Hospital de San Lázaro, Toledo
Localización: Calle del Marqués de Mendigorría, 1.
Un poco más la izquierda de la Plaza de Toros, pero antes de llegar al Hospital Tavera, se hallan los restos del desaparecido Hospital de San Lázaro.
El Hospital de San Lázaro, en la actualidad hotel y restaurante.

El Hospital de San Lázaro, cuya advocación era al santo mendigo abogado de los pobres y no al resucitado, se construyó en las afueras de Toledo a principios del siglo XV para enfermos de lepra, sarna y tiña.
Fundado por Juan Sánchez de Greviñán en 1418, extramuros de la ciudad, se sostenía con limosnas hasta que fue acogido por el patronazgo real de Felipe II,.
El hospital era atendido por los cofrades de la Hermandad de las Angustias, atendía y curaba a casi cien niños y personas mayores «tan llenos de sarna y tiña que es horror grandísimo sollo vellos». Salían del hospital curados y alabando a Dios, y habilitados para diferentes oficios y con una excelente preparación religiosa y social, que demostraban en los lugares donde trabajaban. La enseñanza estaba dirigida por un rector eclesiástico que nombraba la Cámara de Castilla.
Dejó de funcionar a principios del siglo XVI por falta de dinero
En 1560 volvió a abrir sus puertas ― después de un periodo de cierre por falta de medios económicos ― el rey Felipe II ordenó su apertura bajo patronato Real, por lo que recibió el nombre de Hospital Real.
En 1784 todavía funcionaba pero enseguida debió abandonarse. Dejó su función hospitalaria y pasó a ser cuartel, instalándose en él, desde 1846 hasta 1847, la Academia de Infantería mientras que en 1869, se convirtió en Escuela de Tiro.
En 1833 su solar fue vendido al Ejército para construir un cuartel de infantería. Parte de esos terrenos sirvieron para edificar, a finales del siglo XIX, un Colegio de Huérfanos del arma de infantería, llamado María Cristina, fundado por Fernando Fernández de Córdoba, marqués de Mendigorría y que funcionó hasta que, en 1936, fue devastado en la Guerra Civil.


En su momento ya recorrimos el Hospital Tavera
En referencia a la Infantería y a la presencia de los militares en esta zona de Toledo, recorrimos el parque de las tres Culturas Antiguos campos de la Escuela de Central de Gimnasia

Colegio de huérfanos



En 1869, Toledo, con la marcha del Colegio de Infantería, había perdido un aliciente de vida. En compensación se anunció la llegada de la Escuela de Tiro, adecuándose un terreno para sus ejercicios prácticos en Palomarejos, en una parte de las actuales pistas deportivas contiguas a la avenida de Europa. Para hacer posible todo aquello el Ayuntamiento debía entregar casi 400.000 reales al Ministerio de Guerra. Era preciso comprar algunas fincas privadas, explanarlas, levantar una caseta y el cobertizo de los tiradores frente a un alargado rectángulo de tierra. Para reunir aquella cantidad, hubo que vender títulos de deuda pública -muy devaluados- y ralentizar algunos proyectos municipales. Sin embargo, la Escuela no aportaría la llegada de los batallones que se prometían para ejercitarse en Toledo. Aun así, en 1880, la Ciudad volvería a asumir otro empréstito para evitar su pérdida, ampliando el polígono de tiro y arreglando otros espacios militares más, con una inversión de 500.000 pts.

En cambio, en 1872, el general Fernando Fernández de Córdoba, marqués de Mendigorría (1809-1883), sí había propiciado crear en Toledo el Asilo de Huérfanos de la Infantería, ubicado en el Hospital de Santa Cruz que, diez años después, se saturaría, pues las guerras de ultramar propiciaban el auge de asilados.

En 1886, la Asociación que los tutelaba, al no lograr los recursos económicos suficientes y un lugar más idóneo, lo trasladó a Aranjuez, donde, a medio plazo, las peticiones rebasaban las plazas disponibles. Sabida esta realidad, la corporación toledana se comprometió para recuperar el ya titulado Colegio María Cristina de Huérfanos de la Infantería.

En 1894, una Real Orden fijaba que el toledano cuartel de San Lázaro acogería el Colegio y su cesión al Ayuntamiento para que éste «llevase a cabo los ofrecimientos» que había elevado previamente. En 1895, el Ramo de Guerra -sin perder la propiedad- formalizó la entrega a la ciudad. La Corporación puso el terreno público necesario y levantaría las nuevas instalaciones, asumiendo, entre otros aspectos, su mantenimiento periódico, la dotación de agua y posibles ampliaciones de suelo, como la que se efectuó en 1910, contabilizándose 9.332 metros cuadrados en 1940. San Lázaro sería la zona principal y en el solar agregado estaría el internado en torno a un gran patio: dormitorios, comedores, la enfermería, aulas, talleres y otras dependencias. El arquitecto municipal, Juan García Ramírez, redactó el oportuno proyecto cuyo coste rebasaba las 320.000 pesetas. La Asociación prestó al Ayuntamiento parte de esta cantidad que restituiría en varios plazos. En abril de 1898, el alcalde José Benegas entregó la obra al coronel José de Vela, director del Colegio, con el visado del teniente coronel de Ingenieros, Víctor Hernández, que dirigía la reconstrucción del Alcázar tras el incendio de 1887.



