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Introducción
Cuando uno entra en la catedral tiene tanto que ver, aparte de dejarse llevar por ese sentimiento religioso, que muchas veces se olvida de los detalles, de aquello que tal vez no llama tanto la atención, que es lo que entiendo sucede con las capillas del exterior del coro, que miras hacia arriba para ver los órganos y te olvidas un poco de lo que hay a la altura de los ojos.
Lo admito, soy el primero que, cuando empecé a ver imágenes de estas capillas, me quedé un tanto contrariado ¿Eso está en la catedral del Toledo? ¿Dónde?
Porque cuando se visita el coro de la catedral aparte de la reja, el interior o el trascoro, también debería detenerse en en los laterales, aparte de fijarse en la decoración de sus muros, en sus columnas, también en sus capillas laterales.
La próxima vez que me acerque por la catedral prestaré un poco más de atención. De momento os comparto la información recogida
Cuatro altares para las capillas exteriores del coro
En octubre de 1792, Mariano Salvatierra se encontraba esculpiendo en mármol de Macael (Almería) cuatro estatuas de aproximadamente una vara de alto y que representan a san Miguel Arcángel, santa Isabel, reina de Hungría, María Magdalena y san Esteban, con destino a cuatro altares en los costados exteriores de la sillería del coro, siéndoles abonados en abril de 1799 a 15.000 reales cada estatua, importando un total de 60.000 reales de vellón las cuatro figuras de mármol»
Blas Ortiz menciona varios altares y capillas excavados en los muros del trascoro, éstas últimas de muy reducidas dimensiones.
Estas cuatro excelentes esculturas están ubicadas en sendos altares a ambos lados del costado en la parte exterior del coro, de finos mármoles y bronces, pertenecientes al orden jónico, compuestos de una mesa de altar de dos varas y cuarta de larga por una de fondo y una y media de alto, sobre la cual se asienta una grada y de ahí el retablo propiamente dicho con una hornacina entre dos pilastras estriadas, cuyas basas y capiteles son de bronce. Como remate del mencionado retablo aparece un frontón de medio punto, en cuyo centro aparece en bronce los atributos del santo titular.
Los artistas que ejecutaron los mencionados altares fueron David Idrac y Martín Marichalar, franceses, a los cuales les fueron abonados 8.000 reales de vellón»
La Magdalena
Da comienzo con el altar dedicado a la Magdalena, que él considera capilla, emplazado frente a la gran pintura de san Cristóbal, donde se celebraban cinco misas semanales por el alma del arzobispo don Rodrigo. Pondera su figura; estaba «adornado de summo ingenio, doctrina y puericia de varios idiomas, insigne, oró en el concilio lateranense, que presidió Inocencio 3 pontífice, estando congregados en él los prelados de casi todas las yglesias, y mucho número de gentes de diferentes naciones…». Una larga inscripción en latín recoge todos estos extremos y muchos más. Actualmente sobre el altar reposa una escultura barroca de la santa, de mármol blanco y del siglo XVIII.
María Magdalena, la santa pecadora, que con sus perfumes ungió a Cristo, aparece de pie, su cabeza se muestra inclinada con faz resignada y compungida de pecadora y sus cabellos caen sueltos por su espalda, como testimonio de arrepentimiento y de pecado. Con una de sus manos recoge airosamente el extremo del manto y con la otra sostiene en su regazo un libro y sobre él, la calavera, a la que observa dolorosamente, como símbolo del hombre pecador y de la muerte.
Cabeza magníficamente esculpida por Salvatierra la de esta Magdalena, envuelta también en un manto y de netos efectos barrocos.

Santa Isabel de Hungría
El siguiente altar llamado capilla por Ortiz está dedicado a Santa Isabel de Hungría. Fue trasladada de la entrada del cabildo. Por institución de Juan Alfonso se celebran semanalmente cinco misas. Como el anterior altar, tiene una estatua barroca de similares caracteres; la santa es portadora de un libro. Es de suponer que originariamente ambas «capillas» tuvieran la estatua correspondiente. A modo de simple hipótesis, podría identificarse con Santa Isabel la estatua vestida con toca de viuda, actualmente en el ambulatorio que cerca la capilla mayor.
Santa Isabel, reina de Hungría, aparece también de pie, envuelta toda ella en un majestuoso y movido manto, con capelina de armiño, con estudiosos y atrevidos juegos de pliegues en su manto, es un verdadero estudio de virtuosismo el que nos ofrece Mariano Salvatierra en este juego de curvas y contracurvas en los pliegues de claro efecto barroco. Rostro dulce y sereno el de la santa, el cual nos ofrece entre sus manos un libro abierto, con sus páginas levemente arrugadas, como nota de claro efectismo barroco.
En el retablo dorado hay tres hornacinas con imágenes de Santa Catalina, Santa Inés y Santa Águeda, pintadas y doradas por Pedro López de Tejeda en La parte superior de la reja, adscrita un tiempo a Domingo de Céspedes, es considerada de la escuela de Juan Francés.
San Miguel
Frente a las capillas/altar de Santa Isabel de Hungría y de María Magdalena describe Blas Ortiz las también reducidas capillas de San Miguel y San Pedro de Osma, ésta última frente a la capilla de San Pedro. En la primera se rezaban cuatro misas semanales por el alma de Pedro Núñez, racionero de Toledo y estaba establecida la asistencia a los oficios del coro. Por su parte Diego Pérez se mostró especialmente dadivoso, pues instituyó la celebración de 156 misas 130 Abrente
San Miguel se muestra de pie, con dardo y escudo de bronce en sus manos, aplastando a un dragón que simboliza el mal. Cabeza espléndidamente esculpida de gran belleza clásica, inspirada en la estatuaria helena, porta un agitado manto y va vestido a la usanza militar romana, con pectoral, loriga y faldetas. Cuerpo excelentemente modelado y alas soberbiamente esculpidas; la figura muy bien compuesta y tallada.

San Esteban Protomártir
San Esteban Protomártir, de pie, con cabeza de efebo griego, vuelta hacia el espectador, de composición clásica. El hábito ó el santo se muestra espléndidamente compuesto por Salvatierra, con gran movimiento y sabiduría. Con una de sus manos recoge la puerta de su manto y con la otra la lleva hacia el pecho. Figura muy bien estudiada y magníficamente compuesta.
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