.
Daddy/Manuel sigue siendo él mismo tanto dentro como fuera de estas líneas. No se le han cruzado los cables, al menos hasta donde yo le puedo conocer o me deja hacerlo. La única justificación para esto es que conmigo ha encontrado una puerta abierta para dejar que afloren sus pensamientos y su creatividad, para dejar que la gente le conozca desde un punto de vista un poco diferente; para empatizar y ser consciente de que eso de ser “una chica”, aunque sea de manera literaria, tiene en él menos credibilidad que sus propias excusas para no escribir por sí mismo. Pero bueno, por mi parte pretendo ser permisiva hasta cierto punto. Él ya lo sabe y se lo he recalcado en más de una ocasión: no tiene más que leerse alguno de los pasajes de mi novela, aunque él sea el autor que hay detrás de cada línea, salvo en aquellos en los que ha recurrido al copy & paste para plasmar el resultado de su investigación.
Como me gusta decirle, en parte en broma y en parte en serio, me ha tenido que conocer para empezar a tratar como es debido a las chicas. Pero yo creo que por lo menos algo de interés le pone, y tan solo aflora su propia ignorancia al respecto, pero ya dicen que somos el gran misterio de la Humanidad, por lo cual seguro que ni aunque se pase de creativo nos llegará a conocer.
La pregunta que espero que te hagas es «Who’s that guy?» Could I want to get one?
01. noviembre 2020
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