Patio cubierto en la zona administrativa de San Lázaro. Archivo Municipal de Toledo.
En agosto de 1897 llegaron desde Aranjuez a Toledo solamente los huérfanos varones. A partir de aquel momento, la actividad de los siempre uniformados cristinos se integró plenamente en la vida de la ciudad. Allí, bajo los oportunos reglamentos, los alumnos recibían formación general, el aprendizaje de ciertos oficios o la preparación para acceder al mundo militar. Para conocer al detalle todo este proceso y sus antecedentes es imprescindible la obra de A. Donderis y J.L. Isabel, publicada en 1997, que se extiende a los demás colegios de huérfanos del Ejército de Tierra.




El 21 de julio de 1936, tras vivirse en Toledo la adhesión al alzamiento militar contra el gobierno del Frente Popular, al llegar a la ciudad una columna al mando del general Riquelme López-Bago para sofocarla, fruto del primer choque en los aledaños de Tavera, San Lázaro fue destruido. Allí estaban los despachos y un gran patio acristalado, escenario de numerosos actos de la vida colegial. Este arruinado recinto (de 2.872 metros cuadrados) fue segregado más tarde por el Ministerio del Ejército. Lo adquirió una empresa turística ( Pullmantur ) para crear un complejo hotelero, cuyo proyecto lo redactó, en 1968, Fernando Chueca Goita . La obra se ejecutó años después.

El colegio de los cristinos, desde 1939, se trasladaría a Madrid junto a los centros de otras armas existentes en ciertas ciudades. Los maltrechos edificios de Toledo que siguieron en pie fueron parcialmente arreglados para alojar fuerzas de Infantería, continuando la actividad de la reconocida imprenta y encuadernación del Patronato de Huérfanos María Cristina. Allí se establecían también las oficinas del Regimiento nº 39 Cantabria (disuelto en 1960), de Intendencia, Transportes, Farmacia, Zona y Caja de Reclutamiento durante varios años. Hacia 1979, transitoriamente, el pabellón de mayores dimensiones –los antiguos comedores y dormitorios-, albergaría la Compañía de Reserva General Nº 8 de la Policía Nacional.

A partir de 1979 comenzaron largas negociaciones entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento que llegaron a la firma de un convenio, en 1985, en el cual, mediante pagos -fijados inicialmente en 850 millones de pesetas- y permutas varias, la ciudad recuperaba varios terrenos cedidos desde el siglo anterior, especialmente los situados entre San Lázaro y la Vega Baja . En 1995 se definía el plan urbanizador del viejo conjunto colegial para transformarse en viviendas privadas y usos comerciales. En 1999 se derribaron los edificios menores (como la imprenta) y otros sin valor alguno. Tan solo se rehabilitaron dos en los que aún es posible reconocer los perfiles de mampostería y ladrillo, de finales del XIX, que durante cuatro décadas acogieron la vida del Colegio de María Cristina como testimonian las imágenes y los textos originales durmientes en papel.

Curiosidades
En este hospital, según algunos, descansó el arzobispo electo de Toledo, San Eugenio. Otros dicen que fue fundado por el conocido Conde de Orgaz en los días de peste en la ciudad. Cada uno en su gusto abunde, según el adagio latino: «unusquisque, in suo sensu abundet».
De la Iglesia sólo se conserva el ábside, donde al hacer una obra a finales del siglo XIX, cuando todavía era un cuartel, se descubrió una arquería mudéjar de la que no se tenía noticia. Es probable que las diversas transformaciones sufridas por el edificio afectaran también al ábside, que se aparta de la tipología característica de Toledo.
Lo más auténtico es la arquería ciega que repite la combinación de arcos de herradura apuntados cobijados por otro lobulado, tan frecuente en lo toledano, así como el uso de un ladrillo colocado de forma plana en el arranque del arco a manera de salmer. Correspondiéndose aproximadamente con el nivel de esta arquería, se conserva otra en el interior del ábside, cuya traza se simplifica en arquillos ciegos de herradura apuntados, dentro también del modelo toledano.

En 1986 el ábside fue remodelado por completo al ser incorporado a un hotel, por lo que se ha desvirtuado el interior al dividirse en tres funcionales pisos que sirven para restaurante, un bar y la llamada “Habitación Imperial”. En este mismo establecimiento perdura el escudo del citado Colegio de Huérfanos del arma de Infantería.


Fuentes:
http://www.unaventanadesdemadrid.com/toledo-v.html
https://norogaca.blogspot.com/2011/07/el-hospital-de-san-lazaro-de-toledo.html
https://toledoolvidado.blogspot.com/2017/10/el-hospital-de-san-lazaro.html
26-1-2023 EL ABSIDE Y HOSPITAL DE SAN LAZARO
08-09-2019 HOSPITAL DE SAN LAZARO
El Colegio María Cristina de Huérfanos de Infantería, en imágenes
Microsoft Word – PLATOL (pinfanos.es)
Galería | Hotel María Cristina Toledo | Toledo (hotelmariacristina.com)

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