Allá, en el murmullo del mundo, te oí, escuché a las paredes que hablaban de mí, cómo las flores se aprendían mi nombre y en el surcar del viento parecían reír. Allá, donde mis oídos no oyeron nada, porque mi mente se encontraba lejos de ti, allá, donde parece que todo se puede decir, tan lejos que ni el eco se atreve a repetirlo, porque cada rebote suyo vuelve a herirlo, y ni siquiera le queda tiempo para morir. Allá, tan lejos que ni siquiera sé si hablaste, si te has atrevido a comentar algo sobre mí, donde no hay juez que condene el delito, ni víctima que levante acusación contra ti.
Manuel Pellicer Sotomayor, Poema de 2005

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