Sutilezas femeninas

Enlace: SILENCIO EN TUS LABIOS 1. Versión de Ana

Introducción

Como autor y escritor de la novela «Silencio en tus labios», en todas sus versiones y extensión, me encuentro en la tesitura de que al cambiar de narrador, de punto de vista, en la versión de Ana he de intentar que eso del narrador en femenino suene creíble, convincente, que quien se aproxime a leer la novela de verdad se crea que es una chica, una mujer joven, quien le cuenta su visión de toda esta historia.

Aquí os pongo tres ejemplos de los inicios de la novela, de lo que considero resulta creíble desde mi punto de vista como escritor, y espero que como lector, como ha quedado plasmada esa realidad femenina. Sin que resulte muy egocéntrico pensar que el objetivo de esas sutilezas es mi yo como personaje. como un no sé si muy acertado ejercicio de empatía.

Mientras participaba en la conversación del grupo, de la que no quería que me marginaran ni que la presencia de Manuel me cohibiera, como no lo había hecho en diciembre durante la reunión, yo misma me sorprendí ante el impulso de mirarle de reojo, de comprobar su reacción ante mi presencia con la expectativa de que me confirmase que nuestras pequeñas diferencias estaban superadas. (…)

Sábado, 11 de enero, 2003. Reunión de grupo

La excusa que se me ocurrió resultó de lo más inocente y nada sospechosa, le hice creer que necesitaba cambio para un billete de cinco euros, lo que esperaba diera pie a que hablásemos algo más de dos palabras o se quedará en un saludo frío. (…)

Sábado, 15 de febrero, 2003. Durante la comida

El caso es que para que nadie se sintiera obligado por mí, me aparté del grupo, como si fuese a llamar por teléfono y avisar de que pasaran a por mí. (…)

Sábado, 15 de febrero, 2003. Final de la reunión

Reflexión

Como hombre, ¿entiendo a las mujeres? Debo admitir que no.

Como suele decirse en estos casos, las mujeres tienen una personalidad, una manera de ser, pensar, actuar, tan especial que me supera; que por mucha imaginación que le ponga a mis novelas, por mucha veracidad que le quiera dar a mis personajes femeninos, e incluso cuando éstas se convierten en narradores.

Al final siempre me quedo con la evidencia de que todo lo escrito, todas esas reflexiones atribuidas a un mujer han salido de la mente de un hombre, de mi cabeza. Mi único argumento para justificar que se trata de una mujer quizá sea que he intentado plasmar en ello mi propia experiencia o mis expectativas con respecto al género femenino en todos los aspectos y ámbitos de mi vida. Que ello tenga un mínimo de credibilidad supongo que han de ser las mujeres quienes lo valoren.

captura de pantalla de la web

En cualquier caso, la escritura de «Silencio en tus labios», en su versión femenina, es un intento de sacar esas sutilezas femeninas que tanto nos sorprenden a los hombres. Hasta yo mismo me siento contrariado por el modo de actuar de estos personajes, a pesar de que sean fruto de mi imaginación y una manera de resolver un problema desde un punto de vista distinto a lo que sería natural en mí, porque para eso ya está la versión masculina de la novela.   

Fotomontaje

Ante esta disyuntiva, en una lectura y análisis minucioso del desarrollo de la novela como tal, como la historia que es, se me plantea la  duda de determinar quién de los dos personajes conquista a quién y cuándo se produce el verdadero flechazo.

En la versión masculina, hasta que no hay una declaración sincera de sentimientos, Manuel, el protagonista masculino, (mi yo) parece confuso y contrariado, con ese constante anhelo de establecer esa comunicación. Mientras que por parte de Ana tan solo recibe frialdad, cuando no se muestra huidiza, parece desinteresada en las pretensiones románticas.

Leyendo la versión femenina con calma, se llega a la conclusión de que ese flechazo se produce antes del encuentro que tienen en abril, lo que da pie a que durante esos días de convivencia Ana se sienta un tanto contrariada con sus sentimientos y mientras que por una parte intenta no sentirse condicionada por la situación. Por otro lado se muestra de lo más receptiva, traviesa, con un total control de los acontecimientos.

Fotomontaje

Con la lectura de toda la novela, cuando los personajes han de explicar cuándo se produce ese flechazo, Ana prefiere pensar que el mérito de la conquista es suyo, de manera que se organiza con las amigas, tienta a la suerte, con la expectativa de que Manuel caiga en la trampa como un inocente corderito y éste cae de la manera más tonta.

La charla que mantienen la noche del 15 de febrero, en apariencia no tiene demasiada lógica, eso de que los dos se queden solos y que Ana se encuentre con que sus amigas se han desentendido de ella. ¡Vaya amigas! Resulta una situación poco creíble, si no se descubre en ello alguna intención no confesada.

El narrador sutil

Como sucede en la literatura, hay muchos tipo de narradores: Protagonista, omnisciente, testigo…. según el que sea tiene un mayor o menos conocimiento de la historia.

Manuel, (mi yo como personaje), como narrador, se puede definir como protagonista, aunque en determinados momentos aporte información a la historia, pero de igual modo se sorprende con el lector e intenta darle una explicación parcial y subjetiva a lo que sucede. Se deja llevar por los acontecimientos.

Fotomontaje

Ana, como narradora, me atrevería a definirla como «narradora sutil». Hay muchos detalles que se calla, que oculta, tanto a Manuel como al lector. Me atrevería a insinuar que, si se tratase de alguien real, incluso oculta información al propio autor de la novela, a mí.

No la considero una manipuladora, más bien, una persona discreta y reservada, prudente en muchos sentidos.

Todo esto entra en consonancia con toda la novela, con esta primera parte, primeros capítulos, en el sentido de que, como tal, en conjunto, es como un diálogo entre los dos personajes, como si el uno le diera motivos al otro para demostrarse lo enamorados que están y el sin sentido de su separación.

Se ha de entender que tanto al uno como al otro le preocupa la posible reacción ante tal confesión, por lo cual cuidan sus palabras y confesiones para que quede constancia de que por encima de todo ha predominado el amor que se sienten, por lo que no hay razón para dar importancia a pequeños detalles como el modo en que cada uno ha conquistado el corazón del otro.

Es más relevante la intención de cada momento compartido, para destacar las heroicidades y no tanto las torpezas cometidas.   

Anuncio publicitario